viernes, 8 de diciembre de 2017

Transporte y basura II

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Parece un contrasentido la ineficiencia del transporte público en Guadalajara cuando estamos  inmersos en un sistema capitalista que privilegia la producción, la productividad, la reducción de costos, el comercio, los controles de calidad y cosas por el estilo. Las políticas gubernamentales están enfocadas en ese sentido pero al mismo tiempo acumulan contradicciones que no me explico.
El problema del transporte en Guadalajara es añejo y muy complejo. Gobierno tras gobierno, sin que la alternancia haya significado un cambio a favor de los usuarios (de los transportistas y los políticos sin duda sí), se han dejado pasar los vicios y las prácticas corruptas y perversas que nos tienen con un transporte insuficiente y deficiente con pegostes disque progresistas que no han hecho sino complicar aún más la movilidad en la ciudad.
Sí, la Línea 3 del Tren Ligero… yupi. Pues bueno. Desde fines de los años 80 se tenían diseñadas las ocho líneas que cruzarían la zona metropolitana con la idea de cubrir todos los puntos cardinales ¡hace casi 30 años! Y vamos por la tercera línea cuando los planes contemplaban disponer ya del sistema completo, seguramente en adaptación e incremento constante, antes de que terminara el siglo XX.
Somos testigos de que no ha sido así y víctimas por supuesto. Padecemos un transporte público mal organizado, con unidades en pésimas condiciones que generan costos a trabajadores y empresarios; un transporte tan malo que es la motivación ideal para comprar auto y por eso el parque vehicular en la ZMG es tan grande; empresas de transporte que se corrigen por un tiempo y luego empiezan a ejercer presión para conseguir aumento en la tarifa; lo logran y después vuelven a las andadas. Los cambios benéficos han sido mínimos y tan espaciados en el tiempo que pronto se diluyen o ni se notan dada la masificación de su uso.
Se requiere alguien con voluntad y visión de futuro para emprender una tarea titánica y resolver el asunto del transporte en Guadalajara sin egoísmo, con generosidad y con la idea de gestionar y mover lo que haya que mover para ahora sí dar a la capital de Jalisco el transporte que merecemos. Guadalajara es una ciudad para metro y con estos componentes, me refiero a voluntad y visión, en algún miembro de la clase en el poder, sería posible. Es posible, siempre es posible. A ver.
Los autobuses en las ciudades de Europa que he visitado tienen un sistema grabado sincronizado con cada parada y se anuncia cuál es la siguiente y con qué rutas coincide. Los asientos son cómodos e incluyentes. El autobús tiene un mecanismo para descender y facilitar el ascenso a las personas de la tercera edad o mujeres con carriolas o gente en silla de ruedas; hay asientos reservados para ancianos y personas con discapacidad; hay un espacio para colocar las maletas con un cinturón de seguridad para que la maleta no vaya de aquí para allá en el autobús. Tubos y respaldos acolchados para recargarse si no hay asientos disponibles y un espacio amplio, casi como un distribuidor, en el área de descenso. El chofer está en una cabina cerrada con cristales pero recibe pagos en efectivo (hay límite en la denominación de billetes, el máximo son cinco euros) y, por lo menos en Madrid, desde el primero de noviembre se introdujo una tarjeta multimodal que se recarga y es útil casi para todos los tipos de transporte. También hay un autobús que cada cinco minutos va al aeropuerto y conecta con zonas céntricas y con la estación de trenes de Atocha. Uf ¿qué más les puedo decir? Ahora sí que me muero de la envidia cada vez que me subo a una unidad.
Tarjeta multimodal, en vigor desde el 1 de noviembre de 2017 en Madrid.

En las paradas hay carteles con los trayectos de cada ruta que pasa por ahí y un letrero láser en donde se anuncian los minutos que tardará en pasar el siguiente autobús. Algunos tienen sonido y algunos no. También se informa ahí si es que hay algún embotellamiento (“atasco”) por accidente o manifestación para que quienes están en la parada sepan por qué se tarda tanto en pasar determinada ruta.
¿Cuánto cuesta? 1.50 euros, sí, son como 33 pesos dependiendo de la paridad, pero se llega seguro y a tiempo a donde quiera que vaya, salvo las cuestiones imprevistas que ya comenté. Un transporte así, tan bien conectado, tan eficiente, limpio, suficiente para llegar a cualquier punto de la ciudad y sus cercanías, lo vale. Lo pagaríamos con gusto y mucho más si nos aumentan el sueldo. Los trabajadores llegarán temprano a sus trabajos, de buen humor, producirán más, a los empresarios les irá mejor, incrementarán sus ventas y podrán aumentar los sueldos de sus trabajadores y sus ganancias, seguro alcanza para todo ¿será tan complicado?

(Continuará)

Columna publicada en El Informador el sábado 18 de noviembre de 2017.