Ciudad Adentro
Primero que todo
quiero desear a los lectores que mañana, que será Nochebuena y el próximo
lunes, Navidad, se la pasen lo mejor posible en compañía de sus seres queridos,
de las personas que les importan y se recarguen de energía para enfrentar las
situaciones complejas que se avecinan en nuestro país para lo que le queda este
año y no se diga para el 2018 que viene.
La semana pasada
comenté sobre la Ley de Seguridad Interior antes de que fuera publicada en el
Diario Oficial de la Federación, cosa que sucedió este jueves. Había una leve
esperanza de que la nueva ley fuera vetada por el Presidente, dada la presión
de los organismos de la sociedad civil y de los organismos internacionales que
han llamado la atención sobre su contenido y los artículos que implican riesgos
contra los derechos humanos, pero no, se publicó y la postura presidencial es
verdaderamente incalificable.
Si el Ejecutivo federal
va a esperar a que sea la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que
determine la constitucionalidad o no de la ley ¿entonces para qué la publicó? De
hecho ¿para qué se inicia un marco legal sobre cuya constitucionalidad hay
dudas? ¿No era un asunto que tocaba resolver a los redactores de la ley y,
posteriormente, a quienes se supone la analizaron y aprobaron en el Congreso de
la Unión? El mensaje es algo así: voy a
publicar una ley que está mal hecha, pero lo haré para que el asunto se dirima
en la máxima instancia jurisdiccional, mientras tanto, y aunque sea posible
aplicarla, no lo haré.
Por supuesto hay
una manipulación implícita (un intento) pero por favor ¿por qué hasta ahora?
Después del periodo de discusiones y de expresiones de preocupación de
defensores de derechos humanos nacionales e internacionales ¿por qué no se
detuvo el proceso? Por eso resulta difícil creer que haya un dejo de sinceridad
o de intenciones claras con respecto a la postura de esperar a que se alguien
impugne porque, además, estaba el recurso del veto. En fin, esto es lo que hay.
No sé por qué también pienso en cortina de humo aunque para la lo que
generalmente tratan de distraer desde la clase política ya pasó todo, no sé,
esa impresión me queda, el sospechosísimo pues.
El caso es que,
efectivamente, queda un mes; y si algo bueno tiene la inoperancia y la
ineficiencia de la clase política, es que ha contribuido a construir una
sociedad civil activa y especializada en diferentes temas. Me emociona y es una
razón para la esperanza, la conformación del colectivo Seguridad sin Guerra,
cuyo sitio en internet vale la pena explorar y conocer a profundidad (https://www.seguridadsinguerra.org/).
A través de ese
espacio es posible todavía escribir al Presidente para solicitar el veto y
aunque la ley ya está publicada, puede servir como encuesta de inconformidad.
Ponen a disposición de los ciudadanos las redes sociales presidenciales y
además se incluyen los textos del conjunto de iniciativas relativas a la
Seguridad interior así como un apartado en donde se analizan con un cuadro
comparativo; enseguida se presentan videos con las opiniones de los expertos.
De pronto se nos
juzga a los mexicanos por no actuar y se nos achaca que, por eso, tenemos el gobierno que merecemos. No es
así. Hay una sociedad civil profesionalizada y especializada que se perfecciona
gobierno tras gobierno, que trabaja por todos y que, aunque es difícil tomando
en cuenta los obstáculos que constantemente impone la clase política, ha
logrado cosas importantes por y para todos los mexicanos. Este colectivo, por
ejemplo, frenó la aprobación de la Ley Reglamentaria del Artículo 29
Constitucional (se incluye el dictamen correspondiente en la página) que regulaba
la suspensión de derechos y garantías “sin los controles adecuados”.
Hay un mundo de
mexicanos trabajando por México y con frecuencia nos pasa inadvertido. Nos toca
apoyar, reproducir, compartir, firmar, difundir, hablar, generar conciencia en
nuestro entorno… es mucho lo que podemos hacer por todos y eso nos incluye.
Con todo el
coraje que podamos sentir por “la simulación” que la no aplicación de la ley
contempla, queda un mes para impugnar la ley.
Columna publicada en El Informador el sábado 23 de diciembre de 2017.