Ciudad Adentro
La bajeza y la ruindad
de la que son capaces políticos mexicanos son inconmensurables, indignantes,
decepcionantes y dolorosas hasta la náusea. Esta semana, el lunes apenas, por
primera vez el Gobierno del Estado, a través de sus dependencias responsables,
dio por hecho que los tres jóvenes estudiantes del CAAV murieron a manos del
crimen organizado con los detalles que se han difundido de sobra; la
información previa fue producto de filtraciones.
La reacción de
la sociedad civil organizada y la no organizada a través de redes sociales,
además de académicos y otros actores sociales, fue inmediata para manifestar
inconformidad y desacuerdo porque en realidad, como dijo el jueves Jesús
Medina, presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) en la
manifestación, esta sí multitudinaria, que hubo en Guadalajara: “La versión que
presentó el Ministerio Público carece de pruebas científicas o peritajes
concluyentes. Para nosotros, los tres estudiantes del Centro de Artes
Audiovisuales (CAAV) siguen siendo desaparecidos”.
El hecho es
terrible, se agotan las palabras, ninguna parece suficiente para describir las
emociones y los sentimientos que ha despertado esta realidad lacerante; y es
terrible tanto si la versión oficial es verdadera, como si no. La
descomposición es tan grande que a veces nos quedamos en la superficie… llegar
al fondo duele, pero hay que hacerlo.
La exigencia de
verdad y de justicia sigue vigente, la demanda de que aparezcan vivos también y
el grito por paz y seguridad aquí y en todo el país se repite y multiplica y no
cesará hasta que las autoridades tan bien pagadas cumplan con su trabajo. Si es
verdad la versión oficial, los muchachos no tenían por qué estar en el lugar
equivocado; no tendría por qué ser un lugar equivocado.
A la negligencia
en la atención del caso se suma por supuesto la ineficiencia y la corrupción
que campea en las instituciones y dependencias así como el recurso fácil, que
nace de lo mismo, de filtrar información para tratar de orientar a la opinión
pública y que esta crea que sí trabajan; lo hacen también para sembrar la
sospecha de que los jóvenes y/o sus familiares “andaban en malos pasos”, para
distraer y para despertar.
Un gobierno que
se precie de serlo en la extensión plena del concepto, que cumpla con
honestidad, eficiencia y transparencia no necesita recurrir a las filtraciones,
pero que muchos medios se presten, no tiene nombre, como denunció en sus redes
el periodista Ulises Zamarroni: “Por un lado, el gobernador Aristóteles
Sandoval intenta calmar el encono social provocado por su administración. Su
discurso hueco no lo logra. No, los ciudadanos no queremos discursos. Por otro
lado, filtran más información a periodistas y medios para alimentar el morbo y
hacer que los medios de comunicación sean los malos, los que pierdan el respeto
a las víctimas”.
El manejo
oficial ha sido deplorable y, en general, el mediático también. Esto no
contribuye sino a la pudrición. Por favor, hay que recuperar esencias y
principios.
Estas conductas
son cuestionables y reprobables, sí, merecen el peor juicio social ¿pero que
aparte de todo esto se utilice electoralmente para ensuciar a oponentes
políticos e intentar llevar agua a sus molinos sobre una base de ruindad y
bajeza? ¿Así quieren ganar?
Y por favor que
no se malentienda, porque entonces sí estamos amolados: el tweet de Eduardo
Almaguer, candidato del PRI a Guadalajara es lo más asqueroso y vil que he
visto en los últimos tiempos. Ya lo eliminó por supuesto, pero gracias a los
comentarios críticos de una chica extraordinaria, Fernanda Dudette, quien
también lo cuestionó severamente, lo recuperé. Esto escribió Almaguer: “Lo
peligroso de esto es que, aun si los culpables son condenados a la pena máxima
por este atroz crimen, ya sabes quién (aquí la dirección de Twitter del
aludido) los va a perdonar y liberar”. Le reitero al candidato lo que le
escribí en Twitter: “Qué asco Eduardo”.
Estoy indignada
hasta la náusea porque además se ha difundido al supuesto delincuente con una
camiseta del partido que va en primer lugar en las encuestas; la información se
ha tergiversado a gusto y por supuesto que no les importa confundir y
amedrentar, eso es criminal, asqueroso y nauseabundo. Urge una renovación
política en México, por favor, nos quieren arrastrar al lodazal en el que se
revuelcan.
Columna publicada en El Informador el sábado 29 de abril de 2018.