Ciudad Adentro
Con todo y la
manipulación que se ha hecho en los métodos para la medición de la pobreza en
México, la cifra aumentó; de manera que ni por decreto estadístico fue posible
para la actual administración pública federal reducir un indicador que es
reflejo incuestionable del desastre que ha sido este sexenio en el que sólo
empeoró la situación con respecto a administraciones anteriores desde hace
lustros a la fecha.
Deliberadamente
no digo desastre económico ni situación económica, porque la pobreza
más mucho más allá de los ingresos de las familias. En México la pobreza es
crónica y no se puede ocultar ni maquillar ni simular porque ha sido impulsada
para que crezca, alimentada por el sistema para que permanezca porque de los
mexicanos que viven en esas condiciones, la clase política en México siempre
saca provecho.
En comentarios
anteriores he abordado el tema y regreso a él, no sólo porque hay nuevos datos
del Coneval (“entre 2008 y 2016 la pobreza aumentó en 3.9 millones de personas”
para un total de 53.4 millones de mexicanos hace dos años: boletín),
sino porque la pobreza en México se ha manejado desde hace años como cifras; se
han cambiado las formas de medición para seguir sustentando la simulación y
para evitar toma de conciencia y trabajo responsable pero no he sabido de nadie
en el gobierno que asuma de manera integral el problema y lo enfrente para
efectivamente atajarlo sin precisiones rebuscadas como decir hay menos mexicanos en pobreza extrema pero
más en pobreza no extrema… Es pobreza, punto.
Regreso también,
porque quienes formamos parte de la clase media (en singular, a pesar de que ya
se inventaron subcategorías), enfrascados como estamos en trabajar, estudiar y
sacar adelante a nuestras familias, con frecuencia no vemos o no queremos ver a
los millones de mexicanos que viven en esas condiciones; y nos pasa de noche
—sin que esto implique un juicio o una crítica, en lo absoluto— no se diga
quienes están en las clases altas, que ser pobre es una problemática compleja y
crónica que se viene arrastrando en México por décadas.
Los problemas
asociados a la pobreza son muchos y diversos y a veces, dependiendo de los
casos, resulta difícil saber qué fue primero: empleos precarios o desempleo a
secas; sin acceso a la educación (el hecho de que dizque sea gratuita no
garantiza que todos los mexicanos tengan un lugar en las aulas; además de la
calidad… otra historia); sin servicios de salud; vivienda precaria, pisos de
tierra, sin servicios como agua potable o recolección de basura o seguridad;
adicciones varias; desnutrición crónica; hogares disfuncionales, familias
desintegradas, violencia intrafamiliar, explotación infantil, embarazos no
deseados, delincuencia, depresión, desesperanza, altos índices de enfermedad y
muerte y resentimiento social profundo.
Definitivamente
no queremos saber, es demasiado doloroso, pero la pobreza como condición con
todos estos conflictos asociados, en nuestro país, es añeja, por lo tanto
crónica y se hereda de generación en generación. ¿Se conocen acaso las
consecuencias de la desnutrición crónica? Por lo general no, si acaso
especialistas en la materia, activistas y defensores de derechos humanos, pero
no es un asunto que por interés particular nos estemos desviviendo por
investigar. Anexo aquí la liga de un informe de la UNICEF (publicación) para tener por
lo menos esa conciencia y hacer lo que nos toque para atajarla, para exigir que
los gobiernos cumplan en sus promesas de combate y que las cifras, sin
manipulación alguna, efectivamente bajen; que la pobreza no sea un negocio para
los más ricos y para los políticos sin escrúpulos que elección tras elección
saben que tienen un grupo cautivo a quien comprar sus votos y que las grandes
televisoras tampoco se aprovechen.
Un niño con
desnutrición no dispone en su organismo
de los nutrientes necesarios para la vida, para que su cuerpo funcione
correctamente, su cerebro para empezar, sus huesos, sus articulaciones, su
corazón. Y son niños que seguramente nacieron de mamás con desnutrición que
llegaron a este mundo en las mismas condiciones. Son presa fácil de
enfermedades y si acaso tienen acceso a la educación, el desempeño es
deficiente por lo mismo.
La pobreza en
México es de atención (debería ser) prioritaria y urgente, no sólo una realidad
para comprar votos, para manipular y para justificar programas paliativos y no
de erradicación. Y todavía se les juzga y muchos afirman que viven así porque
quieren. Por favor.
Columna publicada en El Informador el sábado 5 de mayo de 2018.