Ciudad Adentro
Esta semana
empezó muy intensa con la información que circuló casi todo el lunes relativa,
primero, a los jóvenes que fueron secuestrados en Tlajomulco y dejados luego en
Tlaquepaque, desnudos y con visibles muestras de que habían sido “torturados”.
Y además, con el asunto del tráiler y los 150 cadáveres.
Sobre tema del
tráiler la información no ha cesado, por supuesto que un hecho así genera
polémica, escándalo, indignación social, y, bueno, la primera reacción del
Gobierno del Estado, directamente involucrado a través de las dependencias
responsables, fue despedir al director del Instituto Jalisciense de Ciencias
Forenses; y al día siguiente, en una segunda reacción, al fiscal.
Y el jueves vino
el remate con el anuncio de la intervención de la Contraloría que promete una
investigación exhaustiva y probablemente la caída de más cabezas (18 burócratas
están en la mira); y con la noticia de que se va a construir una cámara
frigorífica más grande para que no se vuelva a presentar una situación ni
siquiera similar. El Ejecutivo estatal agregó: “Y (también habrá) un espacio
para cadáveres en descomposición que tendrá una gran capacidad, por encima de
los 300 cuerpos, para que no se vuelva a repetir este lamentable hecho. Se va
abatir el rezago para la disposición de las víctimas de sucesos de hechos
violentos no identificadas, siguiendo los protocolos con pleno respeto a sus
derechos”. Yo lo que quisiera es que se abatieran los hechos violentos y la
delincuencia y que no haya tantos muertos.
En cuanto a los
muchachos secuestrados y liberados, no se ha vuelto a saber mayor cosa. La
primera información que circuló decía que eran once jóvenes, entre 14 y 19
años, y que uno de ellos había muerto.
Al día siguiente
busqué información y no hallé. Fue hasta el tercer día que encontré una nota en
El Universal donde se hablaba de ocho
jóvenes entre 17 y 27 años, uno muerto. Esta, en realidad, es la única
coincidencia informativa, la del joven que apareció sin vida y que esperaban
que fueran a identificarlo.
En ambos casos,
el significado profundo es terrible y no habla bien de las autoridades. De
entrada, el secuestro de los muchachos, independientemente de las razones; y
los 156 cadáveres en un tráiler más otros que no caben y no saben dónde poner, son
noticias grave de los niveles de delincuencia organizada y de descomposición
social a los que se ha llegado. Ineficiencia, corrupción, negligencia y todo lo
demás.
La cuestión es
que se nos ha ido la semana siguiendo el derrotero del tráiler y de las
decisiones gubernamentales reactivas, y apenas podemos llegar a tener una idea,
más o menos, de lo que pasará con tantos cuerpos mientras desde la autoridad se
deja de lado que se trata de víctimas de la delincuencia y que por lo menos,
con respecto a estos cuerpos, hay más de 300 deudos que lloran a sus familiares
desaparecidos ¿quiénes eran?
Sin duda, hijos,
padres, hermanos, esposos, novios de alguien; no se ha dicho si todos eran
hombres, o si también hay cadáveres de mujeres; ni las edades ni nada de eso.
El mismo lunes se dijo que tenían años en el Instituto de Ciencias Forenses y
que no sólo eran esos 150 sino cientos más, y que algunos tenían más de cuatro
años por diversas razones incluso jurídicas.
Son muchos
cadáveres, muchos deudos; hechos así abonan al deterioro del tejido social. Y
más aún, si todo el foco está en el tráiler y se ha dejado de lado, pero por
completo, el caso de los muchachos del que se tendría que informar y también se
debería estar reaccionando y tomando medidas.
Sabemos que con
frecuencia no se puede informar porque hay investigaciones en curso y todo eso,
pero también hay un hecho del que se dio cuenta en un principio; y si no hay un seguimiento lógico de la
autoridad e información creíble de frente a la sociedad, lo que se genera es
incertidumbre y desconfianza.
Ojalá se
reconsidere en el manejo de esta información y en las soluciones y medidas más
allá de simplemente reaccionar para “calmar las aguas” y cortar cabezas; que se
actué en consecuencia, sí, pero con respecto a la posición de Jalisco en los
primeros lugares de inseguridad en el país; las acciones deberían enfocarse en
abatir la delincuencia y no en el rezago para la disposición de víctimas.
Columna publicada en El Informador el sábado 22 de septiembre de 2018.