Ciudad Adentro
Hace 15 años,
con una idea muy clara de gestión de los problemas ambientales, con la
convicción de que servía más trabajar y generar conciencia que pelear y
mantener una actitud contestataria, nació Corazón de la Tierra, un organismo no
gubernamental que ha transitado por diferentes figuras jurídicas hasta
constituirse en lo que es hoy: un instituto de desarrollo ambiental.
En muchas
ocasiones, incluso antes de que Corazón de la Tierra se formalizara, conversé
con su fundador, Alejandro Juárez, sobre problemas ambientales y la manera como
eran abordados tanto por activistas como por los gobernantes, casi siempre con
resultados lamentables porque por lo general se rompía el diálogo, de alguna
manera cada bando, sí, bando, llevaba agua para su molino y ahí quedaba la
cuestión; con triunfos para un lado, a veces para el otro, pero siempre en
escenarios ríspidos, medio forzados y con muy pocos resultados en el mediano y
largo plazos. ¿Por qué? Porque es común que se contenten con acciones
inmediatistas muy lucidoras pero efímeras.
¿Qué hace
diferente a Corazón de la Tierra? Muchas cosas. Es como si Alejandro Juárez y
el equipo se plantearan desde un inicio hacer todo distinto, diametralmente,
a lo que habían hecho otros, sin la
necesidad de ser explícitos ni dejar a nadie en evidencia, sólo con la idea y
el firme propósito de avanzar, de registrar resultados notables en materia de gestión
ambiental, en generación de conciencia, en educación para el futuro, en
acciones de largo plazo y en la convocatoria a actores de todos los sectores
para sumar y no para dividir.
Fuente: Instituto Corazón de la Tierra.
Sus acciones han
trascendido los terrenos de la educación y la conciencia, hay registro de
resultados concretos que incluyen la habilitación de un bosque caducifolio en
una sierra que ni nombre tenía, hoy, la Sierra Cóndiro Canales, Área Natural
Protegida desde el año pasado, en el entorno de la cuenca del Lago de Chapala
cerca de Atotonilco. Este proyecto implicó un trabajo de campo profundo y de
largo aliento que involucró a la comunidad a tal nivel que se convirtió en la
primera defensora y protectora. Es un ejemplo a nivel mundial en el escenario
de los defensores del medio ambiente y ha cosechado varios premios y
reconocimientos.
Es también de
Corazón de la Tierra la iniciativa para promover el Lago de Chapala desde
perspectivas más actuantes y menos pasivas, por ejemplo, con el Festival de las
Aves que tiene lugar ya desde hace varios años y se inscribe en los esfuerzos
de conservación y manejo del lago, por cierto, poco antes del aniversario,
cuando todos festejábamos el alto nivel del vaso lacustre gracias al temporal, el
instituto llamó la atención sobre la importancia de no conformarse, de no
perder de vista que se trata de una cuenca en estado crítico y amenazas
constantes por la gran cantidad de habitantes, por la multiplicidad de
usuarios, por los riesgos, por la demografía, por las deficiencias en la
vigilancia y control en el uso de pesticidas y herbicidas así como en las
descargas de residuos orgánicos contaminantes, entre otros aspectos que no se
pueden soslayar.
Vale la pena
apuntar que desde hace años, mientras los políticos se desviven en unos y otros
proyectos para que no falte el agua en Guadalajara sin que hasta ahora se haya
resuelto, que Corazón de la Tierra ha dicho que se requiere una política
integral de reforestación en la cuenca Lerma-Chapala para propiciar la recarga
de mantos acuíferos, la protección de la masa forestal que opera como captadora
de agua, la protección del recurso que va por el cauce y llega a presas y a
Chapala con medidas adicionales que incluyen, sobre todo, involucrar a las
comunidades para que, como en el caso de la Sierra, se conviertan en los
principales defensores de recursos que están a nuestro servicio.
Esto y mucho más
como el proyecto de Filtros Verdes que avanza a duras penas por la falta de
financiamiento a pesar de sus bondades, son algunas de las acciones exitosas
que ha emprendido Corazón de la Tierra, convocando y convenciendo en lugar de recurrir
a enfrentamientos y división. Este instituto es en verdad un ejemplo de lo que
se puede hacer si se trabaja en unión con un objetivo común que a todos nos
atañe.
Felicidades pues
a Corazón de la Tierra y todo el reconocimiento por su manera de operar,
responsable, honesta, transparente, consciente y generosa a favor de los
recursos naturales de todos.
Columna publicada en El Informador el sábado 17 de noviembre de 2018.