Ciudad Adentro
Es una creencia
generalizada que la primera Constitución de la República federal mexicana, la
de 1824, es una copia casi fiel de la constitución de Estados Unidos, sin embargo,
es una cuestión que no se puede afirmar así de tajante, sobre todo considerando
que, si esa idea se acepta, entonces habría que reconocer, como de hecho se
hace, que se arrastran defectos y deficiencias desde entonces; se toma partido
y hasta se causan divisiones.
No es tan así.
El federalismo en México es un tema de estudio en varias disciplinas: historia
por supuesto, pero también ciencias políticas y sociología, entre otras; podría
decir que cada año hay novedades porque aparecen resultados de nuevas
investigaciones realizadas por nuevas generaciones de académicos; porque se
analizan los mismos acontecimientos pero con diferentes métodos y marcos
teóricos; porque se encuentran documentos inéditos en los archivos de dentro y
fuera de México y/o porque cada estudioso interpreta y desarrolla una visión
propia y distinta a los demás que se han especializado en el mismo asunto.
Las
posibilidades de aportar más información sobre hechos que se consideran sobre-estudiados
y sobre-juzgados son casi infinitas, nada más con la renovación generacional y
el interés por retomar temas como este
podríamos esperar libros y artículos al por mayor, como sucede.
Todo esto para
decir que recientemente se han hecho ejercicios de revisión de la Independencia
de México y del primer federalismo mexicano que contradicen la idea de que es
una calca del federalismo estadounidense y no sólo eso: por una parte hay
algunos historiadores que consideran que en la Constitución de 1824 hay claras
aportaciones del constitucionalismo español, específicamente el que surgió de
las Cortes de Cádiz y más tarde de las de Madrid; y, por otra, que la primera
inspiración de un sistema federal fue la organización en reinos de los Austrias
durante la Colonia.
El historiador
Luis Medina Peña escribió que “El federalismo se impuso desde el inicio de la
vida independiente por razones históricas y geopolíticas que venían de la
Colonia” y enseguida, con todas las letras. “es falsa la tesis de que el
federalismo mexicano fue imitación extralógica del estadounidense”. De hecho,
el libro donde Medina Peña publicó el resultado de sus investigaciones es
totalmente recomendable para tener una visión, más actual sobre todo, del
federalismo mexicano en la historia: Nación, Constitución y Reforma, 1821-1908 que coordinó la actual directora de El Colegio de México,
Erika Pani.
Insisto en esto porque creo que es necesario conocer con
mayor profundidad cómo fue la evolución del federalismo en México, de manera
que con todo el antecedente histórico, lo más cercano posible a cómo sucedieron
las cosas, se disponga de mejores herramientas para lo que se está proponiendo
ahora.
Me refiero específicamente al primer foro sobre
“Federalismo desde las competencias regionales” al que convocó la asociación
Periódicos Asociados en Red (PAR), del que forma parte esta casa editorial y en
cuyo marco, el senador Ricardo Monreal se comprometió a impulsar una iniciativa
de ley para terminar con el centralismo y la simulación del federalismo; para
fortalecer un auténtico federalismo en todas las áreas, aunque se destacaron
tres: seguridad, hacienda y educación.
El foro que tuvo lugar el jueves aquí en Guadalajara
y fue el primero de varios, tiene el propósito de arrojar ideas y conceptos en
torno a la mejor forma de implementar un federalismo de verdad.
El año pasado, durante la Feria Internacional del Libro,
se manifestaron serias preocupaciones de que con el nuevo gobierno, el de
Andrés Manuel López Obrador, se regresara o se recrudeciera, mejor dicho, el
centralismo en México; el gobernador de Jalisco ha tomado la defensa del
federalismo como bandera y dada la asistencia al foro, es claro que hay
inquietudes en la materia.
Fue emblemático que los foros empezaran aquí porque desde
Jalisco se defendió el federalismo al punto de la separación hace casi dos
siglos. Recuerdo en este momento un periódico que circuló casi diez años más
tarde de la primera constitución cuyo cabezal rezaba “Federación o muerte es
del jalisciense la suerte”. Es más, creo que vale la pena transcribir aquí un
párrafo de ese número que se publicó en septiembre de 1833: “El Jalisciense Cívico su gloria/en defender
Las Leyes solo advierte;/Y volando al
combate, a la victoria/Hará envidiable su futura suerte,/Pues con su sangre
grabará en la historia/Solo esta voz: ,, Federación, o muerte”.
Todo indica que hay interés, acciones muy concretas y,
principalmente, disposición.
Columna publicada en El Informador el sábado 4 de mayo de 2019.