domingo, 12 de mayo de 2019

Reforma laboral


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Una de las “genialidades” del sistema autoritario que prevaleció en México por décadas fue el control sindical (léase corporativismo). Era muy sencillo. Se compraba a los líderes de diferentes formas (privilegios, negocios, prebendas, manejo libre de cuotas, reelecciones ad infinitum) y los acuerdos “tripartitas” posteriores eran fáciles y tersos.
Algunas veces se montaron representaciones teatrales de amenazas de huelga y cosas por el estilo, sin duda algunas auténticas pero por lo general fallidas con historias de esquiroles incluidas; igual se “concedían” a los dirigentes algunas de las demandas para que parecieran de verdad y los trabajadores se sintieran representados; y finalmente todos confluían y coincidían en las elecciones para gobernador o presidente y los trabajadores, que debían sentirse agradecidos con sus líderes, recibían línea para votar por el partido hegemónico, el PRI, pues.
Esto pasó por muchos, muchos años y es, en realidad, parte de nuestra historia reciente y actual. Basta con recordar algunos nombres de líderes sindicales históricos como Fidel Velázquez, un hombre que ayudó a fortalecer y consolidar el sistema corporativo y autoritario en México y que se enriqueció hasta la náusea; como Leonardo Rodríguez Alcaine y Joaquín Gamboa Pascoe, los tres de la CTM (Confederación de Trabajadores de México) y, por mencionar sólo otro caso y además totalmente vigente, el de Carlos Romero Deschamps, dirigente del Sindicato de Petróleos Mexicanos, capaz de excesos que son secretos a voces pero sigue inamovible.
Pues bien, aunque es un texto complejo, la recomendación aquí es leer la reforma laboral que fue aprobada al inicio de esta semana en el Senado de la República con 70 votos a favor y 50 en contra. Por primera vez se refleja en las leyes (se modificaron varios marcos legales) la realidad laboral de México y se propone un cambio, publicado ya (justo el 1 de Mayo, Día del Trabajo) y, por lo tanto, en vigor, que rompe con la falta de democracia en las grandes centrales obreras, con esos acuerdos “tripartitas” que favorecían chantajes y abusos contra los trabajadores e incluso contra empresarios en ocasiones; y concluye con años de simulación, de una “política” dizque de defensa de los intereses de los trabajadores.
Antes de la aprobación, dada la celeridad que se le imprimió a la reforma, se señaló que se atendían exigencias del vecino del Norte, específicamente de la poderosa Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, por las acciones pendientes vinculadas con el T-MEC, sin embargo, habría que hacer un poco de memoria y recordar las luchas sindicales en México, las auténticas, las que buscaron por años precisamente terminar con la alianza contra los trabajadores que encabezaban gobernantes y líderes sindicales.
Los puntos principales, entonces, tienen que ver con eso, con la libertad sindical y también con la justicia laboral. La elección de dirigentes sindicales se realizará mediante voto libre, directo y secreto; no se podrá obligar a ningún trabajador a formar parte de un sindicato y los contratos colectivos no podrán contener cláusulas de exclusión; se prohíbe de manera expresa que los líderes usen a los sindicatos para evadir responsabilidades, incluso fiscales; y también que se ejerza violencia contra los trabajadores.
Las juntas de conciliación se cierran y se crea el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, un asunto, por cierto, que requerirá una operación cuidadosa y detallada por las facultades que los gobiernos de los estados tienen en la materia.
Entre otros, también se contemplaron modificaciones contra la discriminación laboral, particularmente por cuestiones de género; contra el trabajo forzoso y contra el trabajo infantil.
Hay puntos, sin embargo, que es preciso considerar como riesgosos como lo advirtió el presidente de la Coparmex, Lorenzo Roel Hernández y otros que quedaron pendientes como la subcontratación. Lo que dijo Roel Hernández fue que se eliminaron ciertos aspectos de la reforma que podrían “encarecer las negociaciones” entre empresas y sindicatos; así como los juicios laborales.
Sin duda hay aspectos para mejorar y perfeccionar, pero creo que se dio un paso fundamental a favor de los trabajadores, histórico, que la reforma no es consecuente ni sobreprotectora y propicia una auténtica representación sindical. Como todo, falta la operación. Vamos a ver.
(Aquí dejó la liga al sitio del Diario Oficial de la Federación, sólo hay que hacer click en donde dice PDF y listo: DOF).

Columna publicada en El Informador el sábado 11 de mayo de 2019.

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