sábado, 30 de enero de 2021

Confianza

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


 

Venimos de una historia de agravios constantes de la clase gobernante en México: corrupción, mentiras, fraudes, manipulación, engaños, promesas no cumplidas, desfalcos al erario, miles de casos de asesinatos y desapariciones sin resolver, agresiones directas, represión... Sí, es triste, doloroso e indignante hacer este recuento, pero la verdad espero que sirva para entender, primero, los niveles de desconfianza que, en general, tenemos los mexicanos; y, segundo, para darnos cuenta de los esfuerzos que se empeñan por hacer las cosas bien (recomiendo aquí la columna de Jorge Zepeda: "Otra manera de hacer patria").

No hemos tenido ni tendremos gobiernos perfectos, no existen en ninguna parte del mundo; hay dinámicas, procesos e inercias que desde atrás jalan la cuerda para impedir que muchas cosas cambien de fondo y que, en el planeta, país por país, ciudad por ciudad, tengamos mejores condiciones de vida. Las diferencias y desigualdades entre las naciones son tremendas y en un contexto de pandemia, lamentablemente se profundizan.

¿A qué voy con este preámbulo? A que sí, tenemos muchas razones para ser desconfiados, pero también para empezar a no serlo y albergar, aunque tímidas e incipientes, algunas perspectivas optimistas y esperanzadoras.

Desde que los países más avanzados empezaron a trabajar en el desarrollo de vacunas contra el SARS-CoV 2, México levantó la mano para participar con los recursos que fueran requeridos, económicos y humanos, de manera que nuestro país fuera uno de los primeros en recibir las vacunas en cuanto estuvieran listas. De esto se ha informado periódicamente desde el primer día. En diciembre del año pasado llegaron las primeras dosis para aplicarlas al personal de salud que está en la primera línea de atención, la de Pfizer, biológico que requiere refrigeración extrema y está diseñada en dos aplicaciones.

El lunes, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, informó sobre los acuerdos con Rusia para el suministro de 24 millones de vacunas Sputnik V (nada más como dato curioso, una de las acepciones de sputnik significa lo siguiente: “La persona que, junto con alguien, abre el camino”). En total son nueve los acuerdos de México con el mismo número de desarrolladores de vacunas y se nos ha dicho una y otra vez que los 126 millones de mexicanos que somos, con un plan que ya se dio a conocer, seremos vacunados.



República mexicana. Imagen: recorte de pantalla de Google earth.


Una de las críticas recurrentes en los últimos días y que siento que deja en evidencia la ausencia de reflexión sobre lo que implica una campaña de vacunación de emergencia en un país como el nuestro y también rebela un profundo desconocimiento de la logística (aparte de la mala entraña, por no decir más feo; mezquindad pues), es la formación de brigadas en las que participarán “servidores de la nación” para iniciar con la vacunación a los adultos mayores que viven en las zonas de más difícil acceso en México, que, sabemos, son cientos, dada la extensión de la República mexicana y las condiciones orográficas y geográficas bellísimas sí, diversas y ricas, pero que complican el proceso: desierto, selva, sierra, bosque, cañón, barranca...

En primer lugar, todavía no hay vacunas suficientes ¡en el mundo! Después de pasar las fases de rigor que tienen que pasar, falta elaborarlas y todos los países las queremos ya. Hay naciones como Italia, por ejemplo, que han iniciado procesos legales porque no se han surtido los pedidos. Y apenas el jueves la Unión Europea dio “un golpe en la mesa”, como se dice, para que tanto Pfizer como AstraZeneca cumplan con los contratos.

En segundo lugar, no hay fines electorales en el diseño de las brigadas: la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, explicó que se recurre a los “servidores de la nación” porque conocen el terreno, lo acaban de recorrer para el censo del INEGI, saben dónde están los rincones más recónditos del país donde hay adultos mayores. Me parece una decisión lógica y práctica.

Y, en tercer lugar, se insiste en que se recurra al Sistema Nacional de Vacunación, uno de los más eficientes en el mundo. Bueno, eso no es posible porque habría que acudir en persona a las instalaciones sanitarias, desde el más pequeño centro de salud hasta los grandes hospitales de este país y, parece que no saben quienes lo señalan, que eso está contraindicado justo por Covid-19. Aplicar las vacunas contra esa enfermedad no es tan sencillo como poner una palomita en la Cartilla Nacional de Vacunación, es una estrategia de emergencia, no de vacunación tradicional, y no se puede ni debe presionar más la infraestructura sanitaria.

Queremos ver moros con tranchete donde no hay “¡Es que es año electoral!”. Pues sí, un factor ajeno a este o a cualquier gobierno de cualquier orden: así está diseñado el sistema electoral mexicano y tocó en un contexto de pandemia que afecta al mundo, una perspectiva que se insiste en perder de vista.

Además de seguir en confinamiento en la medida de lo posible; y si no se puede, con todos los cuidados y precauciones habidos y por haber, nos toca confiar en que se están haciendo grandes esfuerzos para salir adelante de la pandemia que nos asola desde hace casi un año; hacer algo distinto, algo que se aparte de ese objetivo, sin duda será contraproducente.

Columna publicada en El Informador el sábado 30 de enero de 2021.