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lunes, 30 de septiembre de 2019

Consumación


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La estampa de la consumación de la Independencia de México yo creo que la tenemos todos en la mente; esa representación pictórica del Ejército Trigarante cuando entró triunfante a la Ciudad de México, en el acontecimiento histórico que justo se identifica como el día en el que se consumó la independencia.

OBRA ANÓNIMA, SOLEMNE Y PACÍFICA ENTRADA DEL EJÉRCITO DE LAS TRES GARANTÍAS A LA CIUDAD DE MÉXICO EL DÍA 27 DE SETIEMBRE DEL MEMORABLE AÑO DE 1821, CA. 1822, ÓLEO SOBRE TELA. MUSEO NACIONAL DE HISTORIA, SECRETARÍA DE CULTURA.INAH.MX. Fuente: Relatos e Historias en México.

Ayer fue el aniversario número 198 de aquel momento, estamos apenas a dos del bicentenario de uno de los episodios más importantes de nuestra historia como nación libre. En torno a esta entrada triunfal está también el nacimiento, prácticamente, de la bandera como la conocemos ahora, los colores y el escudo; y bueno, en términos populares, el presunto invento de los chiles en nogada; y digo presunto porque al parecer era una delicia que ya se servía en las mesas poblanas desde tiempo atrás.
Todavía ahora se discute si deberíamos celebrar aniversarios de la independencia el 27 y no el 16 de septiembre porque fue a partir de ese día que México inició su camino, nada fácil ni terso, hacia su constitución como Estado. Pero no se hace así, en gran medida, porque Agustín de Iturbide fue emperador y la predominancia de la historiografía liberal lo condenó sin remedio hasta ahora, a él y a muchos otros ubicados del lado de una historiografía conservadora que luego de los años sesenta del siglo XIX, liberado el país de la intervención francesa, quedó casi irremediablemente relegada a segundos y terceros planos en espacios poco reconocidos y llenos de obstáculos.
Charles Hale, el historiador que es referencia obligada para hablar del liberalismo mexicano, hace esta distinción que de pronto no hay que perder de vista porque en algunos historiadores todavía se notan sesgos de un lado y de otro.
Regreso a Iturbide. Aunque en su momento fue identificado y reconocido durante varios años como el Héroe de Iguala, por el Plan de Iguala que conducía ya hacia la consumación, ha sido casi proscrito de la historia nacional, esa historia que nos han enseñado la mayor parte de nuestras vidas y que es de héroes perfectos y villanos perfectos, aunque no sea así. Por eso las conmemoraciones no son el 27 de septiembre y en estos momentos nos estaríamos preparando para el bicentenario (creo que algo se fragua por ahí).
Mejor sería festejar con sentido y motivando reflexiones profundas y aleccionadoras, todo septiembre, por otras fechas emblemáticas a importantes de nuestra historia, como la crisis en el Ayuntamiento de la Ciudad de México que también fue en septiembre, pero en 1808. Luego el Grito de Dolores del 16 de Septiembre de 1810; la consumación y años más tarde, el mito de los Niños Héroes del 13 de septiembre de 1847, en plena guerra con Estados Unidos.
Recientemente han surgido posturas que denuestan a Miguel Hidalgo, héroe antes intocable, por los excesos que ahora sabemos que se cometieron; pero las críticas condenatorias se olvidan del componente social y prácticamente inédito para la época, del discurso del cura de Dolores que desde el inicio del movimiento manifestó su preocupación y la convirtió en causa, por las condiciones de trabajo de los campesinos, el hecho de que no les perteneciera la tierra en un claro antecedente de la demanda que siguió vigente por lo menos cien años más; se pronunció contra las prohibiciones para la siembra y cosecha de ciertos cultivos y su comercialización; habló y escribió sobre educación y abolió la esclavitud. Tenía conciencia plena de la realidad que se vivía en la Nueva España y el movimiento fue una oportunidad para impulsar cambios que alteraran, para mejorar, el orden de las cosas.
Veo, sin embargo, y no exactamente en los historiadores hablando en términos generales, que se mantiene la tendencia a condenar y/o a exaltar, cuando la línea no debería trazarse por ninguna de esas vías. Tendríamos que conocer mejor y masivamente nuestra historia para normar nuestro propio criterio, para saber lo mejor posible cómo fueron las cosas y ajustar nuestras apreciaciones. Todos los personajes históricos tomaron decisiones y desempeñaron un papel fundamental cuyas repercusiones trascienden a nuestros días; decisiones buenas y malas, mejores y peores, acertadas, equivocadas, manipuladas, tomadas al vapor, al calor de la guerra de independencia, bajo presión…
Se trata de los tiempos fundacionales a los que creo deberíamos volver, nos serviría mucho, para conocernos con ciertos niveles de profundidad y revalorar lo que hemos sido y lo que somos. Esas certezas nos podrían acompañar hoy en estos tiempos tan difíciles por los que atravesamos, sobre todo si vamos haciendo a un lado la tendencia a ubicarnos en algún extremo.


Columna publicada en El Informador el sábado 28 de septiembre de 2019.

sábado, 23 de septiembre de 2017

La independencia de Hidalgo



Ciudad Adentro 

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Sólo hasta hace unos pocos lustros se incrementaron las discusiones en torno a si los movimientos revolucionarios del siglo XIX en Hispanoamérica tuvieron un origen de independencia entendida como separación de España, o fueron de autonomía para, de este lado del Atlántico, quedar a salvo de la invasión napoleónica.
Para algunos, la polémica es ociosa y se consideran temas de sobra abordados y estudiados como para volver a ellos; sin embargo, los trabajos revisionistas que han surgido en los últimos años, producto de nuevas visiones, nuevos marcos teórico-metodológicos y acceso a archivos otrora restringidos, están arrojando información que nos puede conducir a repensar nuestro pasado en otros términos mucho más favorables para nuestra autoestima como nación que los que han prevalecido como resultado de una historia maniquea, manipulada y manipuladora.
Claro que estos trabajos recientes en realidad no tienen una amplia difusión como deberían pero es cuestión de buscar en librerías, bibliotecas, internet y hasta en los puestos de periódicos y revistas para tener un panorama no sólo más amplio sino más cercano y preciso. ¿A dónde voy? Efectivamente, el movimiento que inició Miguel Hidalgo no tenía el propósito de separarse de España, sin embargo, dado el manejo del concepto de independencia en la época, fue fácil acomodarlo a conveniencia por los gobiernos que buscaban legitimidad y sobre todo, marcar una clara distancia con respecto a la dependencia de España. Esto por un lado, y por otro, el conocimiento de estos hechos no le resta mérito ni grandeza a quien consideramos Padre de la Patria, particularmente si tomamos en cuenta el alto contenido social de su movimiento, su relación con el pueblo y, entre otras decisiones de vanguardia para la época, la abolición de la esclavitud en diciembre de 1810 aquí en Guadalajara.

Foto: El Informador.

Miguel Hidalgo sí gritó “mueran los gachupines” pero también “viva Fernando VII”. Hace poco compartí una serie de artículos sobre lo mal que nos han enseñado la historia, pero así como creo que la pobreza en México se mantiene deliberadamente, así lo creo también con respecto a la educación en general y a la enseñanza de la historia en particular; es como si desde el poder se impidiera que tengamos acceso a la historia que da cuenta de nuestra grandeza.
La independencia por la que proclamaba Hidalgo sí tenía que ver con separarse de las autoridades virreinales por varias razones, entre otras, el desdén de los españoles peninsulares a la disposición de los criollos de navegar hacia la Metrópoli para defender al rey, es decir, despreciaron la voluntad de entregar la vida por el monarca si era preciso; y la resistencia a otorgar representación a los criollos en las juntas que se crearon en el reino para gobernarse mientras Fernando VII estuviera preso y España bajo el dominio de los franceses.
El descubrimiento de la conspiración de Querétaro detonó los preparativos de levantamiento y entre el 15 y el 16 de Septiembre en Dolores, el cura Hidalgo tomó las riendas de un movimiento que durante 10 largos años se transformó y transitó de pretensiones autonomistas a claras intenciones separatistas más o menos hacia la mitad del periodo ya con Morelos a la cabeza.
Varios historiadores sostienen que en México no había conciencia de nación al iniciar el movimiento porque no era de independencia; que surgió hasta que se enfrentó a los estadunidenses como extranjeros invasores; sin embargo, los agravios a la población desde la administración virreinal (léase reformas borbónicas) se habían acumulado por décadas y afectaban los intereses creados en estas tierras; las ofensas europeas de mediados y fines del XVIII habían despertado y alentado el patriotismo criollo y cuando la crisis de 1808 los gachupines, considerados advenedizos desde siempre (durante la Colonia), se convirtieron en enemigos percibidos ya extranjeros. El surgimiento de la conciencia de nación fue temprano, incluso antes de la consumación, y saber esto hoy puede favorecer que nos revaloremos y dejemos atrás complejos y el peso de una historia negativa que esa sí desde el poder se preocupan y ocupan por difundir.
Más allá de festejos y algarabías que no están mal, hoy puede ser ocasión para volver sobre nuestros pasos y reencontrarnos con nuestro pasado de grandeza, con esa independencia por la que luchó Hidalgo aun sin llamarla así, para hacer valer derechos y detener abusos.



Columna publicada en El Informador el sábado 16 de Septiembre de 2017.

sábado, 17 de septiembre de 2016

¡Viva México!

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La arenga que Miguel Hidalgo y Costilla pronunció la madrugada del 16 de Septiembre de 1810 en Dolores Hidalgo fue muchas cosas, menos un grito de Independencia como entendemos la independencia hoy en día. Y claro que no estoy descubriendo el hilo negro ni nada por el estilo. Durante décadas, los gobiernos de nuestra nación, en ciernes siempre, han recurrido a una especie de reconstrucción histórica para legitimarse y para despertar en las masas sentimiento de identidad y conciencia nacional aun cuando ello haya implicado —y todavía— omitir y tergiversar información.
Al paso del tiempo y luego de cambios profundos en la manera de investigar, interpretar y escribir la historia de México, se han desvanecido mitos y leyendas y se han descubierto varias mentiras; y no es que todo sea perfecto actualmente, pero este ejercicio de muchos historiadores y divulgadores de la historia ha sido básico, fundamental para una nación joven, como somos, de manera que el conocimiento histórico de que disponemos es —y cada vez  más— muy cercano a lo que sucedió realmente (persiste toda una discusión historiográfica en esta materia, pero no alcanzaría este breve espacio para profundizar en ella) con interpretaciones innovadoras, libres y honestas. Una identidad o una conciencia nacional construidas sobre fantasías son endebles.
La arenga textual del padre Hidalgo se desconoce; no hay una versión escrita de puño y letra del cura de Dolores, así que hay muchas versiones y entre una y otra las diferencias son evidentes, sin embargo, hay frases que aparecen siempre, por ejemplo: “Viva Fernando VII”, “Viva la religión” y “Mueran los gachupines”. En mi trabajo como historiadora, para la elaboración de un ensayo, me encontré con un documento valiosísimo publicado en 1820 con lo que podría ser el contenido más preciso del grito de Hidalgo:
“… el sermón impreso predicado en Guanajuato en 7 de diciembre de 810 copia la sustancia de las proclamas sediciosas del Cura Hidalgo en los términos siguientes: Americanos oprimidos (decía este héroe de la impiedad), llegó ya el día suspirado de salir del cautiverio y romper las duras cadenas con que nos hacían gemir los Gachupines: la España se ha perdido, los Gachupines, por aquel odio con que nos aborrecen, han determinado degollar inhumanamente a los Criollos, entregar este floridísimo reino a los franceses e introducir en él las herejías: la Patria nos llama a su defensa: los derechos inviolables de Fernando VII nos piden de justicia que le conservemos estos preciosos dominios, y la Religión Santa que profesamos nos pide a gritos que sacrifiquemos la vida antes que ver manchada su pureza. Hemos averiguado estas verdades; hemos hallado e interceptado la correspondencia de los Gachupines con Bonaparte: ¡Guerra eterna, pues, contra los Gachupines! Y para pública manifestación de que defendemos una causa santa y justa, escogemos por nuestra Patrona a María Santísima de Guadalupe: ¡Viva la América! ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la Religión, y mueran los Gachupines!”.
Se trata de una nota a pie de página en una obra que encontré en un repositorio digital de España y sinos atentemos a su contenido, si acaso había una intención de independencia, era con respecto a las autoridades peninsulares en la Nueva España (los Gachupines), no se pretendía dejar de ser súbditos del monarca español.
Desde hace unos 40 años esta nueva perspectiva ha prevalecido aunque, al parecer, sólo en el ámbito de los historiadores porque se sigue repitiendo que el 16 de Septiembre de 1810 inició el movimiento que nos llevó a emanciparnos del dominio hispano. No fue así exactamente y las precisiones son importantes. A lo largo de una década de guerra, guerra civil de hecho, las intenciones de los que ahora identificamos como insurgentes, mutaron: de una postura autonomista que pretendía defender al rey, a la religión y mantener a la Nueva España a salvo de los franceses, se transitó a una postura de separación de España. No fue fácil, ni terso ni inmediato. Incluso en los documentos de la Consumación no son claras las intenciones separatistas. Eso llegó poco después y con un ímpetu desconcertante: la determinación general por impedir que los españoles volvieran a sentar sus reales en tierras americanas fue clara y contundente.
Hidalgo nunca gritó “¡Viva México!” ni “¡Viva la independencia!” pero año tras año en las “ceremonias del Grito” se repite como si así hubiera sido.
Construir esta nación ha sido una tarea ardua, dolorosa, sangrienta, violenta y, ciertamente, inacabada. La independencia tiene que ver no sólo con sacudirse un poder extranjero, tiene que ver con todos y cada uno de los integrantes de la nación, con usted y conmigo, con nuestros hijos; también con nuestros miedos, valores y certezas, con nuestra nobleza y nuestra esencia de pueblo pacífico y con nuestras ansias de libertad en toda la extensión del concepto. Sólo en esa medida el grito trascenderá fechas y gobernantes y surgirá de lo más profundo de esta patria maravillosa: “¡Viva México!”.


Columna publicada en El Informador el sábado 17 de septiembre de 2016.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Especial con temas históricos

Programa especial con temas históricos: Mtra. Martha Villaseñor Tinoco, antecedentes europeos de la Independencia; Dr. Jesús Gómez Fregoso, excomunión de Miguel Hidalgo y Dr. Arturo Camacho sobre "Los papeles del artista".
http://www.notisistema.net/dh07/021407.html
Viernes 17 de septiembre de 2010

sábado, 4 de septiembre de 2010

Sobre la excomunión de Miguel Hidalgo y Costilla

Entrevista con el padre Jesús Gómez Fregoso, académico de la Universidad de Guadalajara, sobre la excomunión de Miguel Hidalgo y Costilla.
http://www.notisistema.net/h22/090222.html
Buenas Noches Metrópoli (1)
http://www.notisistema.net/h23/090223.html
Buenas Noches Metrópoli (2)
Jueves 2 de septiembre de 2010

Crónica sincrónica

México: un tiempo nuevo     Laura Castro Golarte     El aguacero estaba a punto. Amenazó todo el día y los charcos en las esqu...