sábado, 23 de septiembre de 2017

Salarios y razones

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Ahora resulta que la discusión de los bajos salarios en México dentro de las negociaciones del TLC es un asunto de soberanía y que ni Estados Unidos ni Canadá, independientemente de sus razones, explícitas o no, auténticas o no, pueden meterse ni opinar porque México no lo hace. Aquí sí les preocupa la soberanía y no en otras áreas como la energética y la alimenticia por mencionar sólo dos (muy importantes siempre, en crisis ahora, particularmente la energética, dicho sea de paso).
Según Gerardo Gutiérrez Candiani, empresario y ahora funcionario responsable de las Zonas Económicas Especiales, México no puede ir más allá de su Constitución ni de sus leyes laborales en materia de salarios a propósito de las posturas de los socios del Norte; para Bosco de la Vega, presidente del Consejo Nacional Agropecuario, los negociadores estadounidenses y canadienses se están inmiscuyendo en temas que sólo competen a México. Por supuesto, la línea viene de arriba: Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, ya dijo que ese punto no forma parte de las negociaciones porque es política interna.
El martes concluyó la segunda ronda y realmente no hubo novedades con respecto a la cuestión laboral, nada que haya  salido a la luz pública porque, es cierto y lo sabemos por el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, muchos asuntos se están manejando en secreto, hasta ofreció disculpas a la sociedad por esa “secrecía”: es-que-las-cosas-así-tienen-que-ser- y bla bla bla.
No puede ni debe ser un tema de política interna en el marco de un tratado comercial trilateral en este caso y las razones de los representantes de Estados Unidos y Canadá son una muestra clara de ello, nos gusten o no las motivaciones de cada parte; en ambos casos la vinculación con cuestiones comerciales, de competitividad y productividad es indiscutible.
Estados Unidos insiste en una revisión de los salarios en México porque, afirma, nuestro país tiene más competitividad por esa vía y su intención es reducirla; es una amenaza para los empleos en la Unión Americana, de manera que anuncia que presionará para que se incrementen los ingresos de los trabajadores mexicanos. Las razones de esta postura son que las empresas estadounidenses se queden en su país. Los salarios en México, nada más para tenerlo presente (digo, por si acaso no estábamos enterados o no nos habíamos dado cuenta en este país de sueños y fantasías en el que vivimos), son de los más bajos en el mundo.
El argumento del Gobierno mexicano, además del riesgo de atentar contra nuestra soberanía por supuesto, es que nuestro país perdería competitividad y en este punto es en el que quiero destacar las declaraciones del líder del sindicato más importantes de ese país, Jerry Dias, quien no es negociador pero sí alguien muy cercano a Justin Trudeau, el primer ministro canadiense.
Claro que la difusión de sus consideraciones es escasa. Cuando las leí por primera vez me nació un “gracias” desde el fondo de mi corazón, porque con esa afirmación de que México deliberadamente mantiene a su población en la pobreza confirmé lo que, por otras razones, he señalado varias veces en este espacio: Jerry Dias sostiene que es deliberado para que (con otras palabras claro) el gobierno mexicano grite a los cuatro vientos que genera miles y miles de empleos. De pésima calidad y para mantener a toda costa una competitividad que va en detrimento de la calidad de vida de los mexicanos (yo he dicho que, además, para tener a quién comprar votos fácilmente, pobreza y mala educación intencionales).
El líder sindical de Canadá también dijo que los salarios tan bajos en México favorecen la pobreza y no la productividad (¿están oyendo?), su argumento coincide con la postura estadounidense (ejemplificó con este dato: México tiene 8 % del mercado automotriz y 45 % de los empleos del sector, pero los trabajadores de esa industria ganan nueve veces menos que lo que ganan empleados por un trabajo igual en EEUU y Canadá) pero aparte fue capaz de decir sin ambages que no tiene con quién hablar en México porque los sindicatos son débiles, sin legitimidad y trabajan a la par del gobierno, no de sus representados; y que esta política laboral de México no tiene sentido y es indignante.

Esto es cierto pero en nuestro país, ni por los empresarios ni por el gobierno es posible hablar de un incremento salarial sustancial (el de la CTM dijo que era “un sueño guajiro”) porque se desgarran las vestiduras. No quieren aceptar que mejoraría la calidad de vida de la población y que se reactivaría el mercado interno: estas deberían ser las razones en México y de paso mejoraría la relación con los socios comerciales. A ver qué pasa en la tercera ronda, esto no termina aún.

Columna publicada en El Informador el sábado 9 de septiembre de 2017.