Ciudad Adentro
Hace seis años,
un movimiento juvenil sacudió el territorio nacional. Con epicentro en la
Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, 131 muchachos decidieron
romper el silencio, descruzar los brazos, abrir los ojos y llevar a otros de la
mano para entender que las cosas no estaban bien.
Fue un
movimiento intenso al que pronto se sumaron cientos, miles de estudiantes de
varias universidades y ciudadanos de todo el país. Antes del #YoSoy132, se
había intentado emprender otra acción de inconformidad de frente al poder que
no nos representa, en 2009, para anular los votos. Participé activa y
consecuentemente pero después de las elecciones que fueron intermedias nos
dimos cuenta que el ejercicio, asentado en la buena fe, no había dado los
resultados pretendidos porque legalmente no había vinculación posible. El
rechazo ciudadano que sí quedó demostrado, fue subestimado y desdeñado, como
siempre, por la clase política.
Hay inquietudes
añejas y se han manifestado en los últimos años de manera intermitente pero
constante. La traición de Vicente Fox en el año 2000 fue un golpe duro que
todavía duele y enoja, pero poco a poco la sociedad se ha recuperado y las
manifestaciones de inconformidad, las que de manera expresa y tácita exigen un
cambio, brotan aquí y allá, de una forma o de otra, durante procesos
electorales o no.
Seis años de #YoSoy132. Imagen tomada de: El Imparcial de Oaxaca. |
El movimiento
#YoSoy132 que apenas ayer cumplió seis años, ha sido una de las expresiones más
claras y contundentes en los últimos tiempos. Confieso que creí que se había
diluido, que había desaparecido; pensé que el movimiento había sido infiltrado
por la clase política para desbaratarlo desde adentro, dada su peligrosidad para
el statu quo. Pero no fue así.
Ahora que se
cumplen seis años, varios jóvenes que fueron protagonistas de entonces, resulta
que están integrados a diferentes organizaciones porque se dieron cuenta, como
escribió Rodrigo Cornejo en su cuenta de Twitter, que podían hacer política
fuera de las instituciones, específicamente, agrego, de los llamados institutos
políticos, los partidos. Y agregó: “Organizándonos alrededor del poder de las
redes sociales como una herramienta para convocarnos y llamarnos entre
nosotros”. Rodrigo Cornejo es candidato independiente y forma parte del equipo
de Kumamoto #VamosAReemplazarles.
Cómo él hay
otro, muy activos desde la sociedad y desde el activismo ciudadano y
político-electoral.
Durante las
manifestaciones por los gasolinazos de inicios de 2017, muchos de los jóvenes
que se integraron a las marchas traían ya el ejemplo del #YoSoy132 y si bien la
efervescencia por la indignación que causó la gran mentira de la reforma
energética fue bajando de intensidad hasta aparentemente desaparecer, quedó en
estado latente, plenamente integrada a las muestras de años anteriores y con la
mira puesta, con una claridad impresionante, en las elecciones de 2018.
Antes de 2017,
debo decir, Pedro Kumamoto, abrió una puerta para miles de jóvenes interesados
en hacer política de una manera diferente, una que implica, necesariamente, la
unión casi indisoluble entre estos nuevos políticos y la sociedad. Una acción
que desde la clase política actual no se ha entendido y de ahí la gran distancia
entre mandantes y mandatarios; de ahí esa certeza de que no nos representan; de
que sus intereses están totalmente alejados de los de los ciudadanos que los
elegimos en un sistema verdaderamente perverso y los mantenemos ¿o de dónde
salen sus sueldos y prestaciones, viajes, seguros y propiedades?
El movimiento
#YoSoy132 es un ejemplo a seguir; la esencia persiste para alimentar nuevamente
a los espíritus que creemos y sabemos que México y los mexicanos merecemos un
mejor destino y una clase política honesta y eficiente que nos represente.
En este orden de
ideas, toca participar y defender la voluntad ciudadana; exigir a las
autoridades electorales que cumplan con las leyes, que sean prudentes además,
que tengan conciencia y amor por México; y con eso, tratar de atajar los
intentos de fraude que ya se fraguan desde diversos frentes como la
manipulación de encuestas electorales por ejemplo (aguas con eso); la operación
en el campo mediante la compra de votos, en un ejercicio sencillo para quienes
lo practican porque la mayoría de los partidos no tiene capacidad para
acreditar representantes de casilla en todo el país y por la pobreza lacerante;
o la tergiversación de declaraciones que deja en evidencia una conducta en
donde los escrúpulos brillan por su ausencia.
Estamos en una
situación muy compleja y es cierto que hay cansancio, pero es necesario que
participemos y nos involucremos más en la medida de lo posible. Los jóvenes
ponen el ejemplo.
Columna publicada en El Informador el sábado 12 de mayo de 2018.