sábado, 13 de abril de 2019

Juicio y reflexión


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Es tan vertiginosa la dinámica de la información que se difunde todos los días desde la Presidencia de la República y de otras entidades del Gobierno de México como las Cámaras de Diputados y de Senadores, que nuestra capacidad de reflexión y juicio subsecuente se reduce a su mínima expresión.
Los juicios sobre algún asunto en particular, un programa, una política pública, una decisión, una acción o varias, una contestación o alguna opinión, son prácticamente de generación espontánea tanto a favor como en contra, y se suprime el paso urgente y necesario de la reflexión.
Y ahí vamos, opinando de esto y aquello sin haberle dedicado al tema o a los temas unos minutos escasos, en un trayecto de la casa al trabajo o viceversa, mientras esperamos el semáforo, para tratar de dilucidar a qué obedece todo y qué es lo que están calculando los actores políticos.
Creo que es el caso, como tantos otros, de la reforma laboral que se aprobó esta semana en la Cámara de Diputados y está a la mitad, podríamos decir, del proceso legislativo; esto en primer lugar.
En segundo, el último día de la administración de Enrique Peña Nieto, se difundieron los puntos del acuerdo, al que no se llegó fácilmente, del ahora T-MEC y entre otros, específicamente, el Gobierno de México se comprometió a emprender medidas legislativas para garantizar el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva, según las declaraciones del representante comercial de Estados Unidos en aquellas fechas. Esto se publicó en varios medios y es fácil encontrar las referencias en internet con una búsqueda sencilla.
En tercer lugar, si bien no se revisó el asunto de las empresas de outsourcing, de lo más cuestionado de la mal llamada reforma laboral de Peña y creo que sigue siendo criticable, se atendieron otros aspectos que no necesariamente responden a “presiones” de los demócratas estadounidenses sino a reclamos añejos de la sociedad mexicana que no habían sido abordados porque formaban parte del modus operandi del sistema político mexicano: esta relación perversa entre el gobierno y los sindicatos con líderes que se eternizaban en el poder y acumulaban tal cantidad de privilegios que lo que verdaderamente no les importaba eran los trabajadores que decían representar. Mientras pagaran sus cuotas y pudieran ser utilizados en tiempo de elecciones todo estaba bien, ellos seguían enriqueciéndose y acumulando poder y dinero. Bueno, algunos siguen. La reforma laboral que se aprobó en la Cámara de Diputados contiene disposiciones para acabar con el charrismo sindical y abrir las puertas de la democracia en estas formas de organización laboral. Y si es así, lo que sigue es que los líderes sindicales, ahora sí, se preocupen por el bienestar y las mejores condiciones de trabajo de sus agremiados ¿cuál es el problema? Falta, reitero, que pase por el Senado.
Otra cuestión que se podría derivar de esta reforma es que mejoren los ingresos de los trabajadores mexicanos, uno de los puntos que ha causado gran controversia en las negociaciones entre los representantes de los tres países. No se me olvida el señalamiento de Jerry Dias, el líder sindical canadiense, quien afirmó que el Gobierno de México mantenía deliberadamente en la pobreza a los trabajadores en aras de lograr una mayor productividad, pero una productividad mal entendida.
Es clara la relación entre la aprobación de esta reforma y los compromisos con respecto al T-MEC ¿pero no era esta una inquietud poco antes de que concluyera la anterior administración ante las expectativas de un nuevo gobierno? Hay otros aspectos de la reforma laboral que se acaba de aprobar en la Cámara baja. El proceso legislativo aún no concluye. La invitación es a informarnos mejor, a dejar de lado las opiniones superficiales y desinformadas e involucrarse responsablemente en los asuntos que atañen a la nación en su conjunto y a todos y cada uno de nosotros.
Necesitamos profundizar en nuestros procesos de reflexión y, con base en ellos, emitir juicios más acertados, no sólo para juzgar y ya, sino para actuar, participar, abrir la boca ante quienes pueden y deben tomar decisiones en materia política, quienes nos representan, específicamente.

Columna publicada en El Informador el sábado 13 de abril de 2019.

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