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sábado, 8 de septiembre de 2018

Reforma educativa... otra vez


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Desde 2012, cuando se aprobó la dizque reforma educativa de la administración peñista, hasta el día de hoy, le he dedicado al asunto una veintena de columnas en este espacio. El tema es urgente y estoy convencida de la necesidad de darle seguimiento desde la trinchera que sea: como estudiantes, como padres de familia, como empresarios, como autoridades, como académicos…
La reforma educativa de la que se anuncia su próxima cancelación se aprobó con una rapidez inusitada: el 20 de diciembre de 2012 en la Cámara de Diputados, es decir, a 19 días de que Peña Nieto rindiera protesta como Presidente de la República; y al día siguiente, en el Senado. Dejaron pasar las vacaciones y poco más, y en febrero de 2013 el Ejecutivo federal ya estaba promulgando la reforma constitucional; para septiembre se anunciaban los cambios en las leyes derivadas.
¿Es posible emprender una reforma constitucional en 19 días sin que nadie se moleste ni se incomode?  En su momento y hasta el día de hoy, de esta reforma de Peña se dijo que era más una reforma laboral que educativa porque los cambios implicaban sobre todo una nueva relación con los maestros, pero efectivamente con toda la intención de dejarlos fuera, de ahí las marchas, plantones y todo lo que conocemos.
Cero gestión, cero socialización y sí una manipulación descarada a través de las grandes televisoras que llevaron a buena parte de la sociedad mexicana a aborrecer a los docentes, señalados por resistirse a la evaluación y por ser perezosos, cuando la OCDE, por ejemplo, tiene estudios en donde queda claro que los profesores mexicanos están ávidos de preparación y evaluaciones; aunque no, si a los procesos se les mete mano para que el sindicato y el gobierno pudieran deshacerse de docentes críticos y dejar entrar a profesores que se quedan callados y están cómodos en un sistema podrido, corrupto y corrompido por el mismo Estado desde hace décadas.
Además de estos cuestionamientos que no se hicieron esperar y que se estuvieron repitiendo a lo largo del sexenio, de la dizque reforma educativa también cuestionamos muchos que no incluyera cambios de fondo en los programas de estudio y en la currícula. De último momento empezaron a trabajar en un modelo educativo que hicieron en modo fast track como la reforma de diciembre de 2012 y aplicaron a rajatabla, igual, dejando fuera a los verdaderos interesados; también pasó con la integración del Instituto de Nacional de Evaluación y con todo lo demás, específicamente con la implementación de la primera etapa del nuevo modelo educativo a partir del lunes pasado.
Esta reforma tuvo críticos durante todo el sexenio, de adentro y de afuera del sindicato, de adentro y de afuera del magisterio; la cuestionaron políticos y hasta organismos internacionales manifestaron posturas y los opinólogos profesionales no se quedaron atrás. Algunas de las críticas fueron tipo “opositodo” y hubo otras constructivas con el ánimo de que una reforma constitucional como la que se planteaba fuera completa y de una vez resolviera rezagos añejos.
Andrés Manuel López Obrador, como candidato presidencial, prometió que la “mal llamada” reforma educativa sería cancelada. La promesa, pronunciada en un ambiente de campañas muy sucias, además, fue pasto para los candidatos opositores y, una vez más, se intentó manipular con frases y spots que decían, más menos: “no quiere que tus hijos aprendan inglés”, “no quiere que los profesores sean evaluados” y así por el estilo.
Ahora, en su calidad de Presidente electo, la promesa se reitera como una acción de gobierno y también se interpreta con juicios similares a los de la campaña. Escuché en radio la siguiente pregunta: “¿Si AMLO le da marcha atrás a la reforma educativa, entonces se seguirán vendiendo plazas?”; otra: “¿Tendrá que hacer otra reforma educativa?”; “¿Los maestros ya no serán evaluados?”…
Hasta donde entiendo y más vale que así sea, se trata de mejorar el marco legal no de empeorarlo; la idea es empezar a atender, de fondo y con una mejor gestión, los rezagos educativos que enfrentamos desde hace décadas; y si se requiere otra reforma constitucional en la materia ¿cuál es el problema? Se han hecho tantas y no decimos nada… y ahora resulta que es algo así como extraordinario o imposible. El propósito tampoco es dejar de evaluar si ese ejercicio tiene como objetivo mejorar la calidad de la enseñanza; si en cambio, si el móvil es deshacerse de profesores.
¿Otra reforma educativa? Sí, adelante, hasta dar con el esquema ideal para México, tomando en cuenta los rezagos, las diferencias regionales, las necesidades, las realidades, las urgencias… Y si no es así, toca demandar, justo como nos faculta a todos la constitución.

Columna publicada en El Informador el sábado 25 de agosto de 2018.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Sueños desde el siglo XVIII

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Cuando México se estrenaba como nación independiente, desde antes de hecho, gracias a la preocupación de ilustrados de la talla de Francisco Xavier Clavigero (así, con g, es la ortografía correcta del apellido), se empezaron a promover cambios en materia educativa y pedagógica. En aquellos años, y estamos hablando de fines del siglo XVIII, sabios y eruditos trataba de lograr que la instrucción llegara a las masas.
En las primeras publicaciones tapatías, los escritores de los artículos, particularmente los “polares” a los que he citado en columnas anteriores, expresaban la necesidad urgente de que la gente se instruyera, que saliera de las tinieblas de la ignorancia y se hiciera una con la nación que estaba llamada a formar parte del grupo de naciones civilizadas del orbe.
El progreso era la máxima aspiración, sueños de modernidad que persistieron (a la par que las tradiciones más arraigadas) a lo largo del siglo XIX, con la educación como bandera siempre, bajo un tono u otro. Entre los auténticos amantes de la nueva nación no sólo se manifestaban las preocupaciones sino que se actuaba en consecuencia y ahí tenemos a cinco grandes de Jalisco como Francisco Severo Maldonado, Juan de Dios Cañedo, Prisciliano Sánchez, Mariano Otero y Tadeo Ortiz de Ayala. No son los únicos, me refiero a ellos como los principales de la primera mitad del siglo XIX y por las obras que dejaron para la posteridad. Entre estos cinco está el editor de El Despertador Americano (por cierto, el 20 de diciembre se cumplieron 206 años de la aparición del primer número), un diputado ante las Cortes de Cádiz (Madrid), el primer gobernador de Jalisco autor del Pacto Federal del Anáhuac, el coautor del derecho de amparo —aportación de México al mundo— y un individuo que fue clave para México en los últimos años de la revolución que llevó a la independencia ante otras naciones. El tema me apasiona y la verdad es que no me quiero extender demasiado, pero sí apuntar datos ciertos del tiempo que hace que ilustres mexicanos se han preocupado y ocupado por nuestra educación con la certeza de que es la única manera de que el pueblo se integre, desarrolle un sentido de pertenencia y de defensa de su patria y sus derechos.

Juan de Dios Cañedo. Imagen tomada de Esto pasó.

Escribo esto porque recién se dieron a conocer los resultados de la prueba Pisa que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) manda hacer. Nos fue mal, muy mal. Y bueno, lamentablemente, es la realidad.
Sé que la prueba es cuestionada porque sólo califica ciertos aspectos, sin embargo, los resultados que arroja sí son representativos de la calidad educativa en los países que estudia. Las materias que evalúa son Matemáticas, Ciencias y Lectura. Básicas para el desarrollo de otras habilidades y para enfrentar el mercado laboral diseñado además para reforzar precisamente esas áreas. Las preocupaciones por impulsar otras capacidades y com-pe-ten-cias son apenas recientes y las desigualdades entre países desarrollados y subdesarrollados siguen siendo descomunales. Todos sabemos los intereses del gran capital (sí, sé a qué sueno pero es cierto) para formar masas de obreros y empleados capacitados para cumplir con ciertas tareas, logros, retos, metas y demás parafernalia empresarial desarrollista y globalizadora de ganar/ganar y cosas por el estilo, especialmente si esas masas viven en países pobres, América Latina para no ir muy lejos, digo, aquí estamos.
Estos resultados deberían ser un referente para cambiar las cosas, pero no ha funcionado así, al menos no en México. De 2012 a 2015 México cayó varios lugares en las tres disciplinas y de 70 se ubica en el lugar 58 en Ciencias; 55 en Lectura y 56 en Matemáticas; es decir, de la mitad para abajo.
Lo peor de todo, lo más desalentador, es que Aurelio Nuño, el titular de la SEP, lleva agua a su molino y afirma que por eso es tan urgente la reforma educativa; claro, es urgente una reforma educativa pero no la vigente ya obsoleta. A ver si se animan y dan varios pasos más adelante; habría que salirse de las filas globalizantes, emprender una reforma que sorprenda al mundo, que rompa esquemas y patrones de atraso y mediocridad, que verdaderamente promueva el talento y la creatividad que ya tenemos y que, como soñaban los ilustrados del XVIII y del XIX nos lleve a estadios superiores de desarrollo y progreso, simplemente, para vivir mejor, sin corrupción, sin atrasos, sin desigualdades, sin abusos, sin egoísmo.
Mientras tanto y por lo pronto, con todo mi cariño y los mejores deseos ¡Feliz Navidad!

Columna publicada el sábado 24 de diciembre de 2016.


sábado, 25 de junio de 2016

Ni con la sacudida

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Los hechos criminales registrados en Nochixtlán, Oaxaca, la semana pasada son una sacudida, un terremoto, un sismo de la más alta intensidad  y ni así reacciona el Gobierno mexicano. Ocho o nueve personas muertas y más de 40 heridos son el saldo de un enfrentamiento que no debió tener lugar y que desde la autoridad se ha tergiversado y manipulado de manera burda y desaseada por decir lo menos, y además fácilmente, gracias a los servicios de las grandes televisoras y de estaciones de radio que a lo largo y ancho del país, sin el más mínimo rigor periodístico acusan sin ambages y sin verificar ni contrastar se posicionan del lado “oficial”.
Desde el domingo pasado he estado atenta a las reacciones y hechos derivados de la violencia del Estado contra sus ciudadanos y sólo en algunos medios, los menos y la mayoría alternativos e independientes, se ha profundizado en lo sucedido y se ha intentado por lo menos presentar las dos versiones, la gubernamental y la de la disidencia.
Ocho o nueve mexicanos, según las diversas fuentes, perdieron la vida y desde la autoridad, apenas, atinan a convocar a mesas de diálogo cuyos resultados, deliberadamente no dados a conocer por la Secretaría de Gobernación, es evidente que no responden a las demandas del magisterio inconforme porque las marchas y los plantones continúan.
¿Es que no se dan cuenta que están actuando mal? ¿Qué las fórmulas a las que recurren, escudados en los medios, no están dando resultados? ¿Qué no hay alguien en el gobierno que informe al Presidente y a su gabinete de la reacción que los hechos violentos en Nochixtlán han despertado en el mundo?
¿Qué se necesita entonces más que una sacudida de esta magnitud para que el gobierno asuma su responsabilidad y con voluntad y apertura, y no con autoritarismo y represión, resuelva el conflicto?
La sensación de impotencia es tanta que duele porque la clase política persiste en mantener una conducta errónea, equivocada a todas luces o cómo se puede calificar la declaración del vocero de la Segob cuando terminó la reunión el miércoles pasado: “…el diálogo es sano, fluido, no hay gritos ni sombrerazos. Hay disposición”.  Mientras las marchas y manifestaciones se repetían en diferentes puntos del país de norte a sur y de este a oeste. Ya no sólo contra la reforma educativa sino exigiendo justicia por los mexicanos asesinados y los desaparecidos en Nochixtlán.
Y luego se dice que en México somos apáticos. Las expresiones de apoyo a los maestros y de demanda de solución sin violencia de parte del Estado se repiten, pero curiosamente es información que no se difunde suficientemente. Sólo en algunos medios y si acaso, no se repite como sí, el discurso de que los maestros son los culpables de todo. Este asunto lo he tratado en columnas anteriores, de hecho, hace unas semanas titulé el comentario como "Amenaza tormenta" y pues aquí la tenemos.
La actitud autoritaria y de represión del secretario de Educación, más la disposición de fuerzas contra los manifestantes fueron el caldo de cultivo, reitero, desde el Estado. Podríamos pensar que los maestros están equivocados, hay mucha gente que está convencida ¿matarlos es la solución?
Las expresiones de repudio en el extranjero se suman al sismo interno, pero el gobierno sigue sin percatarse, no se da por aludido aun cuando de manera expresa se exige la renuncia del presidentes, del secretario de Gobernación, del de Educación y del gobernador de Oaxaca; desde el poder siguen creyendo que tienen razón, que todos los demás estamos mal, amparados en los juicios y prejuicios que han alimentado de la mano de los grandes medios de comunicación para mantenernos a los mexicanos divididos. Aun así, tantos no podemos estar mal, ni pensadores críticos como Noam Chomsky ni asociaciones civiles nacionales e internacionales como las organizaciones que integran el consejo consultivo de la OCDE ni los colectivos de Oceanía y de Europa que también se manifestaron a favor de que se finquen responsabilidad y se esclarezcan los hechos, insisto, manejados informativamente hasta hoy con una ambigüedad que pasma y que favorece las dudas, la desconfianza, el temor y, claro, la manipulación y tergiversación de lo que realmente sucedió.

La sacudida es grande, pero el gobierno está como pasmado, como ido, porque con esto era para que, ahora sí, lo bueno pasara, lo bueno para los mexicanos todos, lo bueno que implique y signifique rendición de cuentas y justicia particularmente en este caso.

Columna publicada en El Informador el sábado 25 de junio de 2016.

domingo, 18 de octubre de 2015

¿Por qué la resistencia?

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Desde hace tiempo he expresado que debemos, como humanidad, organizarnos de otra manera. Las fallas y las perversiones que nos afectan de manera global son resultado de creaciones del ser humano; de las estrategias que se les ocurren a los líderes mundiales y, para quienes creen en las teorías de la conspiración, de mentes enfermas que sueñan con apoderarse del mundo y exterminar por lo menos a la mitad de los habitantes de la Tierra.
Independientemente de si hay estas motivaciones de fondo o no, la verdad es que no andamos nada bien. Las desigualdades son pasmosas en todo el orbe y todo parece indicar que quienes son la minoría en estas mediciones, no están muy interesados en acortar la brecha.
Por eso sentí un poco de esperanza con la conferencia del Premio Nobel de Economía, Joseph E. Stiglitz, y digo poco no por sus afirmaciones, sino porque muy probablemente quienes toman las decisiones no le hagan caso. Pero este genio de la economía estuvo en Guadalajara para decir que, efectivamente, es no sólo  necesario, sino urgente, reescribir las reglas de los sistemas económicos, educativos y financieros, nada más y nada menos.
El tema central de su alocución en el Foro Mundial de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) fue la desigualdad y la verdad es que lo que dijo no es ningún hallazgo extraordinario, algo de lo que nadie se hubiese dado cuenta: la educación de mala calidad y el desempleo son dos de los principales factores que propician la desigualdad en el mundo. Así de simple, así de sencillo. Él sabe que difícilmente lo tomarán en cuenta porque aseguró que la desigualdad es el resultado de políticas erróneas y la resistencia a corregirlas y más adelante agregó: “[…] proporcionar las mismas oportunidades para personas en diferentes circunstancias no es igualdad, la gente que empiece con una desventaja aunque se les dé la misma educación, tendrá resultados diferentes”.
Ojalá sus ideas y propuestas fueran tomadas en cuenta, pero persiste esa resistencia en las altas esferas de los gobiernos por impulsar medidas que redunden en mejores condiciones de vida para todos, se conforman, se consuelan y se escudan en mediciones engañosas cuyos métodos se acomodan a conveniencia, así tenemos por ejemplo las cuentas alegres con las que nos despertamos el jueves: “Jalisco aprueba 10 de 12 indicadores de bienestar”. Ajá ¿y la realidad cotidiana? Que dizque primer lugar en educación cuando las deficiencias en expresión oral y escrita y en pensamiento lógico-matemático son marcadas y comprobables plantel por plantel, alumno por alumno.
Bueno, ahí están los resultados de una encuesta de Parametría para todo el país, incluido Jalisco claro, que revela: “la mitad de los mexicanos no sabe que México se independizó de España”. Por supuesto esto no es culpa de los mexicanos sino de la mala educación y de la pobreza porque desde el gobierno hay una clara resistencia a cambiar esa realidad que nos aplasta. Pero como ya salió en esos indicadores que Jalisco está muy bien, pues no hay de qué preocuparse, estas cifras e indicadores sólo sirve, como dije, para que la clase gobernante tenga a la mano justificaciones avaladas por ellos mismos, por certificadores creados o patrocinados por ellos mismos, y gritar a los cuatro vientos que vivimos casi en el paraíso para no hacer nada.
El jueves también se exaltó que en México aumentó el número de pobres y que se redujo la pobreza extrema. Podría parecer una contradicción (y en realidad lo es), sin embargo, dada la complejidad de sus indicadores, una medición es para la pobreza y otra para la pobreza extrema, y luego está la pobreza alimentaria, la pobreza educativa, la de salud y la de vivienda, es decir, una por cada necesidad básica que no está cubierta. Pulverizada así la masa de personas que viven en estas condiciones, unos indicadores bajan y otros suben, pero sigue siendo más de la mitad de la población.

Si está claro y estamos de acuerdo en que la desigualdad es resultado de “políticas erróneas” y de la “resistencia a corregirlas”, la solución tendría que ser sencilla, un asunto de voluntad, de conciencia, de humanidad. Sería bueno saber el porqué de la resistencia a que la “prosperidad sea compartida por todos”.

Columna publicada en El Informador el sábado 17 de octubre de 2015.

viernes, 22 de octubre de 2010

Arrendamiento de patrullas en Guadalajara

Entrevista con Eduardo Almaguer, regidor del Ayuntamiento tapatío y presidente del PRI Guadalajara sobre el arrendamiento de patrullas por 185 millones de pesos.
Forma y Fondo
Jorge Octavio Navarro (Jonás) y Laura Castro Golarte
Miércoles 20 de octubre de 2010

Crónica sincrónica

México: un tiempo nuevo     Laura Castro Golarte     El aguacero estaba a punto. Amenazó todo el día y los charcos en las esqu...