domingo, 4 de marzo de 2018

Democracia + decepción


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Esta operación es cada vez más recurrente. Y si es una suma, debe haber un resultado: ¿apatía?, ¿irresponsabilidad?, ¿resignación?, ¿frustración? Difícilmente se podría encontrar un resultado positivo de esta combinación de factores, en todo caso, tendría que cambiar el signo: Democracia = decepción… si nos remitimos a la manera en la que se practica la democracia en México y en casi todo el mundo desde hace varios lustros a la fecha.
Ahora ¿es la práctica de la democracia? ¿Es la descomposición de la clase gobernante? ¿La falta de participación ciudadana? ¿La corrupción que se extiende como plaga por el globo terráqueo? ¿Es la falla del sistema? ¿El agotamiento del modelo? ¿Qué es?
Recientemente se presentaron las conclusiones de un estudio de opinión pública sobre diversas percepciones en América Latina, básicamente desarrollo democrático, economía y sociedad. Se conoce como Latinobarómetro y hasta ahora goza de prestigio por la seriedad de sus encuestas y por la manera en la que se procesan y difunden los datos, aunque todo estudio, sea de quien sea, debe leerse y analizarse escrupulosamente; no están los tiempos para otorgar cheques en blanco sin ton ni son. Como siempre que hay acceso libre, dejo aquí la liga por si se desean leer el informe 2017 completo: Latinobarómetro
Pues bien, resulta que la mayoría de las personas entrevistadas (más de 20 mil de 18 países de América Latina) está decepcionada de la democracia; los autores del estudio describen esto como “el declive de la democracia en toda la región”. Y agregan: “La hemos llamado diabetes democrática, una enfermedad invisible, que no alarma (a) nadie pero carcome la vida lentamente”. Habría que añadir: para la que no hay cura.
¿Por qué será? Hay quienes interpretan este indicador como una incomprensible añoranza del pasado autoritario y dictatorial en la región, y ya. Personalmente creo que esa puede ser una posible interpretación, pero no la única ni necesariamente la correcta. Definitivamente algo está fallando y son significativos los indicadores que arroja este trabajo entre los que, por ejemplo, se alza Venezuela como el único país en donde creció de manera notable la preferencia de la población por la democracia como el mejor sistema de gobierno posible en contraste con los demás conocidos.
¿El peor resultado para esta misma pregunta? México. Es el país en el que de un año a otro se registró la baja más significativa con 10 puntos porcentuales. El apoyo a la democracia en México cayó de 48 a 38 % de 2016 a 2017 y es prácticamente el peor nivel alcanzado desde 1995 a la fecha, salvo por el resultado del año 2013 que se situó en 37 % de apoyo a la democracia como sistema de gobierno.
¿Se puede decir que en el caso de México hay nostalgia por la dictadura? No lo creo. El indicador revela, en cambio, que los gobiernos pseudo democráticos en nuestro país, alternancia incluida y toda la cosa, no están respondiendo a las expectativas de la población, expectativas, por cierto, generadas por la misma clase política y el sistema de partidos; y anuladas por los mismos gobernantes dada su inoperancia como ejecutivos titulares de las administraciones públicas ya sean federal, estatales o municipales; por la falta de responsabilidad y de liderazgo; por los altísimos niveles de corrupción y por el desdén, sintomático ya, de la clase política con respecto a las demandas y necesidades sociales.
La decepción con respecto a los gobiernos “democráticos” en México es mayúscula; o de la democracia según se entiende y práctica en nuestro país. Como ciudadanos, este es el gran desafío: es preciso sobreponernos y pese a nuestra mala percepción de la democracia aquí,  prepararnos para las elecciones que vienen.
Urgen cambios. Están a punto de terminar las precampañas, una farsa realmente; y en el periodo previo al inicio de las campañas, también habrá publicidad y propaganda electoral “neutra” según dicen y bueno, ya pronto veremos qué entienden por eso; es decir, no nos dejarán descansar de un espectáculo lamentable y deprimente.
Ya sabemos que la democracia no es perfecta y quizá nos falte comparar con otros países: España por ejemplo, en donde vivieron por más de 40 años bajo una dictadura que los lleva a apreciar la democracia casi como sea.
No se trata de conformarse con lo que sea, tampoco; es como si estuviéramos ya satisfechos porque experimentamos la “alternancia”. No. Hay que exigir mejor cada vez, un desempeño casi perfecto, lo merecemos.

Columna publicada en El Informador el sábado 10 de febrero de 2018.