Ciudad Adentro
LAURA CASTRO
GOLARTE (lauracastro05@gmail.com
Los jóvenes
estudiantes son lo mejor que tenemos; son la esencia de esta sociedad aun
cuando está inmersa en un país explotado y atrasado por obra y gracia de su
propia clase política cínica, egoísta, corrupta y sin escrúpulos; son la
esencia de un país cuya grandeza ha sido sistemáticamente omitida y sustituida
por la reprobación y el señalamiento.
Desde que tengo
uso de razón hay crisis en México; desde que me acuerdo, mis papás se quejaban
de la situación y de los políticos; están en mi memoria y en la de muchos,
frases como: “el que no transa no avanza”, “gánale al PRI”, “vivir fuera del
presupuesto es vivir fuera del error” y, más recientemente “el PRI roba y deja
robar”.
¿Quién las
pronunció primero y las soltó para que se regaran y arraigaran en la
inconsciencia colectiva, pobre y hambrienta? ¿Y en la no tan pobre pero
advenediza y oportunista? ¿A quién le convenía… le conviene? ¿En qué momento
los poderosos cancelaron aquella tímida pero clara idea de superación, de
transcendencia, de desarrollo, de evolución? ¿En qué momento optaron por vender
ideas e ideales? ¿Cuándo prefirieron el enriquecimiento propio inconmensurable
y nauseabundo al servicio público? ¿Cuándo dejaron de amar a México? ¿Cuándo
dejamos de importarles? ¿Cuándo le abrieron las puertas anchas y sin obstáculos
a la corrupción y al contubernio con el crimen organizado? ¿Cuándo cerraron los
ojos? ¿Cuándo se conformaron con “gobernar” a una masa de sólo votantes y
contribuyentes? ¿En qué momento se endurecieron y envilecieron?
No siempre ha
sido así pero ha empeorado, la descomposición avanza como un cáncer incurable y
agresivo y la realidad la constatamos y sufrimos día a día. Hay que romper con
esto; hay que cambiar y modificar patrones; desterrar esas frases del
inconsciente colectivo y pensar de otra manera, sin miedo, con esperanza, con
nuestros hijos en mente, con este país que amamos, del que debemos volvernos a
enamorar y sentirnos orgullosos. Hay que romper patrones y ahora, más que
nunca, exigir una purga profunda en el sistema político mexicano que incluye al
legislativo y al judicial. Esto no puede ser, no lo merecemos.
Los jóvenes
estudiantes son lo mejor que tenemos; son la garantía de que mexicanos
preparados, con sueños y ambiciones tomarán la estafeta, con determinación y
orgullo para que todos vivamos mejor.
Los necesitamos.
Necesitamos su entusiasmo y su talento, su rabia y su valentía; los necesitamos
vivos y nos necesitamos juntos. Son lo mejor que tenemos.
Estoy indignada
hasta el cuello porque la desaparición de tres muchachos estudiantes del CAAV y
de otro joven de la UdG se suma a la de miles más y nos eternizamos como una
sociedad a la que los gobernantes votados y pagados por todos nosotros no dan
respuesta. No más, esto tiene que cambiar, debe cambiar, sin dilación ni
prórroga y el tiempo electoral no debe ser factor a considerar. La inseguridad
es rampante; se incrementan las cifras de muertos y desaparecidos; las cifras
de robos y atracos; los jóvenes están bajo amenaza y no puede ser que desde la
“autoridad” simplemente se reaccione. ¿Qué han hecho para cortar de raíz? No se
notan sus dizque acciones, ni sus dizque avances; son datos en informes
inflados, falsos y demagógicos. Ya basta.
Los jóvenes
estudiantes son lo mejor que tenemos y además de luchar contra todos los
obstáculos posibles, personales, familiares, del entorno, del contexto, las
trabas que un país explotado y atrasado impone, su integridad y sus vidas están
en constante riesgo y peligro ¿hasta cuándo pues?
Mientras escribo
esto, la juventud movilizada de tres universidades por lo menos, estaba reunida
en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades para tomar
decisiones, para hacer propuestas, para organizarse, pero sobre todo para
exigir acciones concretas, notables y visibles de que se busca a los jóvenes
recientemente desaparecidos y a todos y de que se combate el crimen organizado;
queremos todos muestras de que el gobierno que pagamos resuelve y atiende y
escucha y trabaja como debe, porque la constitución y todos los mexicanos y
jaliscienses lo mandamos y lo ordenamos.
Javier, Marco,
Daniel y César tienen que presentar exámenes, asistir a clases, reportarse con
sus papás, los tres primeros deben entregar un cortometraje, la vida los llama
a los cuatro, a los 43, a los tres mil,
al mexicano o mexicana que desaparece cada dos horas. Los queremos vivos y los
queremos de regreso ya. A todos, son lo mejor que tenemos.
Columna publicada en El Informador el sábado 24 de marzo de 2018.