Ciudad Adentro
La semana pasada
escribí sobre la cultura de la mentira en nuestro país, particularmente en la
clase política (de seguro en otras naciones y sociedades también la practican
pero eso no me preocupa ni me sirve de consuelo en este momento) y ahora me
referiré a las resistencias, una actitud generalizada estrechamente vinculada
con el tema del otro sábado.
La simulación a
la que son proclives los servidores públicos (dizque) en México es resultado de
corrupción, mentiras y privilegios; es el recurso para ocultar negligencias,
ineptitud y deficiencias en el desempeño de sus puestos y hacernos creer, por
supuesto, que todo está bien, más que bien, casi perfecto. Simular es otra
forma de mentir y claro que cuando se trata de corregir, de limpiar, de
transparentar, de poner orden, de hacer justicia, de purgar, los directamente
exhibidos y afectados, se resisten, como gato panza para arriba.
Hace más de un
año, en 2009 para ser precisa, se promovió una reforma constitucional para que
ningún servidor público, ninguno, ganara más que el Presidente de la República. Por alguna
extraña razón, a diferencia de otros asuntos para los que los congresos de los
Estados son verdaderamente acosados, nadie ejerció presión y todo quedó en
iniciativa. La realidad ahora es que unos mil 500 burócratas ganan un dineral,
los que más ganan superan los siete millones de pesos al año, es decir, más de
medio millón, casi 600 mil de hecho, al mes. Es un claro ejemplo de resistencia
a dejar un súper privilegio, por un lado; y, por otro, aun cuando no ganen
tanto, a los demás miembros ilustres de la clase política les conviene no
moverle para, por ejemplo, tener chance de hacer llamaditas como las de Vega
Pámanes.
Este es el otro
asunto que a propósito de resistencias quiero abordar, pero antes, sí quiero
mencionar uno que es recurrente, porque si acaso el Gobierno mexicano le dice
que sí a todo a las observaciones de organismos internacionales como la ONU,
pues se les cae el gran teatro en donde se escenifican simulaciones de diversos
tipos y raleas.
Se trata del más
reciente rechazo (a medias claro, como para que no se note tanto) al informe de
la ONU precisamente, con 14 recomendaciones relativas a la protección de los
derechos humanos en México, a propósito de la guerra contra el narcotráfico y
el crimen organizado en nuestro país. Entre otras recomendaciones destaca una:
la necesidad de reformar el Código de Justicia Militar. Este punto en el
informe fue total y absolutamente rechazado. Lo que se “aceptó”, es decir,
quedó en estatus de promesa, fue “analizar una posible legislación” sobre tres
aspectos: el uso de la fuerza pública, de la tortura y con respecto a las
desapariciones forzadas. Antes de este informe o, mejor dicho, la razón de este
informe fue la declaración de un experto de la ONU en el sentido que en México
la tortura era una práctica generalizada. Esto fue negado por el Gobierno
mexicano y fue así que el Alto comisionado, Zeid Ra’ad el Hussein pasó una
temporada en México, investigando. El resultado genera las más férreas
resistencias en la clase política. Además se trata de un asunto muy delicado,
polémico siempre en el que los cálculos políticos y de seguridad son
inevitables.
Bueno, ahora sí
el caso de Vega Pámanes. La famosa llamada que para algunos fue apenas “una
llamadita, una recomendación, nada del otro mundo”, es reflejo de cómo opera, y
en la máxima impunidad, el Poder Judicial, claro, en términos generales (dicho
sea de paso, otro asunto relacionado también con el Poder Judicial es la
suspensión girada por un juez de distrito que permite a Leonel Sandoval --padre
del gobernador-- seguir en el cargo). No son sino más ejemplos de resistencias.
Hasta aquí todo a nivel descriptivo, realidades que todos vivimos, conocemos de
sobra y en las que muchos ciudadanos participan, es cierto. Mi defensa de los
mexicanos es a ultranza, sí, pero también hay muchas cosas que podemos hacer,
primero, combatir nuestras propias resistencias (entendibles y justificables) a
exigir, participar, denunciar y presionar para que la clase política se mueva
del lugar en el que está y trabaje a favor de los contribuyentes que la
mantenemos; y segundo, por ejemplo (ya se me acaba el espacio), tomarle la
palabra a políticos jóvenes, frescos y sin las mañas y los vicios de otros como
Kumamoto. Este joven nos incluye como ciudadanía para que prosperen las
reformas que propone al Poder Judicial en Jalisco. Nos necesita pues. Requiere
que presionemos y exijamos. Podemos entrar a Change.org y votar a favor de la
aprobación del paquete de iniciativas #JusticiaEnSerio, para empezar. Las
resistencias también están de nuestro lado, podemos y debemos combatirlas y ser
ejemplo. (Vota aquí).
Columna publicada en El Informador el sábado 22 de octubre de 2016.