sábado, 21 de marzo de 2009

Patéticos

LAURA CASTRO GOLARTE

Los mexicanos hemos sido muy maltratados por la clase política desde hace décadas y el maltrato, lejos de parar, va en aumento. Cambia la forma (y no siempre), pero nunca el fondo.
Abusos, corrupción, represión, mentiras, violencia, intereses, corporativismo, marrullerías, negligencia, deficiencia, incapacidad, demagogia y demás, se incrementan con el deprimente, deplorable, corriente, vulgar e inútil espectáculo de esa clase política y de actores no invitados, prontos y solícitos, que contribuyen a empeorar el panorama.
Los ejemplos se suceden. El PAN contra el PRI; el PRD contra el PRD; el PAN contra el PAN; la Iglesia católica mexicana contra el PRI; la Iglesia católica en Guadalajara contra el PRD…
Luego de las elecciones de 2000, cuando la clase política se enfrentó a una realidad que no esperaba, ni ganadores ni perdedores, las reacciones ante la nueva situación política se fueron dando poco a poco y –¡qué inteligentes!— casi todos discurrieron que lo mejor era golpearse con todo y “descubrieron” como estrategia, la guerra sucia, la descalificación, el denuesto, la difamación.
Fue tanto, sobre todo en las elecciones de 2006, que la clase política se puso de acuerdo para modificar la ley y se aprobaron prohibiciones para ese tipo de campañas. Claro que, como siempre, dejaron una rendijita por donde colarse.
¿Es que acaso creen que es por ahí? ¿No se dan cuenta del daño que hace a la sociedad mexicana la porquería electoral? ¿Que la gente está cansada de todo lo que huela a partidos? ¿Que lo que queremos son respuestas, acciones, honestidad, transparencia, rendición de cuentas, humildad, capacidad?
Los tres partidos más grandes (PAN, PRI y PRD) enfrentan problemas internos y graves que hacen públicos y notorios; encima de eso, el PAN, desde la dirigencia nacional (los aspirantes a candidaturas no pueden), se lanza a una guerra sin cuartel contra el PRI, partido que a veces contesta y a veces no; una andanada de dimes y diretes que lejos de ayudar a los involucrados los afecta, pero, como todo, no se dan cuenta.
Y, por si no fuera suficiente, la Iglesia católica, desde el Arzobispado Primado de México, a través del semanario Desde la Fe (no es un “órgano oficial” pero así se entiende), se sube al ring sólo para hundir y hundirse aún más en el lodazal de la clase política mexicana.
¿Creen, todos, que así van a ganar adeptos? ¿Qué ganarán indiscutiblemente las elecciones, sin conflictos posteriores, sin impugnaciones? ¿Creen, acaso, que los electores saldremos a votar en masa por unos o por otros? ¿Qué nos morimos porque lleguen unos y no otros?
Son… patéticos.

Artículo publicado en El Informador el sábado 21 de marzo de 2009.