sábado, 11 de abril de 2009

Empatía y planeación

LAURA CASTRO GOLARTE

Desde enero de este año empezó en Guadalajara la rehabilitación del centro con el arreglo de calles y banquetas. Nadie podrá decir que la idea es mala, al contrario, era urgente una iniciativa así.
Sin embargo, los inconvenientes y problemas que las obras han causado y siguen causando, han generado más rechazo que bienvenida.
La cosa es que se podía haber hecho exactamente lo mismo, pero con una mejor planeación que incluye, por supuesto, pensar en los demás, en los directa e indirectamente afectados… No se hizo así.
A tres meses del inicio de las obras, las ventas de los comerciantes han caído 70% según referencias del comercio organizado; y en cuanto a los vendedores ambulantes, que para estás fechas se multiplican, si bien no hay un cálculo preciso de cómo han bajado sus ventas, los testimonios son elocuentes.
El Ayuntamiento de Guadalajara no calculó la crisis económica que empezó desde el año pasado; no estimó tampoco que para las vacaciones de Semana Santa y de Pascua los trabajos no estarían terminados; mucho menos pensó en personas con discapacidad, adultos mayores y en señoras con carriola o en ciclistas. El flujo de automovilistas y la dinámica de los trayectos no fue tomada en cuenta ni que había obras en otros puntos de la Guadalajara (Macrobús y Chapultepec, sólo por mencionar dos) que en conjunto complicarían mucho más la de por sí caótica movilidad en la ciudad.
Para el Ayuntamiento tapatío nada de esto fue importante, no es importante, porque ante las demandas de apoyo adicional de los comerciantes por ejemplo, la autoridad municipal ha hecho caso omiso.
Con el argumento de que vamos a recuperar el centro, de que se verá precioso, atraerá más gente y todos seremos muy felices, se tomó la decisión (me imagino que así fue, igual y ni siquiera hubo un ejercicio racional y deliberado al respecto) de ignorar rotundamente las voces de los afectados.
¿Por qué se tienen que hacer las cosas así? Está muy bien que se trabaje en mejorar el centro, de verdad que era un imperativo, un rezago desde hace años pero ¿por qué, si lo iban a hacer de todas maneras, no lo hicieron bien? ¿Por qué nos tenemos que conformar? ¿Por qué la autoridad municipal nos “regala” pérdidas de tiempo y de dinero, accidentes, molestias, coraje y mal humor? Eso sin contar los trabajos mal hechos que han llevado a hacer, deshacer y rehacer.
Es evidente el desdén que desde la autoridad se hace de la realidad cotidiana. Seguramente en el ayuntamiento lo que se piensa es: que se aguanten, al cabo después lo van a agradecer. ¿No? Y para el 5 de julio, a todos se les habrá olvidado. ¿Será?

Artículo publicado en El Informador http://www.informador.com.mx el sábado 11 de abril de 2009.