Ciudad adentro
Después de conocer el informe del Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) relativo al Índice de
Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) correspondiente a 2013 todavía me
pregunto… mejor dicho, me vuelvo a preguntar ¿Salvando a México?
Lo peor de todo es que las muestras de que estamos en
problemas se multiplican, pero la élite política está convencida de que “nos
está salvando” y si ellos tienen esa convicción, lo demás no importa. Claro que
(y aunque se ha dicho hasta la saciedad lo repetiré) es muy sencillo y cómodo
afirmar que se está salvando a México o que estamos casi en el paraíso (parafraseando a Luis Spota) y que las reformas
son la panacea y nuestro país prácticamente en automático pasará a las filas
del primer mundo, desde la seguridad del sueldazo, las prestaciones, los
viáticos, los seguros, los préstamos y los demás privilegios de que goza la
clase política, sí, también la que forma parte –según esto— de la oposición,
esa que dizque también nos representa y que dizque mejor.
Digo ¿o de qué tipo de salvamento se trata? ¿O te salvo
para matarte? No entiendo. Basta revisar los números del estudio para saber que
el poder adquisitivo de la mayor parte
de los mexicanos cayó y también, aunque parezca lo mismo pero no es así, el
ingreso per cápita se redujo (y es un promedio).
Hace unas semanas, un estudio de la Cepal (Comisión
Económica para América Latina y el Caribe) reveló que México era el único país
de la región en donde la pobreza y la indigencia habían aumentado en un año.
¡El único! De eso ¿alguien, algo, podrá salvarnos? No lo creo.
No lo creo y cada vez menos porque, por ejemplo, a partir
de hoy nos aplican otro gasolinazo y ahora sí que después de tantos años con
esta política de incrementos mensuales, no es lo duro sino lo tupido y se
empieza a sentir, muy fuerte, el encarecimiento de la gasolina y de todo.
Es mejor que una entidad como el Coneval nos lo confirme,
porque luego dicen que estamos locos y le tenemos mala idea al gobierno, pero
en realidad no sería necesario porque un día y otro también, en la tiendita de
la esquina, en el mercado, el tianguis y el supermercado, el incremento en los
precios de todo se siente y se sufre en una proporción que va mermando a pasos
agigantados la capacidad de compra de la mayoría de las personas, de clase
media para abajo.
Para quienes, desde una postura de privilegio, sea fácil
descalificar tal sentimiento y/o sufrimiento, basta con que hagan una prueba
rápida, una ligera encuesta y pregunten a empleados, dependientes y otras
personas que les prestan servicios, cómo está la situación económica, si les
alcanza para lo mismo, qué han dejado de comprar, qué están sacrificando. Dos
tres preguntas y se sorprenderán de la generalización de la crisis que viven
las familias en sus economías.
Otra prueba es ir al supermercado preferido pero ahora sí
fijarse en los precios y comparar cuánto cuestan los mismos productos cada
tercer día, por ejemplo aceite, frijol, arroz, jitomate, cebolla... Las
variaciones son notables y notorias.
¿Salvando de qué? ¿De comer? Es decir, es cierto que es
un problema nacional la obesidad y que hay que bajar de peso a como dé lugar,
pero tampoco matar de hambre, no creo que sea la forma de salvar a México ¿O
sí?
El Coneval concluye que en 2013 creció el número de
mexicanos que dejó de comprar una canasta básica con su salario porque el
ingreso no fue suficiente. Y el ingreso laboral per cápita se redujo 3.4% más la inflación… Insisto ¿salvando a México?
Publicada en El Informador el sábado 1 de marzo de 2014.