sábado, 2 de noviembre de 2013

Consummatum est

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Consummatum est

Falta el visto bueno de la Cámara de Diputados a los cambios propuestos por el Senado y luego que se publique para que entre en vigor, pero prácticamente ya es un hecho la mal llamada reforma hacendaria, no por mí, sino por expertos, quienes afirman que no es sino una miscelánea fiscal porque no se abordó de fondo, para resolver de una vez por todas, el déficit de México en materia recaudatoria, de hecho, la de México es la más baja entre todos los países miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
Sí, México enfrenta presiones para que incremente sus niveles de recaudación con relación al Producto Interno Bruto, pero la forma en que se plantea va en detrimento de los contribuyentes, de sus ingresos y del mercado interno. No incluye estrategias o medidas para captar a quienes se desempeñan en la informalidad y tampoco acciones para reducir los niveles de evasión fiscal, especialmente de los más ricos de este país, considerando que el sistema de consolidación fiscal sólo cambió de nombre.
De hecho, las cúpulas empresariales anunciaron que habrá amparos contra la reforma hacendaria y no especialmente por el asunto de la consolidación pero sí con respecto a otros temas que afectan, por ejemplo, a la industria maquiladora; la economía fronteriza en general y los costos del empleo.
Uno de los puntos aprobados me parece emblemático, para ilustrar cómo se condujeron los legisladores de la mano de la Secretaría de Hacienda del Gobierno federal: la deducibilidad de las prestaciones de los trabajadores.
La iniciativa presidencial planteaba que sólo 40% de las prestaciones laborales fuera deducible, en lugar del 100% anterior que permitía que los patrones cumplieran –y con creces—con las obligaciones que en esta materia marca la Ley del Trabajo; era una forma de compensar los bajos sueldos.
Pues bueno, los diputados dijeron que no y enviaron con una propuesta de 47% de deducibilidad este apartado; y los senadores, se indignaron casi hasta el llanto y el desgarre de vestiduras y nos hicieron el grandísimo favor de que la deducibilidad fuera de 53 por ciento. Se está manejando como un favor, nos salvamos del 40% y ahora 53%, no si su bondad no tiene límites, el pequeño detalle es que la deducibilidad era de 100 por ciento.
Como este punto muchos otros fueron modificados pero en realidad, el fondo o la esencia de este dizque reforma, no cambió. Si acaso, el seguro de desempleo no será financiado por la subcuenta de vivienda de los trabajadores sino por el Gobierno federal, la carga será directa al erario público… Y ya. Prácticamente es lo único positivo.
Respecto a los impuestos para “combatir” la obesidad, ojalá el Ejecutivo y los legisladores se asesoraran mejor porque el problema no es por consumir papitas, refrescos, dulces y chicles, ahí no están las causas de la obesidad. El asunto es grave y no nada más un problema de malos hábitos o falta de ejercicio, se requieren acciones integrales que deben considerar deficiencias metabólicas. Pero bueno, ya dijo el secretario de Hacienda que con lo que se recaude por vía de este impuesto se pondrán bebederos en las escuelas (¡¡¡!!!). Así se las gastan.
Ya veremos qué pasa cuando esto entre en vigor, cuando se empiece a resentir en los bolsillos en un entorno de recesión, técnicamente recesión.
Consummatum est. (La verdad no creo que en la Cámara de Diputados hagan algún ajuste, si acaso, dejar en 47 y no en 53% la deducibilidad de las prestaciones laborales).

Publicada en El Informador el sábado 2 de noviembre de 2013.