Ciudad Adentro
De alguna manera
el electorado se manifestó y le imprimió cierto sentido a las elecciones del
domingo pasado en 14 entidades aun cuando prevalecen los sinsentidos. Y no por
los votantes, sino porque en cuanto los ganadores lleguen al poder, concluirá
la esencia y motivo de la democracia.
De unos años a
esta fecha a varios políticos les ha dado por decir que la democracia no
termina el día de las elecciones, que al contrario, y es cierto, pero son los
primeros en faltar a su palabra porque con su conducta, corrupción, negligencia
e ineptitud inhiben la participación ciudadana o la reprimen. La clase política
ha convertido a la democracia en una simple herramienta electoral, nada más. La
usan para llegar y ni siquiera en su estado puro: trampas, triquiñuelas y
diversas manipulaciones están a la orden del día. Falta de escrúpulos, guerra
sucia, inventos, diatribas y difamaciones forman parte del estilo, del proceso,
son otras herramientas.
Así llegan, el
deterioro y el desgaste son descomunales; la gente queda hastiada y en muchos
casos dolorida y todo para que el presidente diga que ya pasaron las elecciones
y ahora unidos otra vez “para trabajar por México” y bla bla bla.
Las decisiones
de los pocos votantes fueron contundentes, y aun cuando sigue perdido el
sentido de las elecciones, por lo menos (y no es poca cosa) hay una expresión
clara de castigo contra el PRI como nunca antes en la historia del partido
según varios analistas. Es decir, desde que se registró la primera alternancia
gubernamental en el país, el PRI no había perdido tanto como en esta elección,
de un solo golpe, pero además con un acumulado que por primera vez le quita la
supremacía en cuanto a número de mexicanos gobernados por priistas. Esto vale y
cuenta.
Y el castigo al
PRI se infringe por la mala actuación de los gobernadores y munícipes en cada
entidad, pero también por las decisiones que ha tomado el Gobierno federal o
por las omisiones o por la corrupción (léase Casa blanca) o por la simulación que se promueve desde las cúpulas
como si nada pasara en México, ya lo he dicho, como si fuera el país perfecto.
Manlio Fabio
Beltrones debería renunciar ya. Hasta nos gana la risa al volver a ver,
primero, a un dirigente feliz, casi eufórico, cuando anunciaba que “la gente
votó PRI”. Eran las 18:00 horas pasaditas. Muy temprano para hacer un anuncio
de esa naturaleza, pero marrullero como siempre en una táctica que ahora no
funcionó (veo ahora una especie de ventaja en la organización de las elecciones
en un día). Y más tarde, cuando empezaron a fluir los resultados, ahora sí,
oficiales, el reconocimiento de derrotas no esperadas y algo así como un mea culpa difícil de creer y que incluso
ha motivado reacciones adversas entre los mismos priistas. Sí, el mismo Manlio
protagonista del spot en donde
anuncia acceso a internet en todo el país “para que lo bueno suceda”.
Ahora bien, el
triunfo de otros partidos a través de alianzas mutantes entre el PAN y PRD o
entre PAN, PT y Nueva Alianza (un verdadero engendro en Puebla), no son
garantía de que las elecciones tendrán sentido. Los mexicanos hemos pasado ya
por casi 30 años de alternancia en el gobierno y nada más habría que revisar
estadísticas para percatarnos de que no estamos mejor casi en nada y sí peor,
casi en todo ¿ha servido de algo la alternancia? Los panistas han sido pésimos
gobernantes y si ganaron es porque el electorado cree, evidentemente, que no
hay más. Las guerras sucias y las campañas de miedo de procesos anteriores
siguen surtiendo efectos en algunos casos, y se suman a la inconsciencia de
muertos políticos que cavan sus propias tumbas y ni siquiera se han dado cuenta.
En los próximos
días se darán a conocer los resultados definitivos; más allá de las constancias
que se entreguen mañana, todavía queda el recurso de las instancias judiciales
para pelear por votos y casillas, sin embargo, ese no es el sentido de las
elecciones, sino el ejercicio ya en el poder de los ganadores con una actitud
de servicio, de su relación con los gobernados y de la apertura de
oportunidades auténticas para la participación de la ciudadanía.
Dudo que se den
cambios en esa vía y mucho menos cuando uno se entera, por ejemplo, de las
pensiones millonarias de políticos privilegiados, tanto del PRI como del PAN,
nada más aquí en Jalisco. Burocracia,
poder, privilegios, prebendas, abusos, ese es el sentido de las elecciones para
la clase política y vaya que lo hacen valer. Pasada la jornada electoral,
dejamos de interesarles como electores pero no como contribuyentes, eso es
todo.
Columna publicada en El Informador el sábado 11 de junio de 2016.