viernes, 26 de enero de 2018

Mentiras mil veces repetidas

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

“Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”… Con algunas variaciones, esta frase es muy conocida y difícilmente encontraremos a alguien que no esté de acuerdo con ella. Es una estrategia de manipulación de masas que practican sobre todo políticos y que se reproduce a través de medios de comunicación cercanos, consecuentes y cómplices del poder.
La frase se atribuye a dos personajes ubicados en los extremos del espectro político: a Joseph Goebbels, ministro para la Instrucción Pública y Propaganda de Hitler; y a Lenin, marxista, primer dirigente de la antigua URSS, sin embargo, al parecer efectivamente es del primero quien, además del cargo cuya denominación es elocuente, se supone que a la expresión agregó lo siguiente: “Miente, miente, miente que algo quedará; cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”. Y bueno, aquí se comprueba la máxima bíblica aquella de “por sus frutos los conoceréis”; a él le dio resultado.
Desde hace varios procesos electorales, la clase política en México (unos más que otros) practica esta estrategia con éxito. Hay otro enunciado que lo ejemplifica perfecto: “Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido” (Malcom X, activista defensor de los derechos de afroamericanos).
Pues bien, aunque esto se hace desde hace mucho tiempo, insisto, ahora que iniciaron las precampañas de quienes aspiran a candidaturas a la Presidencia de la República, principalmente, en los últimos días se ha recrudecido la andanada de intentos manipuladores y declaraciones engañosas con una insistencia tal que, sí, me acordé de Goebbels. Por supuesto, esto irá de mal en peor.
El caso emblemático de esta semana es Enrique Ochoa Reza quien además ha sido multientrevistado y sus dichos se reproducen a través de redes sociales y plataformas como Twitter, YouTube, Facebook e incluso WhatsApp.
Me tocó escucharlo, ahora sí que por suerte, cuando lo entrevistaron en Radio Red de la Ciudad de México. Dijo que disponía del reporte que acababa de hacer público Bank of America Merril Lynch y que ahí se advertía sobre el “improbable” triunfo de Andrés Manuel López Obrador. De entrada, si es “improbable” ¿para qué dedicarle tiempo? Después citó parte de lo que él dijo era el contenido y lo que más me llamó la atención fue su afirmación de que el triunfo de AMLO significaría “al menos una devaluación  de 10 %” y presiones en materia de crisis y desempleo.
Lo primero que se me vino a la mente fue: “eso es lo que tenemos en este momento”, peor, de hecho. Resulta que con Enrique Peña Nieto la devaluación acumulada durante el sexenio que fenece es de 65.15 % y contando, porque los embates de Trump, contra el que el titular del Ejecutivo federal en México no ha sabido ni querido hacer nada, ni siquiera en el mismo terreno de declaraciones, medios y redes sociales, siguen afectando la paridad, más los efectos de otras malas decisiones.
Antes de citar por lo menos un dato más con base en los dichos de Ochoa Reza, también me llama la atención cómo el dirigente del PRI nacional y Bank of America si es que es cierto lo del reporte que cita el político, deducen tal realidad de una “improbable” presidencia de AMLO ¿son videntes, adivinos? Tal precisión es sospechosa. Los datos sí encajan, en cambio, con la realidad que nos ha recetado el PRI en el sexenio que corre: en materia de empleo, las cifras que maneja Peña son engañosas, lo he escrito aquí en varias ocasiones, porque en realidad el empleo que se ha incrementado es el precario; se han reducido los empleos mejor remunerados y muy los de mexicanos que ganaban un salario mínimo al mes. Lo que sí ha crecido es la tasa de condiciones críticas de ocupación que pasó de 11.74 % al tercer trimestre de 2014 a 13.37 % también al tercer trimestre pero de 2017. De milagro no habló de la inflación que supera los índices desde el año 2000.

El asunto es que debemos estar más atentos que nunca a los dichos de los políticos y, en la medida de lo posible, comprobarlos, verificarlos. La manipulación está a la orden del día, es burda y fácilmente desmontable, pero se atienen que los ciudadanos en general no tenemos tiempo para indagar si son reales sus declaraciones y los datos que manejan (por cierto, busqué el citado informe de Bank of America y no lo hallé). 

Columna publicada en El Informador el sábado 20 de enero de 2018.

jueves, 18 de enero de 2018

Manipulación y pacto de impunidad

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La denuncia que hizo esta semana Javier Corral Jurado en donde expone el uso de la Secretaría de Hacienda como instrumento de control político es grave. Como el gobernador de Chihuahua dijo en conferencia de prensa, el trabajo contra la corrupción que se hace en la entidad desde que él llegó como titular del Ejecutivo, es un golpe contra el pacto de impunidad que ha prevalecido en México desde hace lustros entre las fuerzas políticas y, de hecho, el golpe no deja bien parado ni a su propio partido, es pues, una acción que se puede considerar auténtica.
No me sorprende la reacción del Gobierno de la República a través de Hacienda, no es nuevo; le pasa incluso a ciudadanos comunes y corrientes que cuando deciden quejarse por algo que no funciona bien en la administración pública federal, reciben la “visita” de Hacienda o, como se dice coloquialmente “les cae Hacienda” o son objeto de amenazas veladas para que “cumplan con sus obligaciones fiscales”.
La cuestión es que casi nadie se atreve a denunciar ni a decir nada precisamente por temor al poder aplastante de la Secretaría bajo cuyas responsabilidades está la recaudación y administración de impuestos.
En el caso del Gobierno de Chihuahua, Javier Corral expuso, con lujo de detalles, la manera en la que se vinculó la investigación contra ex funcionarios priistas a convenios previos para la dotación de recursos al Estado; en una serie de señalamientos que fueron no sólo negados por los burócratas mayores de Hacienda sino tergiversados, franca y abiertamente manipulados para dar a entender que Corral estaba usando esta información con fines político-electorales.
Es muy difícil para un ciudadano de a pie, en un entorno de crisis económica rampante (inflación de ¡6.77 por ciento! La peor desde el año 2000); de exposición a medios manipulados y comprados (ya veíamos los gastos en este rubro la semana antepasada pero no sobra recordar el dato: ¡dos mil millones de dólares!) y de sociedad dividida, más los problemas laborales y familiares de cada quien, dilucidar asuntos complejos y polémicos como este que expone Corral. Y el Estado lo sabe.
Es cuestión de informarnos lo mejor posible, en la medida en que dispongamos de ganas y tiempo, vale la pena, porque es fácil luego encontrar las contradicciones y eso ayuda a normar nuestro criterio y a saber quién manipula y quién no, quién miente y quién no, quién tiene más acceso a medios que la contraparte; y es interesante ver también las reacciones del público que participa en redes y comenta.
La tergiversación de hechos le ha funcionado muy bien al gobierno actual; se tira la piedra y se esconde la mano y cuando llegan aclaraciones, disculpas o el reconocimiento de que se cometió un error, casi no se oye o no logra espacios equivalentes en los medios proclives al sistema. Es complicado. Es una lucha de poderes y es año electoral.
Tergiversación, manipulación, malas interpretaciones son el pan de todos los días y en un ambiente de hartazgo popular que trascendió ya niveles históricos, para quienes están en la cúspide de la pirámide, siguen siendo estrategias efectivas. La cuestión es apostar al voto duro y a la división de los mexicanos. Lo peor es que les da resultado sobre todo porque vivimos en un país en donde su gobierno mantiene a la población en pobreza y pobreza extrema y mal educada, adrede. Estoy convencida de eso.
Corral llegará a las últimas consecuencias, ya está hablando de recurrir a la Suprema Corte. Y, ojalá, se haga justicia, mientras tanto, a los ciudadanos nos toca estar atentos y, reitero, informados, lo mejor posible, para estar en condiciones de, primero, mantenernos a salvo de los embates manipuladores y, segundo, disponer de la mejor información a la hora de tomar decisiones tan importantes como votar el próximo 2018.
Quizá la decisión ahora no sea definida por las propuestas o promesas, han dilapidado tanto los políticos que no les creemos nada o casi nada; tal vez la definición del voto se sustente en quien esté en la línea de asestar golpes para combatir y erradicar el pacto de impunidad (una tarea peligrosa para quien forma parte de él), que no manipule y ofrezca una mejor relación entre gobernantes y gobernados.


Columna publicada en El Informador el sábado 13 de enero de 2018.

sábado, 6 de enero de 2018

Así no Alfaro

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Desde hace años he seguido la carrera de Enrique Alfaro, actualmente presidente municipal de Guadalajara con licencia. Su trayectoria política es conocida, mucho más que la de otros, pero no pretendo dedicar este espacio a su currículum, sí, en cambio, a transformaciones que he notado en su conducta particularmente desde que llegó al Ayuntamiento tapatío.
Como Alfaro dijo —palabras más, palabras menos, no vaya a ser (en todo caso la entrevista está accesible en el espacio del programa “Forma y Fondo” del sitio web de Notisistema) — él encabeza, más que un partido, un movimiento social en Jalisco y en gran medida estoy de acuerdo, porque el derrotero de Movimiento Ciudadano aquí es muy distinto a lo que sucede en otros estados y en el contexto nacional.
En este orden de ideas y considerando la degradación de la clase política aquí y en todo México, Alfaro ha sido recibido por la ciudadanía como un político con mejores intenciones que los otros; emanado del PRI como tantos, con su actuación fuera de ese instituto político ha logrado establecer una diferencia en términos generales.
En Tlajomulco muy bien, sin duda; como diputado en general bien, también y en Guadalajara… no se puede pedir perfección es cierto, tres años es muy poco y el poder desgasta (aunque él diga que no), pero más que en las decisiones, veo claros y preocupantes cambios y errores en sus reacciones a la crítica y a los señalamientos, que simplemente se vinieron a confirmar en mal plan, durante la entrevista (debería escribirla entre comillas porque el programa casi íntegro fue una réplica) que le hicieron en “Forma y Fondo” mis colegas Jorge Octavio Navarro (Jonás) y Mario Muñoz de Loza, el 3 de enero pasado.
Sobre la intolerancia de Enrique Alfaro a la crítica he escuchado muchas opiniones y de mucha gente desde hace tiempo, también la he notado, coincido pues; y me he dado cuenta con gran preocupación, de que hay un patrón (así lo percibo) cuando la crítica es fuerte y, sobre todo, cuando está fundamentada: él la descalifica. El recurso casi inmediato es acusar a quien sea que expresa la crítica o el señalamiento, de seguir el “guion de ataques del gobierno y del PRI” contra él y su gobierno.
Con esta respuesta no hay crítica que valga. Alfaro lo hizo hace tres días cuando dijo: “Te voy a decir cuál es el problema: Había muy poco qué hacer cuando lo que tú estás viendo en la lógica de tus comentarios en particular (respondía a Mario), es precisamente el guion de ataques del gobierno y del PRI… ¿para qué? ¿Para qué confrontarnos?… Cuando ustedes mencionaron tantas y tantas veces que yo era intolerante, lo que decidí es dejarles en su espacio, ustedes tienen su derecho de hablar, ¿a qué venía yo? Lo digo con respeto, ¿a qué venía yo, a confrontarme? Si era muy claro el mensaje, lo que yo hice fue respetar Mario, respeté su derecho a opinar, no nos metimos…”.
En primer lugar hay una acusación expresa contra los colegas, particularmente contra Mario, de que siguió el guion de un partido de oposición; a pesar de que más adelante dijo que no había hecho juicios de valor y que el asunto no era personal. Este intento por disfrazar las intenciones me preocupa también muchísimo; en segundo lugar, desde mi punto de vista (quiero remarcar esto aunque sea obvio porque este espacio es una columna cuya categoría se incluye en los géneros periodísticos de opinión o editoriales), deja mucho que desear un político que opta por no atender las sucesivas invitaciones de los productores del programa de manera deliberada porque para él, están en la “lógica” ya descrita. ¿No hubiera sido mejor aclarar en el momento cualquier mal juicio o mala interpretación con respecto a sus dichos y hechos? Si las críticas no eran precisas ¿por qué no replicar —ni siquiera tenía que hacerlo directamente— de inmediato? Hacerlo de esta manera, con un expediente de dos años, es mañoso. Y en tercer lugar (hay más pero el espacio es breve), la expresión “no nos metimos” despierta por lo menos dos preguntas: ¿entonces fue una opción que se consideró si meterse? ¿Hay que interpretarlo como un favor? Creo que no es la manera, así no Alfaro.
Este plan de dos años contra los periodistas se transformó ya en un boomerang y de verdad, no es por ahí. Todavía, por fortuna, en la escena periodística trabajamos muchos que no tenemos a ningún partido detrás, que no respondemos a otro interés que el de la ciudadanía, que hacemos nuestro trabajo con responsabilidad social y con el ánimo de aportar. No estamos exentos, como nadie, de cometer errores, pero creo que no es la manera. Así no Alfaro.
¿Hay operativos de la oposición contra quienes están en el gobierno? Sí. ¿Todas las críticas provienen de esa fuente? No, pero es fácil etiquetarlas a todas y entonces desdeñar y descalificar las auténticas.

Columna publicada en El Informador el sábado 6 de enero de 2018.


2018

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La inflación, la devaluación, la inseguridad, los golpes que el mismo Estado asesta, el desempleo y el empleo precario, las deficiencias en el sistema de salud y todas las carencias que venimos arrastrando desde hace años y que con frecuencia enumero en este espacio, dejan poco margen para la esperanza o para el optimismo siquiera.
A eso hay que sumar la carrera desenfrenada por el poder en la que están inmersos los partidos políticos, la guerra sucia que no ha cesado y el panorama electoral que no es nada alentador para el año que está por comenzar.
Y si acaso un pequeño fuego de entusiasmo empezaba a surgir por ahí, las noticias recientes lo apagaron de inmediato: me refiero por ejemplo a la excarcelación de Elba Esther Gordillo (es como una traición a los mexicanos) y, en esta semana, el dato espeluznante de lo que se ha gastado la administración de Enrique Peña Nieto en publicidad con base en el artículo que se publicó en The New York Times y que, a su vez, se sustentó en un estudio muy completo de Fundar. Centro de Análisis e Investigación titulado Contar “lo bueno” cuesta mucho. El gasto en publicidad oficial del Gobierno federal, 2013-1016. Por cierto, está disponible en internet por si desean profundizar en los datos (click aquí): ¡dos mil millones de dólares!
La reforma fiscal de Estados Unidos golpeó la paridad peso/dólar, las expectativas de crecimiento son muy bajas y los analistas opinan que será difícil mantener la inflación a la baja, que, dicho sea de paso, el índice inflacionario no dice nada de la realidad del alza de precios en México que progresiva y en muchos casos estratosférica, nada más hay que entrar a la página de la canasta básica para darnos cuenta.
Asesinaron a un diputado jalisciense el jueves pasado y a un presidente municipal de Guerrero ayer. Con el alcalde de Petatlán son cuatro los ediles asesinados de octubre a la fecha ¿qué está pasando?
Reitero, el panorama es muy desalentador, sin embargo, sí hay signos que nos pueden motivar a mantener viva la esperanza de que las cosas en México van a cambiar para bien y están cambiando. Desde hace décadas, como una gotita de agua, la sociedad civil se ha organizado y especializado (lo comenté  la semana pasada a propósito del trabajo del colectivo Seguridad sin Guerra) además de que ha ganado experiencia en su trabajo constante y permanente de enfrentarse al poder para gestionar soluciones y respuestas a las más diversas causas, no siempre con éxito claro; y hasta podríamos decir que ha habido más derrotas que logros, pero lo importante es que no se ha quitado el dedo del renglón.
Desde hace años algo se mueve en este país, en el México profundo y en una población juvenil que ha sido juzgada de ni ni y que realmente tiene ante sí un futuro muy poco prometedor. Si para los adultos el porvenir es incierto, no se diga para los jóvenes. Pues bien, esos jóvenes veinteañeros, treintones están tomando las riendas en muchos sentidos y estas sí son noticias esperanzadoras. Se les identifica como millennials y con frecuencia las expresiones no son favorables porque por lo general desdeñan todo lo que huela a viejo, a adulto. Yo misma los he criticado, sin embargo, hay terrenos en donde se están integrando juventud y experiencia que empiezan a rendir frutos.
Me alienta particularmente el movimiento de jóvenes de Wikipolítica que tiene como líder a Pedro Kumamoto como el primer diputado independiente en ganar una elección y que para las elecciones del 1 de julio se está preparando con todo. Empezó ya la reunión de firmas para los aspirantes a una candidatura independiente para el Congreso del Estado y en el caso de Kumamoto, quiere llegar al Senado, se recaban firmas desde hace semanas.

Wikipolítica tiene presencia en diez estados de la República y el movimiento sigue creciendo. Esto es alentador, esperanzador y permite avizorar que a partir de 2018 las cosas estarán mejor en materia política y, de ahí, en muchos otros ámbitos. La incursión de estos jóvenes es una especie de limpia, de depuración, para ir reemplazando, como ellos dicen, a quienes no nos han representado hasta ahora y son también ejemplo para generaciones todavía más jóvenes. ¡Feliz año!

Columna publicada en El Informador el sábado 30 de diciembre de 2017.