sábado, 24 de marzo de 2018

Son lo mejor que tenemos


Ciudad Adentro


LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com

Los jóvenes estudiantes son lo mejor que tenemos; son la esencia de esta sociedad aun cuando está inmersa en un país explotado y atrasado por obra y gracia de su propia clase política cínica, egoísta, corrupta y sin escrúpulos; son la esencia de un país cuya grandeza ha sido sistemáticamente omitida y sustituida por la reprobación y el señalamiento.
Desde que tengo uso de razón hay crisis en México; desde que me acuerdo, mis papás se quejaban de la situación y de los políticos; están en mi memoria y en la de muchos, frases como: “el que no transa no avanza”, “gánale al PRI”, “vivir fuera del presupuesto es vivir fuera del error” y, más recientemente “el PRI roba y deja robar”.
¿Quién las pronunció primero y las soltó para que se regaran y arraigaran en la inconsciencia colectiva, pobre y hambrienta? ¿Y en la no tan pobre pero advenediza y oportunista? ¿A quién le convenía… le conviene? ¿En qué momento los poderosos cancelaron aquella tímida pero clara idea de superación, de transcendencia, de desarrollo, de evolución? ¿En qué momento optaron por vender ideas e ideales? ¿Cuándo prefirieron el enriquecimiento propio inconmensurable y nauseabundo al servicio público? ¿Cuándo dejaron de amar a México? ¿Cuándo dejamos de importarles? ¿Cuándo le abrieron las puertas anchas y sin obstáculos a la corrupción y al contubernio con el crimen organizado? ¿Cuándo cerraron los ojos? ¿Cuándo se conformaron con “gobernar” a una masa de sólo votantes y contribuyentes? ¿En qué momento se endurecieron y envilecieron?
No siempre ha sido así pero ha empeorado, la descomposición avanza como un cáncer incurable y agresivo y la realidad la constatamos y sufrimos día a día. Hay que romper con esto; hay que cambiar y modificar patrones; desterrar esas frases del inconsciente colectivo y pensar de otra manera, sin miedo, con esperanza, con nuestros hijos en mente, con este país que amamos, del que debemos volvernos a enamorar y sentirnos orgullosos. Hay que romper patrones y ahora, más que nunca, exigir una purga profunda en el sistema político mexicano que incluye al legislativo y al judicial. Esto no puede ser, no lo merecemos.

Esta es la convocatoria para el mitin al que se convoca en la Ciudad de México, pero se está llamando a todo el país a salir a manifestarse a partir de las 16:30 horas del 24 de marzo de 2018. En Guadalajara, el punto de reunión es la glorieta de los Niños Héroes a esa hora.

Los jóvenes estudiantes son lo mejor que tenemos; son la garantía de que mexicanos preparados, con sueños y ambiciones tomarán la estafeta, con determinación y orgullo para que todos vivamos mejor.
Los necesitamos. Necesitamos su entusiasmo y su talento, su rabia y su valentía; los necesitamos vivos y nos necesitamos juntos. Son lo mejor que tenemos.
Estoy indignada hasta el cuello porque la desaparición de tres muchachos estudiantes del CAAV y de otro joven de la UdG se suma a la de miles más y nos eternizamos como una sociedad a la que los gobernantes votados y pagados por todos nosotros no dan respuesta. No más, esto tiene que cambiar, debe cambiar, sin dilación ni prórroga y el tiempo electoral no debe ser factor a considerar. La inseguridad es rampante; se incrementan las cifras de muertos y desaparecidos; las cifras de robos y atracos; los jóvenes están bajo amenaza y no puede ser que desde la “autoridad” simplemente se reaccione. ¿Qué han hecho para cortar de raíz? No se notan sus dizque acciones, ni sus dizque avances; son datos en informes inflados, falsos y demagógicos. Ya basta.
Los jóvenes estudiantes son lo mejor que tenemos y además de luchar contra todos los obstáculos posibles, personales, familiares, del entorno, del contexto, las trabas que un país explotado y atrasado impone, su integridad y sus vidas están en constante riesgo y peligro ¿hasta cuándo pues?
Mientras escribo esto, la juventud movilizada de tres universidades por lo menos, estaba reunida en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades para tomar decisiones, para hacer propuestas, para organizarse, pero sobre todo para exigir acciones concretas, notables y visibles de que se busca a los jóvenes recientemente desaparecidos y a todos y de que se combate el crimen organizado; queremos todos muestras de que el gobierno que pagamos resuelve y atiende y escucha y trabaja como debe, porque la constitución y todos los mexicanos y jaliscienses lo mandamos y lo ordenamos.
Javier, Marco, Daniel y César tienen que presentar exámenes, asistir a clases, reportarse con sus papás, los tres primeros deben entregar un cortometraje, la vida los llama a los cuatro, a los 43,  a los tres mil, al mexicano o mexicana que desaparece cada dos horas. Los queremos vivos y los queremos de regreso ya. A todos, son lo mejor que tenemos.

Columna publicada en El Informador el sábado 24 de marzo de 2018.

Los necesitamos


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Sin que sea resultado de ningún estudio o investigación exhaustiva sino más bien un asunto que tiene que ver con la intuición y con la información acumulada durante décadas, creo, estoy firmemente convencida, de que los jóvenes en el mundo han sido sistemáticamente sometidos y aplastados por diferentes vías más o menos desde 1968, cuando demostraron de lo que eran capaces en varias partes del mundo.
En México y en otros países fueron asesinados impunemente, pero creo que también fueron empujados al consumo de drogas para mantener esa fuerza inconmensurable, esa rebeldía poderosa y generadora de cambios, sumida en la apatía y en las adicciones. Por fortuna no son todos, ni siquiera una mayoría, pero si suficientes para que los intentos no pinten ni prosperen, al menos así ha sido en los últimos tiempos.
En el artículo del 3 de marzo cité un llamado que José Manuel Mireles hizo a los jóvenes en la UNAM: “[…] las drogas no benefician a nadie, se pueden sentir bien un ratito, pero lo mejor es tener la conciencia despierta y el conocimiento trabajando”. No puedo estar más de acuerdo.
Esta semana, Guillermo del Toro ofreció en Guadalajara (estrictamente, en Zapopan) tres master class a más de 10 mil jóvenes en su mayoría aunque estuvieron presentes niños y adultos, hombres y mujeres.
Más allá de la revelación generosa de sus técnicas, de sus ideas, de cómo surgieron sus proyectos, de cómo se ha movido en la industria internacional del cine, el cineasta compartió claves para lidiar con la vida y con la realidad que nos circunda, porque efectivamente no es nada terso, ni romántico, ni fácil.
Celebro y agradezco la forma en la que se dirigió a los jóvenes, a muchachos y muchachas adolescentes y veinteañeros, treintones, pero sobre todo los primeros, a quienes les compartió consideraciones simples, cero rebuscadas y como respuesta a preguntas expresas, sobre la frustración y la muerte por ejemplo. A jóvenes sensibles que tienden a tomar los obstáculos de la vida y los propios de este país como algo personal, les digo cómo superarlos, lo que se necesita; y los invitó a usar la rabia, esa rabia profunda que se lleva por dentro ante injusticias, desigualdades, falta de oportunidades, pobreza y corrupción, en sus propios proyectos, en alimentar la determinación para alcanzar objetivos, en la fuerza de carácter y en la perseverancia. No son las palabras textuales de Guillermo del Toro como podrán notar su vieron las tres clases maestras (si no, por favor, véanlas, aquí dejo la liga de la primera que los enlazará con las otras dos: primera máster class, a partir del minuto diez), pero en otras palabras así fue.
Dio respuestas sencillas para lidiar con la incertidumbre juvenil, con pensamientos que de pronto atormentan relacionados con la muerte y con la impotencia y ofreció consejos de conducta incluso, para saber cómo enfrentar las adversidades, empezando por el NO como el principal impulsor de iniciativas.
También reconoció el talento mexicano, particularmente del tapatío y aunque no lo dijo de manera expresa, Guillermo del Toro dejó una idea muy clara a lo largo de sus tres intervenciones: los necesitamos. Necesitamos a los jóvenes, su talento, su fuerza, su rebeldía, sus capacidades y habilidades, su entusiasmo, sus ganas de vivir, su inventiva, su ingenio, su alegría, su creatividad, su claridad de ideas.
Los necesitamos vivos, enteros, conscientes, despiertos, actuantes, contestatarios, inteligentes, ciertos, determinados, con sus metas y proyectos tan claros como los expresan y como los trabajan, sin esperar nada que no salga de cada uno, como les dijo Del Toro también para el manejo de expectativas.
Y con los jóvenes, la sociedad en pleno. Muchas veces lo he escrito en este espacio y en otros: Nos necesitamos juntos, en la familia, en la escuela, en los grupos de amigos, en la comunidad cercana, en la sociedad en general, en la nación. Nos necesitamos juntos para abrazar las causas de todos y cada uno, para apoyarlas, para impulsarlas.
Alguien por ahí, palabras más palabras menos dijo algo así de que “ya chole” con Guillermo del Toro. Y lo lamento de verdad. No había sido testigo hasta ahora, de que alguien que ha alcanzado el éxito a los más altos niveles, compartiera su experiencia profesional y de vida con tal generosidad y en esa magnitud y con la preocupación auténtica por este país y por todos nosotros, particularmente por los jóvenes mexicanos. Gracias.

Columna publicada en El Informador el sábado 17 de marzo de 2018.




sábado, 10 de marzo de 2018

No es un día de fiesta


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

No es la primera vez que abordo el tema pero me parece pertinente insistir porque lejos de mejorar parece que vamos de mal en peor en todos los sentidos. El Día Internacional de la Mujer se está desdibujando como la oportunidad de alzar la voz y reiterar que las condiciones de las mujeres en el mundo siguen siendo deplorables, lamentables y dolorosas.
Rara vez cualquier día, menos el 8 de marzo, se dan a conocer avances o se tiene noticia, cualquier día, de logros o evolución favorable en las exigencias añejas de las luchas feministas, porque no hay tal. Para los años de trabajo, para los diferentes aspectos que tienen que ver con los derechos de las mujeres, es muy poco lo que se ha obtenido de frente a la clase gobernante: igualdad en derechos político-electorales… y ya. Una rápida revisión de la información que se ha publicado en torno al Día Internacional de las Mujeres en México y otros países, me permite concluir que sí, que en esferas de gobierno, las mujeres han ganado espacios, hay más mujeres en congresos, ayuntamientos y ejecutivos que hace años; en nuestro país, las candidaturas de los partidos políticos a diversos puestos de elección popular deben ser 50/50 y aunque les ha costado cumplirlo, lo están logrando.
Aparte de esto, no se puede hablar de avances contundentes y de fondo que permitan decir que efectivamente las condiciones sociales, económicas, familiares y laborales de las mujeres hayan mejorado sustancialmente. Sí con respecto a la conciencia que se ha ido creando en la sociedad y esto es a fuerza de insistir y como resultado de las dinámicas sociales mucho más activas y efectivas que las que provienen de los gobiernos.
¿Y por qué digo que se desdibuje el Día como una oportunidad para avanzar? Porque se está convirtiendo en un día para la felicitación inconsciente de una realidad lacerante. No es un día para celebrar, no es un día de fiesta, no se pensó para eso. La Comisión Nacional de Derechos Humanos publicó un cartel que difundió a través de redes sociales y otras plataformas y medios, porque esta manera de banalizar el día, de convertirlo en otro día del amor y la amistad, está echando al traste la labor de décadas por generar conciencia en un ejercicio que no debe cesar porque los pendientes lejos de resolverse se multiplican.
Esto dice el cartel de la CNDH: “Desde un enfoque de derechos humanos, es un día para reconocer (identificar) las desigualdades que enfrentan las mujeres en las esferas económica, política, social y cultural; también es una fecha para reconocer a las mujeres sus aportes a la vida económica, social, cultural y política. No es una celebración puesto que surge de un crimen: el asesinato de las obreras de una fábrica textil, quienes exigían derechos laborales mediante una huelga pacífica (Nueva York, 1908). Se sugiere no hacer regalos ni dar flores porque ello banaliza el sentido de la conmemoración: el acceso y ejercicio pleno de las mujeres a todos los derechos, a la igualdad, no discriminación y a una vida libre de violencia. No se felicita a la mujer por ser mujer como no se felicita a los hombres por ser hombres”.
A través de WhatsApp y redes sociales circularon memes e ilustraciones como las antiguas tarjetas que están fuera de lugar: se deja de lado un verdadero propósito, se pierde de vista el origen del día y todos sus significados profundos.
Esa banalización impide reconocer la realidad: las 23 mil 800 mujeres asesinadas en México en los últimos diez años, con la calidad de feminicidios; y, de ese total, el escaso 10 % de casos con sentencia condenatoria a los asesinos. Son más de siete mujeres asesinadas al día. El INEGI revela que los asesinatos de mujeres de los últimos años se ejecutan “con mayor violencia y saña, utilizan medios que producen mayor dolor, prolongan su sufrimiento antes de morir”. ¿Es esto para festejar? ¿Para recibir felicitaciones? Es duro de decir y de saber, pero “36 % de las mujeres asesinadas en México en 2016 fueron estranguladas, ahorcadas, ahogadas, quemadas o apuñaladas. Tres veces más que en el caso de los hombres, en su mayoría asesinados de un balazo (70 %)”. Les recomiendo un reportaje en El País titulado "Las voces silenciadas"
La realidad es espeluznante. Son datos difundidos esta semana, la cifra se incrementa y por lo visto de nada ha servido la reforma del artículo 167 del Código Nacional de Procedimientos Penales del año pasado contra los feminicidios.

Columna publicada en El Informador el sábado 10 de marzo de 2018.

viernes, 9 de marzo de 2018

Crónicas de Ayer

De cuando Guillermo del Toro comenzaba a cosechar éxitos... Lo entrevisté en las oficinas de El Informador cuando era editora de la sección Cultural. Con el éxito de "La invención de Cronos" se empezaron a generar altas expectativas en torno al joven cineasta. Cuando la entrevista, Guillermo del Toro tenía 29 años. ¿Qué puedo decir que no se haya dicho ya sobre la personalidad del director de cine? Sí recuerdo su disposición para la entrevista, su buen humor, su pasión, su entusiasmo, esas ganas que ahora me confirman por qué alguien como Guillermo del Toro ha llegado hasta donde está. Un orgullo para los tapatíos, para Jalisco y para México y me precio de tener en mis Crónicas de Ayer, dos entrevistas de él cuando empezaba.
Pueden buscar las entrevistas en "Navegación directa" en la Hemeroteca de El Informador: 11 de diciembre de 1993, página 40 y 20 de enero de 1994, página 30.





domingo, 4 de marzo de 2018

UNAM


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)


El enfrentamiento entre presuntos vendedores de droga en Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México, destapó una cloaca que durante años se fue llenando de la porquería que ahora sale a flote.
Las universidades en México y en varias partes del mundo, son los sitios perfectos para los traficantes de drogas porque desgraciadamente jóvenes son los principales consumidores, No importa que sean estudiantes ni que tengan determinado nivel socioeconómico, son el mercado más codiciado por los vendedores de estupefacientes y sustancias similares.
Lo que me llama la atención es que el tema sale a la luz pública a raíz de la muerte de dos individuos que, según dicen las fuentes oficiales, no pertenecían a la comunidad universitaria pero en ella operaban como narcomenudistas.
Alguna diferencia los condujo a tal desenlace porque, en realidad, después de lustros, décadas, no se había tenido noticia de que por algo así hubiera problemas de este tipo en la máxima casa de estudios, es decir, mientras cada uno tuviera su coto y se respetaran mutuamente no tendría por qué haber conflicto. Algo pasó y sin duda sus allegados lo saben, ojalá que no siga la rivalidad porque entonces habría una guerra al interior de CU como una réplica de lo que pasa en varios puntos del país. Ojalá que no, ojalá que no.
Antes de los hechos de hace una semana, aparentemente todo estaba tranquilo y a unos días de que se dieran a conocer los lugares que ocupa la UNAM en varios indicadores internacionales de excelencia educativa y académica, muy buenos por cierto, mejores que muchas universidades de países desarrollados.
La información hasta ahora se ha manejado como si nunca en la UNAM se hubiera vendido droga, como si apenas las autoridades se dieran cuenta o se enteraran. Esto me parece intolerable. Todos, absolutamente, deberían asumir su responsabilidad y reconocer lo que se tenga que reconocer, incluido el miedo.
¿Qué pasaría si el rector declarara: sí, sabíamos del narcomenudeo pero era difícil combatirlo porque había amenazas bla bla bla o porque hay muchos intereses o porque la corrupción alcanza a toda la institución o porque hay reparto de las ganancias? ¿No se estaría en mejores condiciones de enfrentar con probabilidades de éxito la situación compleja y peligrosa? ¿No sería mejor reconocer y en un ámbito de transparencia y honestidad sumar esfuerzos y convocar a las instituciones que tienen injerencia en estos asuntos por el bien de los jóvenes y de la universidad?
Aunque la ilustración está muy trillada, lo que está pasando en la UNAM es sólo la punta del iceberg y urge, urge (como tantos pendientes en México) que se tomen cartas en el asunto, que se ponga remedio, que se cubran rezagos, que ya no se mienta, que haya purgas y un proceso intensivo de saneamiento auténtico, con ganas de hacerlo, con determinación.
De entrada, es preciso que se detenga la mala costumbre de querer tapar el sol con un dedo, de cegarse ante realidades dolorosas y riesgosas, de voltear para otro lado, especialmente si los que lo hacen son los directores y jefes de las instituciones que más que eso deberían actuar como líderes.
José Manuel Mireles, quien fuera líder de las autodefensas en Michoacán, presentó su libro ante estudiantes de la UNAM y les dijo, entre otras cosas, que el miedo no se quita a la hora de enfrentar situaciones como lo que está pasando en la universidad, “no esperen no tener miedo nunca, el miedo nunca se les va a quitar, el que muere de miedo muere todos los días, el que no tiene miedo muere una sola vez”. Los conminó a defender su universidad, a unirse y a abrir los ojos “ayúdenme a despertar la conciencia de toda la nación… prepárense muy bien, están en el mejor lugar del mundo para que cambien las cosas en toda la nación, no sólo en sus pueblos de origen… Esta es la mejor trinchera que existe para toda lucha social… El día que empiecen a defender su escuela nadie va a volver a entrar a venderles drogas, duro con ellos, las drogas no benefician a nadie, se pueden sentir bien un ratito, pero lo mejor es tener la conciencia despierta y el conocimiento trabajando”.

José Manuel Mireles en la U NAM, Foto: ADN Político.

Habría que hacer extensiva la invitación que hizo Mireles a los muchachos de la UNAM a todos los jóvenes mexicanos.

Columna publicada en El Informador el sábado 3 de marzo de 2018.

Nosotros no tenemos la culpa


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Por primera vez escuché que alguien públicamente afirmó que la sociedad mexicana ha hecho su tarea y que es el gobierno el que no se esfuerza por combatir la corrupción con medidas de fondo y no paliativos o remedios demagógicos y efímeros, insustanciales en verdad, desde aquellos tiempos de la “renovación moral” y de “la corrupción somos todos” hasta la muy reciente de que es una cuestión cultural.
Eduardo Bohórquez, director ejecutivo de Transparencia Mexicana es a quien me refiero y lo hizo al hablar en una entrevista sobre el Índice de Percepción de la Corrupción 2017 que ese organismo acaba de publicar junto con Transparencia Internacional. Más allá de los datos duros que son demoledores, me llamó la atención que manifestara una postura opuesta a la del Presidente de México, por ejemplo, quien minimiza la corrupción en el país y se lava las manos al echarnos la culpa a todos.
Al aludir a las declaraciones de Peña Nieto, Bohórquez dijo que si es un asunto cultural, entonces otros países de la región deberían estar en la misma situación como Uruguay, Chile o Costa Rica, los países mejor evaluados de América Latina; y a la pregunta de si la sociedad en México no había hechos su tarea al respecto, él respondió que sí la ha hecho y habló de los ejemplos de sociedad civil organizada o no que se manifiesta y lucha desde diversos frentes para denunciarla y combatirla. No es culpa de la sociedad, es más bien el gobierno en sus diferentes órdenes y niveles el que no está haciendo lo suficiente para atenuarla primero y luego para erradicarla con todo y que hay una clara conciencia de que no hay naciones cien por ciento “limpias”.
Claro que este dato no es para que sirva de consuelo, pero qué mal estar en la posición 135 de un total de 180 países, con 29 puntos de calificación cuando el puntaje más alto es de 89, sesenta más, y corresponde a Nueva Zelanda. México está en el mismo nivel que República Dominicana, Paraguay y Honduras entre los países de América Latina, y en el contexto de las 180 naciones, coincide con Rusia, Kyrgyzstan, Laos, Papúa Nueva Guinea y Rusia, sí, nada menos y nada más.
El Sistema Anticorrupción, que ha generado tantas resistencias entre la clase gobernante, es una de las razones a que atribuye Transparencia Mexicana el hecho de que México perdiera un punto en la calificación (tenía 30 en 2016) y por supuesto que este Índice de Percepción, que se construye vía encuestas sólo a expertos y líderes de opinión de todo el mundo, es reflejo de una realidad y no sólo de una idea, no son “afiguraciones” pues.
Transparencia emitió cuatro recomendaciones específicas a México en las que es preciso insistir, con más razón ahora que están por empezar las campañas e iniciará un nuevo gobierno a partir de diciembre, a saber: 1. Asegurar la correcta implementación del Sistema Nacional Anticorrupción en todo el país; 2. Incorporar a la Unidad de Inteligencia Financiera y al Servicio de Administración Tributaria en el Sistema para fortalecer las investigaciones de lavado de dinero; 3. Crear una Fiscalía General de la República capaz, autónoma e independiente para asegurar que la política anticorrupción del país no dependa ni de la política ni de intereses privados y 4. Avanzar hacia sistemas de información interoperable y automatizada de todas las instituciones públicas, incluyendo la máxima publicidad y formatos abiertos respecto del financiamiento a partidos políticos y sus proveedores (IPC 2017).
Ahí está el trabajo hecho sólo para aplicarlo e idear otras medidas para blindarnos lo más posible contra la corrupción y todas sus bifurcaciones.
Quiero volver a la postura de Bohórquez en cuanto a que la sociedad ha hecho su tarea. Lo creo y en otros momentos lo he escrito y defendido. Es fácil echarle la culpa de todo a la sociedad, a una masa informe e impredecible, diversa y desigual, a cualquiera le puede quedar el saco o no. Qué fácil decir que la gente no participa cuando, cuando lo hace, es criminalizada y reprimida; qué fácil asegurar que las masas son las responsables cuando desde el gobierno se mantiene pobreza e ignorancia deliberadamente para garantizar la compra/venta de votos; qué fácil decir que la sociedad es parte de la corrupción cuando las instituciones del Estado no funcionan y orillan a eso para que las cosas, muchas cosas caminen, qué fácil.
Nosotros no tenemos la culpa. México requiere con urgencia una purga de su sistema de gobierno, de la burocracia, del sistema electoral y de partidos, incluso de algunas cúpulas empresariales; y necesita líderes que pongan el ejemplo y conduzcan a esta sociedad a otros niveles de convivencia, de una mejor y más sana y más limpia convivencia.


Columna publicada en El Informador el sábado 24 de febrero de 2018.

Precariedad del proletariado


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Aprovechando que estamos en un tiempo inter campañas, neutral se supone, que nos puede permitir cierta tranquilidad y calma para dedicarnos a nuestras actividades cotidianas sin mayores interferencias ruidosas, quiero recomendarles que vean y escuchen con atención (tomen nota si es preciso) el documental Requiem for the American Dream (“Réquiem por el sueño americano”).
Es un documental que está libre en YouTube (como siempre, aquí comparto la liga: documental) y además se puede acceder a él a través de Netflix (plataforma streaming). Tampoco es reciente, quizá tenga un año ya en la web y en redes pero es de una actualidad indiscutible y, si me apuran, urgente.
Noam Chomsky, lingüista filósofo y activista estadounidense, severo crítico del capitalismo y sus perversiones, explica con lujo de detalles y sin conceptos rebuscados, los diez principios de la concentración del poder y de la riqueza en Estados Unidos. Claro que en cuanto esté atento al documental, encontrará sin dificultad todas las asociaciones y coincidencias que se pueda imaginar con respecto a la realidad que vivimos en México y, sin duda alguna, en otros países, pero México es lo que me importa y es siempre en el que pienso primero.

Resultado de imagen para noam chomsky
Noam Chomsky. Foto: Ecoosfera.

Los diez principios son los siguientes, digo, la simple enumeración les sonará cercana, conocida: (1) reducir la democracia, (2) moldear la ideología, (3) rediseñar la economía, (4) desplazar la carga, (5) atacar la solidaridad, (6) dirigir las instituciones reguladoras, (7) manipular las elecciones, (8) mantener a la plebe bajo control, (9) fabricar el consentimiento y (10) marginar a la población. Si se tratara de una check list bastaría con poner palomita a todas.
Comentaré hoy sólo uno de los principios, el cuarto: desplazar la carga, porque resulta que está estrechamente vinculado con varios temas recientes que he manejado en este mismo espacio como la desigualdad y el nivel tan bajo y criminal de los salarios en México ¿de qué se trata? ¿A qué se refiere con eso de desplazar la carga? Bueno, pues a algún genio vinculado con el poder y la riqueza extrema se le ocurrió que los más ricos, que los capitalistas mayores, ya no pagaran tantos impuestos y que era mejor “desplazar la carga” hacia la población en general. En el documental, con datos de la Tax Foundation, del Departamento del Tesoro de Estados Unidos y del área de investigación y servicio de análisis de impuestos del Congreso estadounidense, se muestra cómo los más ricos han dejado de pagar tantos impuestos y cómo, los menos ricos, básicamente la clase trabajadora cautiva, paga más impuestos. Los gravámenes que se han incrementado son al consumo y al salario, es decir, a la  mayor parte de la población. Para los poderosos esto tiene un nombre que ellos mismos, dice Noam Chomsky, han puesto de moda: Precariat o Precarious Proletariat, en otras palabras, la precariedad del proletariado.
Por supuesto que esto profundiza la desigualdad en el reparto de la riqueza, un discurso que, por cierto, ha estado ausente de la demagogia trillada de la clase política en México. Hace mucho que no escucho que algún gobernante prometa, se comprometa o por lo menos lo diga para simular, que sabemos que les encanta, que combatirá la desigualdad y tomará medidas para un-reparto-más-justo-de-la-riqueza.
En este concepto de la precariedad del proletariado ubico, entre otras realidades, el papel cada vez más marginal e inútil de los sindicatos; la consecuente nula defensa de los derechos de los trabajadores; el ascenso de las empresas de outsourcing (subcontratistas); los contratos de seis meses; adiós a la antigüedad en los empleos y adiós, en general, a otras prestaciones que eran por ley que garantizaban ciertas condiciones y cierto nivel de vida que no era tan precario como ahora.
Y la crisis económica es tal y está la situación tan grave y complicada para la clase trabajadora, que estamos llegando a un punto en que nos conformamos con este panorama porque de otra manera perderíamos nuestro trabajo. Para algunos filósofos contemporáneos se trata de aceptar o hasta propiciar una especie de auto explotación porque de otra manera, no tendríamos posibilidades de desempeñar una actividad, la que sea, que nos permita obtener los ingresos necesarios para vivir al día en el mejor de los escenarios, para sobrevivir, en el peor.
Reitero la invitación para que vea este documental y, por favor, corra la voz.

Columna publicada en el El Informador el sábado 17 de febrero de 2018.

Democracia + decepción


Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Esta operación es cada vez más recurrente. Y si es una suma, debe haber un resultado: ¿apatía?, ¿irresponsabilidad?, ¿resignación?, ¿frustración? Difícilmente se podría encontrar un resultado positivo de esta combinación de factores, en todo caso, tendría que cambiar el signo: Democracia = decepción… si nos remitimos a la manera en la que se practica la democracia en México y en casi todo el mundo desde hace varios lustros a la fecha.
Ahora ¿es la práctica de la democracia? ¿Es la descomposición de la clase gobernante? ¿La falta de participación ciudadana? ¿La corrupción que se extiende como plaga por el globo terráqueo? ¿Es la falla del sistema? ¿El agotamiento del modelo? ¿Qué es?
Recientemente se presentaron las conclusiones de un estudio de opinión pública sobre diversas percepciones en América Latina, básicamente desarrollo democrático, economía y sociedad. Se conoce como Latinobarómetro y hasta ahora goza de prestigio por la seriedad de sus encuestas y por la manera en la que se procesan y difunden los datos, aunque todo estudio, sea de quien sea, debe leerse y analizarse escrupulosamente; no están los tiempos para otorgar cheques en blanco sin ton ni son. Como siempre que hay acceso libre, dejo aquí la liga por si se desean leer el informe 2017 completo: Latinobarómetro
Pues bien, resulta que la mayoría de las personas entrevistadas (más de 20 mil de 18 países de América Latina) está decepcionada de la democracia; los autores del estudio describen esto como “el declive de la democracia en toda la región”. Y agregan: “La hemos llamado diabetes democrática, una enfermedad invisible, que no alarma (a) nadie pero carcome la vida lentamente”. Habría que añadir: para la que no hay cura.
¿Por qué será? Hay quienes interpretan este indicador como una incomprensible añoranza del pasado autoritario y dictatorial en la región, y ya. Personalmente creo que esa puede ser una posible interpretación, pero no la única ni necesariamente la correcta. Definitivamente algo está fallando y son significativos los indicadores que arroja este trabajo entre los que, por ejemplo, se alza Venezuela como el único país en donde creció de manera notable la preferencia de la población por la democracia como el mejor sistema de gobierno posible en contraste con los demás conocidos.
¿El peor resultado para esta misma pregunta? México. Es el país en el que de un año a otro se registró la baja más significativa con 10 puntos porcentuales. El apoyo a la democracia en México cayó de 48 a 38 % de 2016 a 2017 y es prácticamente el peor nivel alcanzado desde 1995 a la fecha, salvo por el resultado del año 2013 que se situó en 37 % de apoyo a la democracia como sistema de gobierno.
¿Se puede decir que en el caso de México hay nostalgia por la dictadura? No lo creo. El indicador revela, en cambio, que los gobiernos pseudo democráticos en nuestro país, alternancia incluida y toda la cosa, no están respondiendo a las expectativas de la población, expectativas, por cierto, generadas por la misma clase política y el sistema de partidos; y anuladas por los mismos gobernantes dada su inoperancia como ejecutivos titulares de las administraciones públicas ya sean federal, estatales o municipales; por la falta de responsabilidad y de liderazgo; por los altísimos niveles de corrupción y por el desdén, sintomático ya, de la clase política con respecto a las demandas y necesidades sociales.
La decepción con respecto a los gobiernos “democráticos” en México es mayúscula; o de la democracia según se entiende y práctica en nuestro país. Como ciudadanos, este es el gran desafío: es preciso sobreponernos y pese a nuestra mala percepción de la democracia aquí,  prepararnos para las elecciones que vienen.
Urgen cambios. Están a punto de terminar las precampañas, una farsa realmente; y en el periodo previo al inicio de las campañas, también habrá publicidad y propaganda electoral “neutra” según dicen y bueno, ya pronto veremos qué entienden por eso; es decir, no nos dejarán descansar de un espectáculo lamentable y deprimente.
Ya sabemos que la democracia no es perfecta y quizá nos falte comparar con otros países: España por ejemplo, en donde vivieron por más de 40 años bajo una dictadura que los lleva a apreciar la democracia casi como sea.
No se trata de conformarse con lo que sea, tampoco; es como si estuviéramos ya satisfechos porque experimentamos la “alternancia”. No. Hay que exigir mejor cada vez, un desempeño casi perfecto, lo merecemos.

Columna publicada en El Informador el sábado 10 de febrero de 2018.