sábado, 31 de diciembre de 2016

Hoy es el día

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

El gasolinazo que entrará en vigor mañana no es más que el culmen de las decisiones que contra los mexicanos ha tomado desde 2012 (no me alcanzaría el espacio para remitirme a los pésimos gobernantes que hemos tenido en el pasado) Enrique Peña Nieto. Esta no es una decisión del secretario de Hacienda, es del Presidente, en todo caso está de acuerdo y la presenta como propia.
Desde el anuncio esta semana las reacciones populares han ido en aumento y me llama la atención positivamente la organización que se está dando en los ciudadanos a través de las redes sociales para manifestarse contra la medida. Ayer hubo un plantón afuera del Congreso de Jalisco y en diferentes puntos de la geografía nacional ha sucedido lo mismo. Para el lunes 2 de enero a las 14:30 en la Glorieta Minerva está convocada una marcha y otra el 9 de enero en la Ciudad de México. No creo que sean las únicas y siempre será esperanzadora la movilización de la gente contra un atraco en despoblado particularmente cuando son los que dizque nos representan los que lo avalan.
Hay dos casos emblemáticos en los que la ciudadanía tuvo éxito en sus manifestaciones opositoras y fue aquí en Jalisco. Quiero creer que podemos y lograremos detener esta alza que convenientemente se publica hasta el 26 de diciembre en el Diario Oficial de la Federación, en plenas vacaciones, a punto de terminar el año y después de que fue presentado, revisado y aprobado el Paquete Fiscal de la Federación para 2017.
¿Se acuerda el lector de esos dos casos? Uno fue el “placazo” en 2010 y otro la “macrolimosna”, ambos durante la muy desagradable y lamentable administración de Emilio González Márquez.
Así se publicó en su momento el triunfo de la gente contra la medida que pretendía imponer el entonces gobernador: “Guadalajara, Jal., 31 de octubre. El gobernador Emilio González Márquez reculó en su intención de aplicar el año próximo un programa de re-emplacamiento por el cual esperaba cobrar mil 200 pesos por cada uno de los 2.3 millones de automotores en la entidad. El mandatario argumentó que abandonó el proyecto por el descontento que causó entre la ciudadanía, que este miércoles se manifestó ante el palacio de gobierno por cuarta ocasión en una semana”.
En cuanto a la “macrolimosna”, dos años antes, mentada de por medio, también se cayó por el descontento y las manifestaciones de la gente. González Márquez entregó 90 millones del erario público para la construcción del Santuario de los Mártires y los jaliscienses se movilizaron de una manera impresionante hasta que fue necesario que la Arquidiócesis de Guadalajara regresara el dinero.
¿Es posible entonces? Tiene que ser, de otra forma no podríamos presumir que vivimos en una democracia (digo, en realidad no tenemos muchos elementos para eso) y entonces sí el tinglado del sistema caería estrepitosamente.
Como siempre, como opera un gobierno alejado de sus representados, la medida se tomó prácticamente en la clandestinidad, fue una operación a escondidas, con movimientos sigilosos estilo serpiente, con los tres agravantes de cualquier delito o acto antiético y tramposo: premeditación, alevosía y ventaja. Según una tesis del Sistema Judicial de la Federación, existen dos clases de alevosía: “la primera, consiste en la sorpresa intencional de improviso o acechanza de la víctima, figura que coincide siempre con la premeditación, puesto que requiere actos preparatorios, y la segunda, en el empleo de otros medios que no le den lugar a defenderse ni a evitar el mal”, en ambos casos, quien la comete, tiene ventaja para operar así.
Todavía ayer leí una nota breve pero sin duda reveladora de cómo fue urdido todo: el secretario de Hacienda (decían que era presidenciable), José Antonio Meade, dijo que esta medida la agradecerán nuestros hijos y nuestros nieto (¡vaya!) y que se tomó por tres cosas que, es claro, dejan en evidencia las deficiencias descomunales en la tarea de gobernar y administrar que constitucionalmente les corresponde: “si queríamos mantener el precio por debajo de lo que nos está costando, si no queríamos reflejar el incremento en el costo, teníamos o que endeudarnos, o que recortar programas, o que subir impuestos. Y no estamos haciendo ninguna de las tres cosas”.  ¿Ah no?
Excuso decir que contengo la indignación: sobre la deuda, aumentó 52 % de diciembre de 2012 a diciembre de 2015 (falta el dato de este año); en cuanto al recorte de programas, Hacienda propuso para 2017, un “ajuste” de 38 % en el presupuesto de programas sociales, aproximadamente, 81 mil 380 millones de pesos menos; y, finalmente, en materia de impuestos, ¿qué es si no el incremento en las gasolinas?
Espero, deseo fervientemente que estas medidas nos lleven a una organización social que repercuta en un cambio en las decisiones que toma la clase política. Y hoy es el día perfecto para los deseos.

Columna publicada en El Informador el sábado 31 de diciembre de 2016.


lunes, 26 de diciembre de 2016

Sueños desde el siglo XVIII

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Cuando México se estrenaba como nación independiente, desde antes de hecho, gracias a la preocupación de ilustrados de la talla de Francisco Xavier Clavigero (así, con g, es la ortografía correcta del apellido), se empezaron a promover cambios en materia educativa y pedagógica. En aquellos años, y estamos hablando de fines del siglo XVIII, sabios y eruditos trataba de lograr que la instrucción llegara a las masas.
En las primeras publicaciones tapatías, los escritores de los artículos, particularmente los “polares” a los que he citado en columnas anteriores, expresaban la necesidad urgente de que la gente se instruyera, que saliera de las tinieblas de la ignorancia y se hiciera una con la nación que estaba llamada a formar parte del grupo de naciones civilizadas del orbe.
El progreso era la máxima aspiración, sueños de modernidad que persistieron (a la par que las tradiciones más arraigadas) a lo largo del siglo XIX, con la educación como bandera siempre, bajo un tono u otro. Entre los auténticos amantes de la nueva nación no sólo se manifestaban las preocupaciones sino que se actuaba en consecuencia y ahí tenemos a cinco grandes de Jalisco como Francisco Severo Maldonado, Juan de Dios Cañedo, Prisciliano Sánchez, Mariano Otero y Tadeo Ortiz de Ayala. No son los únicos, me refiero a ellos como los principales de la primera mitad del siglo XIX y por las obras que dejaron para la posteridad. Entre estos cinco está el editor de El Despertador Americano (por cierto, el 20 de diciembre se cumplieron 206 años de la aparición del primer número), un diputado ante las Cortes de Cádiz (Madrid), el primer gobernador de Jalisco autor del Pacto Federal del Anáhuac, el coautor del derecho de amparo —aportación de México al mundo— y un individuo que fue clave para México en los últimos años de la revolución que llevó a la independencia ante otras naciones. El tema me apasiona y la verdad es que no me quiero extender demasiado, pero sí apuntar datos ciertos del tiempo que hace que ilustres mexicanos se han preocupado y ocupado por nuestra educación con la certeza de que es la única manera de que el pueblo se integre, desarrolle un sentido de pertenencia y de defensa de su patria y sus derechos.

Juan de Dios Cañedo. Imagen tomada de Esto pasó.

Escribo esto porque recién se dieron a conocer los resultados de la prueba Pisa que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) manda hacer. Nos fue mal, muy mal. Y bueno, lamentablemente, es la realidad.
Sé que la prueba es cuestionada porque sólo califica ciertos aspectos, sin embargo, los resultados que arroja sí son representativos de la calidad educativa en los países que estudia. Las materias que evalúa son Matemáticas, Ciencias y Lectura. Básicas para el desarrollo de otras habilidades y para enfrentar el mercado laboral diseñado además para reforzar precisamente esas áreas. Las preocupaciones por impulsar otras capacidades y com-pe-ten-cias son apenas recientes y las desigualdades entre países desarrollados y subdesarrollados siguen siendo descomunales. Todos sabemos los intereses del gran capital (sí, sé a qué sueno pero es cierto) para formar masas de obreros y empleados capacitados para cumplir con ciertas tareas, logros, retos, metas y demás parafernalia empresarial desarrollista y globalizadora de ganar/ganar y cosas por el estilo, especialmente si esas masas viven en países pobres, América Latina para no ir muy lejos, digo, aquí estamos.
Estos resultados deberían ser un referente para cambiar las cosas, pero no ha funcionado así, al menos no en México. De 2012 a 2015 México cayó varios lugares en las tres disciplinas y de 70 se ubica en el lugar 58 en Ciencias; 55 en Lectura y 56 en Matemáticas; es decir, de la mitad para abajo.
Lo peor de todo, lo más desalentador, es que Aurelio Nuño, el titular de la SEP, lleva agua a su molino y afirma que por eso es tan urgente la reforma educativa; claro, es urgente una reforma educativa pero no la vigente ya obsoleta. A ver si se animan y dan varios pasos más adelante; habría que salirse de las filas globalizantes, emprender una reforma que sorprenda al mundo, que rompa esquemas y patrones de atraso y mediocridad, que verdaderamente promueva el talento y la creatividad que ya tenemos y que, como soñaban los ilustrados del XVIII y del XIX nos lleve a estadios superiores de desarrollo y progreso, simplemente, para vivir mejor, sin corrupción, sin atrasos, sin desigualdades, sin abusos, sin egoísmo.
Mientras tanto y por lo pronto, con todo mi cariño y los mejores deseos ¡Feliz Navidad!

Columna publicada el sábado 24 de diciembre de 2016.


sábado, 17 de diciembre de 2016

Desaliento a la quinta

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

¿Quién podría estar enojado porque en este año se ha creado un millón de empleos? Nadie. Cómo enojarse por un anuncio que revela ¡por fin! que se alcanzó la meta de generación de empleos que necesita México desde la década de los noventa del siglo pasado, por lo menos. Imposible.
¿Quién puede reclamarle al Presidente algo, ante tales cifras extraordinarias? Y no sólo se trata de un millón de empleos este año, sino que la mayoría, dijo el mandatario, alrededor de 65 % de estos trabajos, están inscritos en el Instituto Mexicano del Seguro Social, es decir, se consideran empleos permanentes ¿y qué creen? Claro que no todo queda ahí: ¡ganan más de dos salarios mínimos! ¡Wow! ¿Cómo enojarse o emitir cualquier desacuerdo?
Por si de pronto no queda claro —los malos entendidos y las sub interpretaciones están a la orden del día— estoy siendo sarcástica. Quisiera creerlo y no cuestionar ni una coma de lo dicho por Peña Nieto esta semana, pero resulta imposible.
El desaliento ante tales datos manipulados y manipuladores (mucha gente se lo cree) se profundiza, primero, porque una vez más queda en evidencia que mientras el país se desmorona en la Presidencia de la República no quieren darse cuenta. Se despedaza entre la violencia, la corrupción rampante, la ineficiencia de los servicios burocráticos (educación, salud, vivienda, tramitología, recaudación), el recrudecimiento de la desigualdad (el inequitativo reparto de la riqueza), la pobreza extrema, los miles de desaparecidos, la impunidad y la simulación. Todo esto pasa en México, es nuestro día a día, pero en Los Pinos no quieren escuchar, ver ni saber.
Segundo, porque para el Presidente es la gran cosa la creación de un millón de empleos este año, para un total de dos millones 500 mil en lo que va del sexenio, es decir, si la meta es de un millón anual, el rezago es de un millón y medio sin contar el acumulado de sexenios anteriores y sin considerar los matices de tal cantidad. ¿Cuáles matices? Resulta que no necesariamente se trata de empleos nuevos sino de formalización de trabajos ya existentes, no estaban inscritos ante el IMSS. El secretario del Trabajo lo explicó días antes del discurso presidencial de esta semana.
Tercero, porque del total que maneja el mandatario, es preciso tomar en cuenta que alrededor de 70 % de los empleos dizque generados en el sexenio son precarios, es decir, los mexicanos que se desempeñan en ellos ganan entre uno y dos salarios mínimos, en otras palabras, sus ingresos no superan los cinco mil pesos mensuales, ni siquiera llegan a los seis que aquel secretario Cordero decía que eran suficientes para vivir bien.
Cuarto, porque dijo el Presidente que al ganar más de dos salarios mínimos (ese “más” es relativo, no son dos y medio, ni tres, o sea, a penas) y con el incremento a 80 pesos diarios a partir de enero de 2017, textual: “es la primera vez en 40 años que los trabajadores recuperarán cerca de 15 por ciento de su poder adquisitivo”. No bueno. Seguramente nos volveremos locos con tantísimo dinero.
Y quinto, porque se omitieron datos que influyen en ese frágil y vulnerable poder adquisitivo como el índice inflacionario, los abusos, la paridad peso-dólar e incluso las expectativas de crecimiento económico al cierre de 2016.
Seguramente eso no cuenta, porque si contara, entonces sí se caería todo el tinglado que tienen armado en donde cada día (ya van para las mil 500 representaciones) todo es perfecto. Lo único malo viene de afuera: todo es culpa de Trump y de la globalización; y también de los mexicanos criticones e inconformes que nos enojamos por la “creación” de un millón de empleos este año. Somos de lo peor.
El desaliento es pues, cada día más grande alcanzando ya la calidad de descomunal, porque no hay para dónde voltear. Aferrados al poder y a una realidad ficticia cómodamente sentados en sus sueldos, sus aguinaldos, sus bonos, sus prebendas y privilegios, no pueden ni quieran darse cuenta de lo que sucede en el México profundo.
Antes de terminar quiero recomendar un artículo que se publicó en The New York Times apenas ayer sobre la corrupción, de hecho, sobre “el lado positivo de la corrupción” (artículo) (corrijo: el lado positivo de los últimos escándalos de corrupción). La pregunta es: ¿y aquí cuándo?

Columna publicada en El Informador el sábado 17 de diciembre de 2016.

Ojo

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Dicen que en política no hay coincidencias... Mañana, se cumplen 10 años de que Felipe Calderón, entonces Presidente de la República, iniciara una guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado. Y lo novedoso no era el anuncio de que serían combatidos, sino de que el Ejército saldría a las calles a hacerlo.
En su momento hubo voces, dentro y fuera de las Fuerzas Armadas que se manifestaron contra esta “estrategia” y bueno, al paso de los años el tiempo les ha dado la razón por múltiples razones, baste mencionar los asuntos relacionados con la defensa y protección de los derechos humanos; hechos polémicos y dolorosos, aún oscuros como el de Tlatlaya y el revelado recientemente por la periodista Anabel Hernández en su libro La verdadera noche de Iguala en donde, afirma: el Ejército “ordenó, orquestó y organizó” la noche en la que desaparecieron los jóvenes normalistas. Sostiene Anabel que los estudiantes se dieron cuenta de un cargamento de droga, más allá de si era decomiso o qué era. Las decisiones con respecto a los normalistas que presuntamente se tomaron esa noche, fueron con base en la premisa, aun cuando suene a melodrama, de que “sabían demasiado”.
Son cuestiones, reitero, dolorosas; pendientes no resueltos que enfocan todas las recriminaciones y reclamos hacia el Estado. “Fue el Estado” se repite siempre en manifestaciones, entrevistas y escritos. Son hechos que han deteriorado el de por sí luido tejido social, la confianza en las instituciones y valores implícitos que se han ido perdiendo gradualmente.
Desde el inicio se advirtió que se pervertirían las facultades del Ejército y que la institución dejaría de ser una de las más queridas y respetadas por todos los mexicanos. Se advirtió además que esto causaría mucho enojo hacia el interior de las Fuerzas Armadas y que eso no era lo deseable.
Pues bien, en esta semana el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional habló y no fue precisamente en buenos términos. Los mensajes han estado presentes en cuanto discurso y entrevista, de manera tácita y expresa, en un tono y en otro. Lo que dijo el Gral. Salvador Cienfuegos no es la primera vez que lo plantea. Y ante la omisión de parte de los legisladores es normal que el tono se intensifique.
¿Cuál es el punto? Desde hace mucho tiempo, en diversos momentos en los diez años de “guerra” contra el narcotráfico, miembros del Ejército y expertos en materia de seguridad han manifestado la urgencia de que se respalden legalmente las acciones de las Fuerzas Armadas en estas órdenes que se dictan desde la Presidencia de la República.
En esta ocasión, el Gral. Cienfuegos dijo que ninguno de los soldados que integran la institución había estudiado para perseguir delincuentes y que no se había hecho el ajuste necesario y urgente en las atribuciones constitucionales. Ahora, si no pretende hacer tal cambio realmente (es el mensaje) pues entonces que se les permita volver a los cuarteles y enfocarse, de nuevo, en las actividades enmarcadas en la Constitución.
Esto ha sido señalado una y otra vez desde las Fuerzas Armadas, empezando por el secretario, pero el reclamo no ha sido atendido. Es lo menos que pueden hacer los legisladores. La falta de un marco legal para que el Ejército actúe apegado a derecho, lo deja en una situación de vulnerabilidad y desgaste que ya se ha manifestado en diversas ocasiones y en varios hechos cuestionados y cuestionables, que no han causado sino daños en todos los sentidos.
Urge poner atención en este asunto, atención que implica corrección y orden. Mañana se cumple una década de omisiones en la materia, en una actitud que predominó en el sexenio de Calderón y se mantiene en el de Peña. Ojo.

Columna publicada en El Informador el sábado 10 de diciembre de 2016.


sábado, 3 de diciembre de 2016

Temas chiquitos

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Hace una semana escribí sobre lo que considero es “la debacle que se avecina” es decir, una derrota estrepitosa del PRI en las elecciones de 2018; y me referí apenas superficialmente, a la reunión que al día siguiente (domingo pasado) tendrían los priistas en la sesión de instalación de su VI Consejo Político Nacional.
Secundé las consideraciones de Raymundo Riva Palacio en su columna en el sentido que el Presidente Peña no era bien recibido por sus correligionarios, y que a ver cómo le iba, sin embargo, a la luz no salió nada relacionado con eso, lo que sí puedo corroborar es que se avecina una debacle para ellos, siempre y cuando todos los electores estemos despiertos, para empezar, porque tienen un discurso mareador que han ido puliendo a lo largo de casi un siglo, que los convierte en verdaderos expertos en el don manipulador de masas.
Voy a abordar algunos puntos de lo que sucedió el domingo pasado; con todo y que ha transcurrido casi una semana me resisto a obviarlo. Hay otros tópicos más trascendentes y visionarios que comentar, pero me centraré en este tema chiquito porque lamentablemente los políticos del PRI, en este momento, tienen en sus manos los destinos de 120 millones de mexicanos, como quien dice, estamos a su merced. De los políticos de los demás partidos también, aunque en menor medida, por ahora.
Para establecer claramente la diferencia, temas grandes, trascendentes, urgentes y visionarios son los que ha puesto sobre la mesa el científico británico Stephen Hawking: “este es el momento más peligroso para el plantea”. Está en riesgo el planeta y con él, por supuesto, la humanidad. Es un peligro tan grande que se antoja imposible, propio para una película de ficción… pero es tan real y descomunal que todas las naciones, sus gobernantes y todos los habitantes de la Tierra, deberíamos enfocar nuestras acciones en atajarlo.

Ilustración de Nate Kitch. Tomada de: The Guardian.
El otro tema, estrechamente vinculado, lo resumió en una frase demoledora: “No podemos seguir ignorando la desigualdad, porque tenemos los medios para destruir nuestro mundo, pero no para escapar de él”. De hecho, propuso que se apoye financieramente a las personas para que se capaciten “en un nuevo mundo”, esto ante la desaparición de industrias y de empleos.
Y uno más (los invito a que lean la nota completa, no tiene desperdicio: español inglés): Hawking opinó que el triunfo de Donald Trump y el refrendo de Gran Bretaña para salirse de la Unión Europea son una manifestación de “enojo” de la gente que se siente abandonada por sus líderes: “Fue, estamos de acuerdo, el momento cuando los olvidados hablaron” y enseguida hizo un llamado a cerrar filas en favor del planeta y trabajar juntos para protegerlo.
Esto lo dijo ayer el científico británico, sin embargo, es una realidad aplastante que está ahí desde hace décadas y realmente como humanidad no la hemos enfrentado con decisión y resultados medibles, como cuando se logró la recuperación de la capa de ozono.
Entonces, mientras los retos son mundiales, de esta envergadura y lo que está en juego es la supervivencia de la humanidad, aquí en México, los priistas se reúnen, entre otras cosas, para decir que “el pan es primero que el hombre” y bueno, es fácil pensar que lejos de tratarse de un error fue algo deliberado, porque todo parece que el PRI trabaja para que el PAN gane, como saben hacerlo. Y también para emitir un discurso (el de Enrique Ochoa) en el que con aspavientos y frases hechas y teatrales, se anunció que pondrían en marcha cuatro acciones. Me referiré sólo a la primera: convocar a las fuerzas políticas, económicas y sociales, desde el PRI claro está, “a diseñar, instrumentar y operar una estrategia de Unidad Nacional que promueva los más altos intereses de nuestro país”. Sí bueno, suena ideal ¿por qué no lo hicieron antes? Ochoa añadió: “Aquí, el equipo es México”. ¿Y antes de Trump qué?
Se plantan y hablan como si hubieran sido los grandes gobernantes toda la vida cuanto tienen sumido al país en una de las peores crisis de su historia y no por la globalización ni por Trump sino por su ineficiencia y altísimos niveles de corrupción. Son capaces de pararse y tratar de hacernos creer que ellos son nuestros salvadores y los servidores públicos más responsables. Sólo un botoncito de muestra y eso porque el espacio se agota: la Fiscalía Anticorrupción y los dos años que han pasado desde su creación porque a los senadores no les da la gana hacer el nombramiento. Sin duda, para ellos, es un tema chiquito.

Columna publicada en El Informador el sábado 3 de diciembre de 2016.

viernes, 2 de diciembre de 2016

La debacle que se avecina

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Ya nada más falta que desde la Presidencia se nos convoque a todos los mexicanos a leer los horóscopos todos los días para tomar mejores decisiones. Digo, no es nuevo que los poderosos recurran a fórmulas esotéricas y mágicas para orientar sus acciones; desde siempre y en todas las culturas los “asesores políticos” o el verdadero poder detrás del trono como hace siglos lo detentaron Merlín, Rasputín y Tlacaelel, entre muchos otros, fueron brujos, magos, sacerdotes o chamanes que destacaban por sus poderes adivinatorios, premonitorios y supersticiosos.
Se sabe, por ejemplo, que Francisco I. Madero era espiritista en una época en la que tal práctica estaba de moda y no importaba si la creencia religiosa personal la prohibía. Aquí mismo en Guadalajara, en la misma época, en las sesiones espiritistas que tenían lugar en lo que hoy conocemos como Museo Regional participaban intelectuales, gente culta y católica de prosapia. Pero de eso a achacar todos nuestros males, por extensión claro, a la mala vibra, no hay comparación. Antes por lo menos había un fundamento filosófico de por medio y no una vaga idea sustentada en la “felizología”, en la “onda” de decretar y atraer lo mejor (¿invocar dijo?) (anexo la liga del video: https://www.youtube.com/watch?v=DqEpQ0RguBk).
Es una desgracia y me avergüenza. Malo si ese es el código de valores para tomar las decisiones que afectan a 120 millones de mexicanos; y malo si simplemente fue retórica en un intento fallido por tratar de ser simpático y hablar en los términos en los que mucha gente se expresa. Él no es cualquiera. Es el presidente de los mexicanos y se debe conducir respetando su propia investidura.
Que el primer hombre de un país amenazado y en crisis banalice de tal manera su discurso no es admisible, no es cosa menor. Somos un país en crisis por donde se le vea: económica, educativa, social, cultural, política, de relaciones exteriores, de libertad de expresión y además somos una nación a punto de enfrentar las peores amenazas y tormentas (claro que Donald Trump ya se echó para atrás en muchas cuestiones y ha suavizado sus declaraciones en comparación con todo lo que despotricó durante la campaña); dadas las circunstancias, el entorno internacional y las realidades que nos aplastan día con día, lo que urge es estar preparados. ¿No que iba a velar por todos nosotros? ¿Será suficiente con buena vibra, con contar lo bueno, con invocar lo que queremos, lo que deseamos?
Energía positiva para atraer lo mejor para México… No bueno. Ahora sí que ni cómo ayudar. Seguramente algún acomedido recomendó el documental “El Secreto” y se aprendió las fórmulas del “ya me vi”, “ya lo decreté”, “lo voy a generar”, “lo atraeré” y así por el estilo, pura energía positiva.
Cada quien sus costumbres y debilidades, y está bien, pero no un primer mandatario, no el jefe de los destinos de una nación compleja y en crisis como la nuestra en la que, por cierto, los niveles de pobreza de hoy son los mismos desde 1992 (¿y Progresa y Prospera y Oportunidades?).
Con mayor razón entiendo la columna de ayer de Raymundo Riva Palacio (“Regreso al PRI… que no lo quiere”), a ver cómo le va mañana; lo que ha hecho y lo que no, deja muy mal parado al instituto político de cara a las próximas elecciones presidenciales; ha dilapidado el poco capital político del arranque, hay enojo y preocupación. Afirma Riva Palacio que si el PRI pierde las elecciones del 18 las dizque (esto lo digo yo) reformas estructurales serán desmanteladas de inmediato y todo el desgaste y descrédito de su administración habrán sido en vano.
No creo que en esto se funden las inquietudes de los priistas que no quieren a su presidente;  no creo ni siquiera que les importe si las desmantelan o no (no creo que crean una línea de la farsa sexenal). La cuestión es que el mandatario ha sido acusado de abandonar al partido y de excluir a la militancia pese a la lealtad demostrada por los legisladores (no tanto los gobernadores) del PRI en las cámaras; esto por un lado, y por otro, el desastre sexenal tendrá que reflejarse en las próximas elecciones de alguna manera y los priistas ya ven venir la debacle, tan grande e inevitable, que ni con ceremonias chamánicas ni peregrinaciones a Chichén Itzá o al Ixtépete, ni cerrando los ojos e invocando el triunfo (om om) podrán conjurarla.


Columna publicada en El Informador el sábado 26 de noviembre de 2016.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Hay esperanza

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Es mucho más que una anécdota y, por supuesto, da pie para una reflexión que trasciende el simple hecho de un error y una corrección. Antes de empezar con la redacción de la columna cambié la foto de mi página en Facebook: quité un mapa histórico de las elecciones en Estados Unidos y en su lugar subí la foto de la niña Andrea. De inmediato, una persona comentó que no era para tanto lo que había sucedido en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil en la Ciudad de México, que porque es la “forma de hablar de muchos mexicanos”.
Esa publicación fortaleció la idea de escribir sobre el error del secretario de Educación y la corrección que tan valiente y oportunamente hiciera la niña Andrea. De entrada, que una pequeña de ocho años se atreviera a corregir al funcionario ya es alentador, hay esperanza. Y no sólo por su valentía y atención, sino porque en entrevistas posteriores dijo que lo volvería a hacer si se diera el caso; que no le gusta la frase “lo bueno casi no se cuenta” porque, dijo Andrea, con sus ocho añitos, “lo bueno no se debe contar, se debería ver” y porque le preocupa que el Presidente “no sepa tanto”.
¿Tenemos acaso una idea de cuántos niños hay cómo Andrea? ¿A cuántos les preocupa que sus autoridades “no sepan tanto” y “hablen mal”? Estoy segura de que muchos más de los que nos imaginamos y es ahí en donde radica mi esperanza.
Y no dudo que salgan ahora con que se trata de una niña prodigio o que sus papás son de izquierda o cualquier justificación para minimizar el hecho de que Andrea es una niña despierta, atenta, honesta, transparente, preocupada por México, valiente, determinada, con claridad de ideas y ¡¡convicciones!! ¿Será acaso la única en este país?

Fuente: El Debate.
Claro que no, lo que pasa es que los niños por lo general son desdeñados desde siempre a pesar de lustros y lustros de campañas y programas para la protección y defensa de la infancia y sus derechos; de “elecciones” para escucharlos, para conocer sus opiniones; de iniciativas costosas e inocuas. Para los políticos todo es escenario, parapeto y ocasión para sacar provecho y obtener ventajas. Para lucirse si se puede, siempre que no haya niños como Andrea. No es la primera vez que algo así sucede. Este año ha pasado en varios momentos. Los niños tienen mucho que decir pero no son escuchados y mucho menos atendidos.
A reserva de volver a este punto, toca ahora abordar lo que dejó en evidencia el secretario de Educación. El mismo que se ha negado a dialogar con los maestros porque afirma que la evaluación no es negociable. Claro que la evaluación es importante, muy importante, pero, no es lo único que se requiere para mejorar la educación en México, mucho menos si se usa ese sistema para manipular los resultados y deshacerse de maestros incómodos, asunto que los docentes disidentes han denunciado una y otra vez. Ahora ¿cómo puede alguien que dice ler (como ira en lugar de mira o edá en lugar de verdad) exigir calidad en la enseñanza? Está claro que el buen juez por su casa empieza, así que ¿cómo es que está en donde está en primer lugar? No me parece relevante en lo absoluto el argumento de la persona ya citada en el sentido que muchos mexicanos hablan así. Bueno, muchos mexicanos no son secretarios de Educación; muchos mexicanos no exigen una evaluación marrullera para acabar con la disidencia magisterial que nació como resultado de la corrupción en la cúpula sindical gracias a sus alianzas con los gobiernos en turno; muchos mexicanos no tienen ni el foro ni el poder que tiene Aurelio Nuño; y muchos mexicanos no están bien educados precisamente porque funcionarios como Nuño no hacen bien su trabajo y vamos de mal en peor.
De manera que es relevante, es pertinente, es cuestionable y ojalá esta realidad que nos aplasta y se suma a otras, sirviera para corregir de fondo y en serio, nada de disculpas insulsas e inútiles. Aurelio Nuño debe renunciar y quien tiene la responsabilidad de conminarlo a tal decisión es ese Presidente que no sabe tanto y que prefiere que las cosas cuenten a que se noten.
Admiro a la niña Andrea y sí creo que forma parte de una generación notable que algún día tomará las riendas de este país, por eso pienso que hay esperanza aun cuando a muchos no nos toque ver lo que estos niños harán a favor de México y los mexicanos.


Columna publicada en El Informador el sábado 19 de noviembre de 2016.

sábado, 12 de noviembre de 2016

¿Por qué hasta ahora?

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Todavía me sorprenden las diversas reacciones en México luego de que Donald Trump ganara las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Su triunfo, dicho sea de paso, es una perversión de uno de los sistemas electorales más antiguos que se ha mantenido casi sin cambios a lo largo del tiempo y no es la primera vez que sucede.
¿Es cuestionable como sistema democrático? Sí, totalmente, porque el resultado del Colegio electoral contrasta, como ya todos sabemos, con el mandato popular y ahí están las manifestaciones de la gente que afirma que Trump no es su presidente. Quién sabe qué va a pasar con este asunto aunque sin duda alguna será algo pasajero porque, por lo general, en Estados Unidos están muy bien entrenados para aplicar de inmediato estrategias de unidad y/o de control de daños. Les ha funcionado hasta ahora. Y todavía prevalece en muchos sentidos y en casi todos los ámbitos, el interés nacional o patriótico sobre cualquier otra cuestión. Proceso de los vecinos.

Fuente: Entre noticias.
Lo sorprendente aquí en México, sí, aún me asombra, es lo fácil que es amedrentar, atemorizar, asustar a la gente. Trump fue ofensivo y brutal, es cierto, tendrá que sanar muchas heridas y, como ya lo estamos viendo, recomponerse y transitar hacia una conducta de conciliación y diálogo, pero he sabido de barbaridades, por ejemplo, como que las tarifas de la energía eléctrica aquí van a aumentar a partir del triunfo de Trump. Ya subieron y no por eso, sino por las ineficiencias en la dizque reforma energética y las falsas promesas presidenciales.
He escuchado también que algunas personas que pensaban hacer sus compras navideñas en ciudades fronterizas del vecino norteño ya no lo harán por temor a que no los dejen entrar o que les retiren sus documentos; y luego todo lo demás, claro, estrechamente vinculado con las promesas/amenazas del ahora presidente electo Trump, eso no se puede negar ni soslayar: lo del muro; lo de expulsar mexicanos e ilegales en general; acabar con el Tratado de Libre Comercio y con el Obamacare (el polémico programa de salud del todavía presidente Obama), entre otras.
Para empezar, hay que esperar al 20 de enero a ver cuáles serán las primeras decisiones que tome; luego, falta que pueda, por ejemplo, echar abajo el TLC (seis millones de empleos en Estados Unidos están asociados a negocios derivados del Tratado) y que expulse a los hispanos que trabajan en la Unión Americana: varias actividades económicas podrían colapsar. Baste saber que el comercio bilateral entre México y Estados Unidos fue en 2015 de 530 mil millones de dólares y nuestro país es el tercer socio comercial de la Unión Americana.
Ya se verá qué tanto margen de maniobra tendrá Trump una vez en la presidencia y cómo lidiará con las malas expectativas que generó en el resto del mundo, más allá del país que pronto gobernará. Esto afecta no sólo a México pero ¿que el Presidente Peña llame a la calma y se atreva a decir: Mi prioridad ha sido y seguirá siendo cuidar a México  y proteger a los mexicanos. Me entregaré con toda mi capacidad, en cuerpo y alma, a velar por los derechos, el bienestar y los intereses de los mexicanos?
¿Ha sido…? ¿Protegernos? ¿Y entonces por qué se permiten atracos como los de Padrés, Duartes, Moreira y otros? ¿Por qué hasta ahora hace el compromiso de entregarse en cuerpo y alma? ¿Es velar por los mexicanos permitir abusos como el de la Casa Blanca? ¿Es velar por los mexicanos y protegernos, reprimir manifestaciones y tolerar la impunidad de políticos corruptos y criminales? ¿Promover y sostener una reforma educativa que no es tal? ¿Mantener los salarios de las mayorías casi por los suelos y casi operar para profundizar las desigualdades y la iniquidad en el reparto de la riqueza? ¿Es velar y proteger a los mexicanos los silencios, omisiones y deficiencias en las investigaciones por los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos? ¿La impunidad por Tlatlaya? ¡Por Dios!
¿Por qué hasta ahora?
¿Y por qué hasta ahora los líderes empresariales hablan de cerrar filas, de promover el consumo interno (¿con qué dinero?) y de diversificar los mercados? ¿Por qué hasta que gana en Estados Unidos la presidencia un individuo como Donald Trump? ¿No son demandas urgentes desde hace décadas? ¿Por qué nadie lo previó? ¿O a nadie le importó?
Ojalá de verdad ante estas reacciones que bordean el ridículo los “líderes” en México tomen, aunque sea hasta ahora, mejores decisiones; ahora sí que mejor tarde que nunca, pero que no promuevan el miedo para llevar agua a sus molinos. Ahora resulta que fue un acierto invitar a Trump, por Dios, no dejan de manipular y de sacar ventaja y provecho de las circunstancias.
¡Ah! Y el peso ya estaba débil.

Columna publicada en El Informador el sábado 12 de noviembre de 2016.


domingo, 6 de noviembre de 2016

8 de noviembre y prietitos en el arroz

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

En general, las expectativas de los mexicanos en y fuera de México, con respecto a las elecciones presidenciales en Estados Unidos han ido creciendo con los años. De ser un evento que pasaba como cualquier cosa, desconocido y complejo para la mayoría, desde que apareció en la contienda Barack Obama han despertado más interés en la población abierta, por así decirlo, y no se diga en quienes tienen cierto nivel de experiencia o información o son estudiosos de la política y las elecciones estadounidenses.
El asunto es que este proceso electoral en particular, que tiene su fecha culmen el próximo martes 8 de noviembre, ha generado todavía más atención por todo lo que conocemos: de entrada, las ofensas de Trump, el candidato republicano, a los mexicanos, antes de que fuera candidato; la visita que causó tan adversas reacciones dentro y fuera del país (amén de problemas diplomáticos muy específicos entre el Gobierno mexicano y el de Estados Unidos); el rechazo de Hillary Clinton a tan “atenta” invitación; y lo de siempre: conocer cuál será su política migratoria (ya en el terreno de los hechos, no lo que se diga en campaña), la postura y las decisiones con relación al Tratado de Libre Comercio; el tráfico de armas, el de drogas y claro, asuntos de seguridad nacional.
Desde los debates, sobre todo, he notado un incremento notable en los “opinólogos” sobre las elecciones en el vecino país del Norte y caigo en la cuenta de que el análisis se elabora a partir de nuestras propias experiencias electorales. Este es un error muy común entre historiadores, ahora lo sé. Me explico: hay una tendencia o una predisposición a juzgar hechos del pasado con criterios y concepciones del presente. Eso no es posible. Hay que ponerse en el lugar de los hechos, la imaginación ayuda, pero los documentos que se consulten son determinantes, no obstante, es frecuente encontrarse con eso en artículos y libros. Cada vez menos por fortuna, pero sucede aún.
Algo así ocurre con los expertos locales o regionales cuando de abordar las elecciones en Estados Unidos se trata. Un periodicazo como el del FBI y los correos de Hillary Clinton se ha sobredimensionado, aun cuando no se puede desdeñar del todo, sin embargo, en la Unión Americana el sistema electoral es muy diferente al nuestro y si bien los ciudadanos estadounidenses son sensibles a la información que se difunde en medios de comunicación, muy sensibles, las votaciones son diferentes.

Fuente: CNN.
Ya se ha dicho en muchos espacios pero de pronto se olvida. Roy Campos, de Consulta Mitofsky no pudo haberlo explicado mejor en un video que circula en redes (igualito que la cadena): los candidatos deben ganar la mayor cantidad de votos electorales (o puntos) de un total de 538. Esos puntos varían de un estado a otro de la Unión Americana. Son 51 entidades y cada una tiene sus votos electorales vinculados al número de senadores y de representantes (o diputados) y hay tres votos que se asignan a la capital del país (DC).
Hay una página en español, del Gobierno estadounidense en donde se explica paso por paso en qué consiste el proceso electoral: Proceso electoral EEUU 2016. Es del gobierno pero no hay información que pretenda orientar el voto en ningún sentido, ya de eso se encarga Barack Obama sin que la democracia (imperfecta y barroca) de Estados Unidos corra el riesgo de sufrir un colapso.
En este momento, porque son datos que se conocen, Hillary supera con creces a Trump, sin embargo, los analistas en México casi afirman que Clinton va a perder. Claro que es posible. Y en materia electoral ya no se sabe en ninguna parte del mundo. Hay diversos factores que intervienen, incluyendo fraudes por compra de votos y por sobornar a funcionarios electorales. Pero al 28 de octubre Hillary tenía 252 puntos de 270 necesarios (la mitad más uno de los 538) y Trump 126. Es grande la diferencia. Hay 160 votos electorales de varios estados ubicados en la torre de indecisos. En resumen, Hillary no ha perdido tanto terreno como se cree y, si gana es, en todo caso, menos peor (queremos creer) en un escenario de relaciones bilaterales.
Ahora, por seguir lo que sucederá el 8 de noviembre no vamos a olvidar el caso de Veracruz (espeluznante) ni el de Ricardo Anaya del PAN (¿fuego amigo?); o los sueldazos de los gobernadores (el de Jalisco es de los que más ganan) y, entre muchos otros, algunos prietitos en el arroz sin duda alguna, la aprobación del presupuesto de egresos de la Federación para 2017.

Columna publicada en El Informador el sábado 5 de noviembre de 2016.


miércoles, 2 de noviembre de 2016

¿Será?

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La lista de acusaciones por desvío de recursos, enriquecimiento ilícito y falta de cumplimiento del deber legal es larga y turgente; claro que también indigna que la sospecha de robo sea por un total de 35 mil millones de pesos, digo, centavos más centavos menos; el hombre dice que vive de su salario, pobrecito.
Se supone que la justicia mexicana anda tras sus huesos y se asegura en medios de comunicación que están a punto de dar con su paradero, pero lo que de pronto parece que nadie recuerda, muy pocos, son los 19 periodistas asesinados durante su administración, dos desaparecidos y una mujer empleada de un periódico. En todos estos casos también se sospecha que Javier Duarte de Ochoa, hasta hace unos días gobernador de Veracruz, tuvo que ver.
En el interior del PRI, tarde y en ese tono de casi santos que cuesta tanto creer y también indigna sobremanera, se desviven por marcar la distancia con respecto a uno de los políticos más corruptos que ha dado ese partido; lo expulsaron y después lo llamaron a cuentas, pero el individuo no aparece y todos dudamos que aparezca.
Han cateado no sé cuántos inmuebles en la Ciudad de México y nada de nada, con todo y que otro ilustre priista, César Camacho, afirma que no tiene ninguna duda de que Duarte será aprehendido. Las declaraciones no sirven para nada, pero vamos a suponer que lo capturan: lo más probable y así como lo más cercano a la justicia que podríamos avizorar es que suceda algo parecido a lo que pasó con Humberto Moreira: lo atrapan y luego lo dejan ir ¿por qué? Bueno, se confirma sin necesidad de documentos probatorios este pacto de impunidad que demuestran haber signado los representantes y militantes “distinguidos” de los diferentes partidos políticos en México. Se cuidan mucho todos de tener información sobre todos para usarla en su momento como salvoconducto o garantía. Herramientas para la impunidad.
Desde que solicitó licencia era claro que Duarte preparaba la huida. Miguel Ángel Yunes, el gobernador electo, se quejó del nombramiento del interino porque era su segundo de abordo y por supuesto que allanaría el camino para que Duarte se fuera a disfrutar de sus millones; algo así declaró. Pues Flavino Ríos Alvarado, el que está en su lugar, lo niega rotundamente (¿acaso alguien esperaría que lo reconociera?), pero como diría aquella reportera cuando entrevistaba al líder de las FARC en Colombia, nada menos y nada más que a “Tirofijo”: “perdóneme que no le crea”.
Con todo, tratando de dar un toque positivo a estos hechos, hay una orden de aprehensión contra Duarte y ya es ganancia porque ¿cuándo se llama a cuentas a los gobernadores? La situación es que hay varios pendientes. La Comisión de Justicia del PRI ya trabaja en los casos del otro Duarte, César, el de Chihuahua; y en el de Roberto Borge de Quintana Roo. No son los únicos, creo que todos los gobernadores deberían ser vigilados y analizados bajo la lupa de  la justicia federal para ver si de una vez se emprende una purga masiva.
Sí, bueno, lo que pasa es que el sistema judicial mexicano (no sólo el de Jalisco) queda en evidencia con el asunto escandalosísimo de Luis Carlos Vega Pámanes, hasta el jueves presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco. Fue necesario sacar a la luz sus antecedentes penales para que el individuo ¡solicitara licencia! Y como presidente, es decir, se deduce que podría seguir siendo magistrado. Es lo que tenemos. Como reza otro dicho: con estas mulas hay que arar.
Las cosas que tenemos que ver. Es mucha la corrupción y son cientos los involucrados. Incluso hay cuestiones legales que nacieron de la corrupción y de traiciones al pueblo de México; también eso se tendría que limpiar y poner orden, hacer justicia en serio, empezar otra vez sobre bases transparentes, limpias, claras, honestas, de amor por México. Es difícil pero no imposible.

Hace días escribía sobre la necesidad de desparasitarnos, de someternos a un tratamiento de desintoxicación y desechar a esa clase política que tanto daño nos hace a los mexicanos. La información sobre corruptos y corruptores en todos los ámbitos ha aumentado en los últimos días ¿será acaso que empezó la purga? ¿Será? ¿O se avecina otra dosis de placebos?

Columna publicada en El Informador el sábado 29 de octubre de 2016.

domingo, 23 de octubre de 2016

Resistencias

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

La semana pasada escribí sobre la cultura de la mentira en nuestro país, particularmente en la clase política (de seguro en otras naciones y sociedades también la practican pero eso no me preocupa ni me sirve de consuelo en este momento) y ahora me referiré a las resistencias, una actitud generalizada estrechamente vinculada con el tema del otro sábado.
La simulación a la que son proclives los servidores públicos (dizque) en México es resultado de corrupción, mentiras y privilegios; es el recurso para ocultar negligencias, ineptitud y deficiencias en el desempeño de sus puestos y hacernos creer, por supuesto, que todo está bien, más que bien, casi perfecto. Simular es otra forma de mentir y claro que cuando se trata de corregir, de limpiar, de transparentar, de poner orden, de hacer justicia, de purgar, los directamente exhibidos y afectados, se resisten, como gato panza para arriba.
Hace más de un año, en 2009 para ser precisa, se promovió una reforma constitucional para que ningún servidor público, ninguno, ganara más que el  Presidente de la República. Por alguna extraña razón, a diferencia de otros asuntos para los que los congresos de los Estados son verdaderamente acosados, nadie ejerció presión y todo quedó en iniciativa. La realidad ahora es que unos mil 500 burócratas ganan un dineral, los que más ganan superan los siete millones de pesos al año, es decir, más de medio millón, casi 600 mil de hecho, al mes. Es un claro ejemplo de resistencia a dejar un súper privilegio, por un lado; y, por otro, aun cuando no ganen tanto, a los demás miembros ilustres de la clase política les conviene no moverle para, por ejemplo, tener chance de hacer llamaditas como las de Vega Pámanes.
Este es el otro asunto que a propósito de resistencias quiero abordar, pero antes, sí quiero mencionar uno que es recurrente, porque si acaso el Gobierno mexicano le dice que sí a todo a las observaciones de organismos internacionales como la ONU, pues se les cae el gran teatro en donde se escenifican simulaciones de diversos tipos y raleas.
Se trata del más reciente rechazo (a medias claro, como para que no se note tanto) al informe de la ONU precisamente, con 14 recomendaciones relativas a la protección de los derechos humanos en México, a propósito de la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado en nuestro país. Entre otras recomendaciones destaca una: la necesidad de reformar el Código de Justicia Militar. Este punto en el informe fue total y absolutamente rechazado. Lo que se “aceptó”, es decir, quedó en estatus de promesa, fue “analizar una posible legislación” sobre tres aspectos: el uso de la fuerza pública, de la tortura y con respecto a las desapariciones forzadas. Antes de este informe o, mejor dicho, la razón de este informe fue la declaración de un experto de la ONU en el sentido que en México la tortura era una práctica generalizada. Esto fue negado por el Gobierno mexicano y fue así que el Alto comisionado, Zeid Ra’ad el Hussein pasó una temporada en México, investigando. El resultado genera las más férreas resistencias en la clase política. Además se trata de un asunto muy delicado, polémico siempre en el que los cálculos políticos y de seguridad son inevitables.

Bueno, ahora sí el caso de Vega Pámanes. La famosa llamada que para algunos fue apenas “una llamadita, una recomendación, nada del otro mundo”, es reflejo de cómo opera, y en la máxima impunidad, el Poder Judicial, claro, en términos generales (dicho sea de paso, otro asunto relacionado también con el Poder Judicial es la suspensión girada por un juez de distrito que permite a Leonel Sandoval --padre del gobernador-- seguir en el cargo). No son sino más ejemplos de resistencias. Hasta aquí todo a nivel descriptivo, realidades que todos vivimos, conocemos de sobra y en las que muchos ciudadanos participan, es cierto. Mi defensa de los mexicanos es a ultranza, sí, pero también hay muchas cosas que podemos hacer, primero, combatir nuestras propias resistencias (entendibles y justificables) a exigir, participar, denunciar y presionar para que la clase política se mueva del lugar en el que está y trabaje a favor de los contribuyentes que la mantenemos; y segundo, por ejemplo (ya se me acaba el espacio), tomarle la palabra a políticos jóvenes, frescos y sin las mañas y los vicios de otros como Kumamoto. Este joven nos incluye como ciudadanía para que prosperen las reformas que propone al Poder Judicial en Jalisco. Nos necesita pues. Requiere que presionemos y exijamos. Podemos entrar a Change.org y votar a favor de la aprobación del paquete de iniciativas #JusticiaEnSerio, para empezar. Las resistencias también están de nuestro lado, podemos y debemos combatirlas y ser ejemplo. (Vota aquí).

Columna publicada en El Informador el sábado 22 de octubre de 2016.

De mentiras

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Nos hemos acostumbrado a las mentiras; y aunque mentira es mentira, nosotros mismos las calificamos de mentiritas o verdades a medias, tratamos de suavizar y de justificar. Lo hacemos en la vida cotidiana con respecto a nuestros seres queridos, es muy común; y muchas veces cuando se trata de las mentiras de la clase política. Son tantas que nos vamos agotando y calificamos y comparamos: este es más mentiroso que aquel; las mentiras de aquel son peores; esas mentiras no son tan graves, fue una mentira piadosa… y así.
Todas las mentiras son graves, no hay mentiras pequeñas. Se oculta una verdad para no dañar a alguien, para no causar pánico, porque también con las verdades, con y de algunas hay que ser responsables; no para solapar corrupciones ni malos manejos, ni para aparentar logros que en realidad son lo contrario.
¿A qué viene todo esto? Bueno, esta semana se destaparon mentiras y se mantienen otras que motivaron esta reflexión, porque de pronto me doy cuenta de esto, que nos acostumbramos y nos cansamos hasta llegar al punto de que nos vamos haciendo tolerantes. Alguna vez una examiga me dijo que me creía más tolerante cuando discutíamos sobre la corrupción del PRI y le dije que no podía serlo si se trataba de eso, de corrupción, abusos de poder, negligencia, componendas, corporativismo, engaños y manipulación. Claro que terminó la amistad porque ella no sólo es tolerante sino que terminó gozando de los privilegios que muchos ganan (no todos) cuando deciden formar parte del sistema, de este sistema político mexicano corrupto a más no poder.
No debemos tolerar la ineficiencia ni las mentiras  ni la corrupción en los círculos de poder ni en los estratos inferiores de la burocracia; nada de que a ellos sí porque ganan menos  (a nadie le importa cuánto ganamos nosotros a la hora de cobrar impuestos y servicios) o nada más un poquito porque me conviene. Ahora sí que cero tolerancia y de esta decisión sí formamos parte.
¿A qué mentiras me refiero? Por ejemplo al dato de que en esta administración pública federal se romperá el récord de empleos generados, que dizque estamos a punto de llegar a dos millones y medio en lo que va del sexenio, cuando en el anterior se generaron, a cuatro años de gestión, 500 mil. Primero, es fácil para el gobierno maquillar cifras y segundo ¿de qué calidad de empleos estamos hablando? ¿Los que se generaron en 2012 o 2013 son plazas que siguen vigentes? ¿Restan los empleos perdidos? ¿Los empleos precarios?
Claro que a esta cifra la aderezan con otras que ubican a México en los cuernos de la luna gracias a su costumbrita de simular, embetunar y nadar de muertitos.
La otra cuestión que me llevó a reflexionar en torno a las mentiras de nuestra clase política es lo que está pasando en Veracruz. Javier Duarte no aguantó pero lo sustituye nada más y nada menos que su segundo de abordo, es decir, la movida dará al gobernador con licencia el tiempo suficiente para hacer arreglos y seguir en plena impunidad como hasta ahora ¿y los agravios? ¿Y las denuncias? ¿Y los muertos y desaparecidos? ¿Y el desfalco? Ah pero el PRI lo desconoció hace semanas y seguramente Duarte está preocupadísimo. Esta es una “solución” de mentiras.
Y lo que pasa en Jalisco, ahora sí que la cereza del pastel podrido o para cerrar con broche de cobre. Volvemos a lo que se acostumbra, a lo que es normal en la clase política: conductas irregulares y deshonestas que de tan frecuentes se convierten, para ellos, en normales. La diferencia ahora es que alguien de un partido opositor al dominante lo denunció. Y la verdad es que me sorprende lo que los mismos diputados han declarado con relación al ahora famosísimo caso de Vega Pámanes: “La imagen del Poder Judicial sufrió daños”. No bueno ¿más? ¿O nada más poquito?

Es difícil que se corrijan de golpe o por un “incidente” de esta naturaleza —práctica común ¿desde siempre?— años de corrupción madura y robusta, pero sí estamos ante la oportunidad (claro que está en manos de los legisladores), de empezar con uno de los tres poderes, el más opaco, a acabar con esta clase política de mentiras y mentirosa, deshonesta y corrupta que tenemos. Urge.

Columna publicada en El Informador el sábado 15 de octubre de 2016.

domingo, 9 de octubre de 2016

Más de dos años ¿y contando?

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Gracias a los recordatorios de Facebook me reencontré con un artículo publicado hace justo dos años. Se tituló “Microsismos” y se refería a una lista de hechos criminales y dolorosos en nuestro país.  Me impactó constatar que prácticamente nada está resuelto; lejos, muy lejos de eso, la situación empeora.
Hace poco más de una semana desaparecieron cuatro estudiantes en Veracruz, tres en una parte de la ciudad y otro en otro lado sin que hasta el momento se sepa si hay relación entre ambos sucesos; independientemente de eso se trata de cuatro jóvenes de los que se desconoce su paradero. En julio, desaparecieron y fueron encontrados muertos más tarde, un muchacho y una muchacha que eran novios. Son 27 mil mexicanos desaparecidos desde 2007 a la fecha, es decir, entre las administraciones de Calderón y Peña, sin embargo, cabe decir que según la investigación de Homero Campa, con base en datos oficiales, en la presente administración federal desaparece un mexicano cada dos horas (ver: "El país de los desaparecidos").
En el periódico El País definen a Veracruz como “agujero negro” por la gran cantidad de desapariciones forzadas que acumula y no es posible olvidar que es el Estado en donde más han asesinado periodistas en los últimos años, sí, bajo la administración de Javier Duarte de Ochoa.
El 4 de octubre de 2014 acababa de suceder la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa y hacía apenas unas semanas de los hechos de Tlatlaya. ¿Se acuerdan? Luego sucede que es tal la vertiginosidad de los diferentes e intensos hechos en México que pronto perdemos la noción y pensamos que las cosas pasaron hace menos o hace más tiempo; y que medió entre un hecho y otro un lapso interminable. Sí me sorprendió recordar que fue Tlatlaya, luego Ayotzinapa y después un conflicto con el Politécnico. Todo en un lapso de semanas entre agosto y octubre de hace dos años.
Esta puede ser una razón, pero otra y muy clara, es que estos conflictos permanecen: Ayotzinapa sigue siendo un pendiente lacerante, a la fecha se desconoce el paradero de los muchachos.
Sobre Tlatlaya, a dos años de entonces se supo que se manipuló la escena de la matanza para eliminar las acusaciones contra los elementos del Ejército involucrados; se encontraron contradicciones en las declaraciones de una testigo y se reitera que persiste la impunidad, como en el caso de Ayotzinapa.
En cuanto al Politécnico, si hace dos años los estudiantes pedían la renuncia de la directora Yoloxóchitl Bustamante y lo lograron gracias a la inusitada eficiencia de la Secretaría de Gobernación, este año nuevamente hubo manifestaciones y paros por las reformas que adhieren al IPN a la oficina del titular de la Secretaría de Educación. Aunque han pasado algunos meses desde el paro, no se puede decir que esta situación esté resuelta dados los antecedentes del Politécnico y sus, reitero, aguerridos, politizados y muy activos estudiantes.
Y qué decir de la reforma educativa y el conflicto magisterial. Hace dos años, el 3 de octubre, maestros de la sección 22 en Oaxaca bloquearon centros comerciales de la capital para exigir que se atendieran sus propuestas para la reforma educativa. ¿Cuál es el panorama ahora? Las manifestaciones no han cesado y, una vez más, estamos ante un problema no resuelto, si acaso, en suspenso con la expectativa, temor o amenaza de que se resurja y con mayor fuerza.
En aquella columna comenté también la demanda de agua potable del pueblo yaqui en Sonora; un conflicto cíclico.
Todo es así en nuestro país y no me refiero a la población en general sino a quienes están en posiciones de gobierno. Mientras pasan los tres, cuatro o seis años de las diversas administraciones, los gobernantes nadan de muertito, ofrecen paliativos, soluciones cosméticas, placebos; pronuncian discursos rimbombantes que hasta parece que se les va la vida en prometer, en los compromisos que firman, pero a la hora de la hora, todo se reduce a acciones o medidas temporales. Se van los años de las administraciones en mesas dizque de diálogo y en realidad es como si estuviéramos todos los mexicanos luchando por salir de un pantano de arenas movedizas.

No se avizora salida posible, la desesperación y la impotencia son mayúsculas; la impunidad aumenta de manera exponencial en la misma proporción que el cinismo y el desdén por los clamores y las necesidades ciudadanas. No sé hasta cuándo ni veo cómo. Y así como ahora han pasado dos años y ya entonces habían transcurrido varios lustros sin soluciones, no sé cuántos más faltan para tocar fondo y entonces sí empezar a subir, no sé.

Columna publicada en El Informador el sábado 8 de octubre de 2016.