lunes, 23 de junio de 2014

Dolió

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Me acuerdo de una respuesta recurrente en la infancia y en la adolescencia que decíamos cuando era preciso lidiar con la carrilla normal entre niños y adolescentes: “lo que no es cierto ni coraje da”. Claro que una cosa era decirlo y otra no sentirlo, pero bueno, juegos infantiles y juveniles. La recordé porque la frase aplica en este asunto que ha crecido tanto gracias a la reacción de los funcionarios mexicanos.
La crítica que hiciera el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, a la economía mexicana, ha calado hondo en la clase política mexicana, empezando por el Presidente Enrique Peña Nieto. Las respuestas no se hicieron esperar porque como que no es agradable que se diga que México es un país peor que otro; y con mayor razón si se trata de Brasil, el gigante sudamericano que logró sacar de la pobreza, nada más durante la administración de Lula a 33 millones de personas y alrededor de 40 millones ascendieron a la clase media. En verdad es una proeza, de tal magnitud, que fue invitado especial a la ceremonia en donde se echó a andar la dizque Cruzada contra el hambre en México. Sí, avaló el programa cuando empezó pero después dijo que México tenía que entender que la inversión en la lucha contra la pobreza era básica, ineludible y necesaria (palabras más, palabras menos); quizá el problema sea que no entendieron (o se hacen) en dónde y en qué habría que invertir y se lo están gastando en paliativos, conciertos y artículos de promoción porque lejos de saber que la pobreza se reduce en México, sigue en incremento.
Ahora, el Presidente y personajes como el senador priista David Penchyna se sienten ofendidos porque el político brasileño dijo también que México no es la promesa que dijeron que sería en el siglo XXI, la gran novedad, y en cambio Brasil ocupa el quinto lugar en el mundo por el tamaño de su economía. Brasil forma parte del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y México no. Y no es que en lo particular me alegre lo que dijo Lula en España (en el mismo foro en donde Peña fue confrontado por dos personas, por lo menos, que le gritaron y lo abuchearon mientras que en las afueras del sitio en las pancartas se leía que no era bienvenido que era “malvenido” a España) pero sí esperaría que por lo menos se reconocieran las deficiencias y las grandes fallas en materia económica (Luis Videgaray, secretario de Hacienda, también ha sido criticado severamente por la falta de resultados) porque creo que es la única manera de corregir y remontar.
Y la clase política sale a decir de inmediato que las rutas son diferentes, que no se trata de una competencia y que en realidad es Brasil el que está mal. Lástima de reacción, un desperdicio. Lula ofreció la oportunidad de que se aceptaran los problemas económicos que no se pueden negar ya, la falta de liquidez y la inflación son rampantes en México, no hay dinero que alcance y la actividad económica está verdaderamente deprimida. Un ligero roce o contacto con los demás nos bastarían para darnos cuenta de eso; pero optaron por hacer como que no pasa nada –como siempre— y que en México todo es perfecto y que las reformas y no sé qué tanto más cuando el Banco Mundial (nada menos y nada más) reduce la expectativa de crecimiento de nuestro país, casi inmediatamente después de que la Secretaría de Hacienda; claro, luego de las cifras dadas a conocer por varios organismos especializados de la iniciativa privada.

¿Por qué dolió a los funcionarios lo dicho por Lula? Porque es cierto, porque lo que sí es cierto da coraje y duele. Pero se quedan ahí, en la reacción infantil y no mueven un dedo para cambiar y mejorar las cosas, para que esa ruta que dice el Presidente es diferente a la brasileña, sea clara y garantice mejores niveles de vida para los mexicanos. Claro que lo dudo mucho… más bien, todo.

Publicado en El Informador el sábado 14 de junio de 2014.