Ciudad adentro
Estuvieron reunidos en Nueva York, en la Organización de
las Naciones Unidas, los mandatarios del mundo para discutir cuestiones
relacionadas con el cambio climático con el enfoque de los daños que causamos
los seres humanos al planeta. Cumbre del Clima se llamó, pomposo nombre para,
de todas maneras, no hacer nada.
Las referencias periodísticas decían que con esta cumbre se marca el inicio de un esfuerzo global con
miras a lograr un acuerdo vinculante para, a partir de 2015, reducir las
emisiones contaminantes.
Seguramente, como sucede con los gobernantes en general,
con las clases políticas de todos los países, están pensando que no nos
acordamos de nada; que no nos preocupa nada y que no experimentamos los cambios
en el clima que nos alarman, aun cuando muchos meteorólogos afirman que lo
único que pasa —igual— es que no tenemos memoria.
Digo, si de lo que nos tenemos que acordar sucedió hace
miles de años, pues está difícil, pero
en lo personal creo que el cambio climático que experimentamos sí es, en gran
medida, resultado, efecto, de la mano del hombre y de la inconciencia más que
de las personas, de los gobiernos y de los grandes empresarios del mundo que
siguen aferrados a la producción sin límites como mandato del capitalismo
feroz, sin importar lo que tengan qué hacer o cómo lo tengan que hacer, sin
escrúpulos pues. Y, en todo caso, son un pésimo ejemplo.
Allá estuvieron, en la Gran Manzana, dizque para ponerse
de acuerdo, cuando se suponía que esto ya lo habían hecho antes. Recuerdo por
lo menos Kyoto, pero se han celebrado muchas otras reuniones para tratar el
asunto y ahora resulta que la Cumbre del Clima, esta de 2014, marca el inicio de un esfuerzo global bla
bla bla… La conclusión lógica es que todo lo que se hizo antes no ha
servido de nada, bueno, casi, porque sí se han atendido cuestiones graves como
las actividades humanas y productos inventados por el hombre que estaban
dañando seriamente la capa de ozono y con ella, amenazando de manera clara y
contundente la supervivencia del ser humano en la tierra. Pero fuera de eso
–que no es poca cosa—no he sabido de nada más, así, contundente.
Mi percepción en general es pesimista porque, aparte de
todo, resulta que los mandatarios que participaron en la Cumbre estuvieron más
ocupados en cuestiones ajenas a las decisiones relativas al clima mundial y a
la situación del medio ambiente del planeta. Para empezar, el Presidente de
México fue a hablar de sus reformas por enésima vez; reformas cuyas
características han sido cuestionadas por especialistas (no sólo por opositores
de café) en cada una de las materias (energética, educativa,
telecomunicaciones, política): están mal hechas, son autoritarias, ponen en
riesgo la soberanía de la nación y otras cuestiones similares. Luego, se reunió
con el primer ministro británico David Cameron, y ambos se comprometieron (o sea que ¿ya la hicimos?) a combatir la corrupción
y fomentar la transparencia (ajá). Y por último (con relación al Presidente
Peña), un hecho que no me queda claro: una fundación enfocada en la promoción
de la libertad religiosa y de la protección de los derechos humanos, le entregó
un premio “por su liderazgo y los avances logrados en el país”. ¿A qué país se
referirán los directivos de la fundación? (Appeal of Conscience Foundation) ¿avances? Porque la tasa de crecimiento de México va en
picada, hacia abajo claro; y el incremento en el número de mexicanos que pasan
a formar parte de las filas de la pobreza es exponencial; también aumenta la
tasa de desempleo y, en contraste, se cae el poder adquisitivo de la población.
No entiendo entonces, como una fundación enfocada en otros asuntos, le otorga
al mandatario mexicano un reconocimiento por nada más que ficciones y
fantasías, nada concreto ni real ni medible ni contundente.
Esto es por parte de México, y en cuanto a otros mandatarios,
bueno, pues Dilma Rousseff (Brasil) está en campaña; Cristina Fernández
(Argentina) se justifica; y Barack Obama (Estados Unidos) busca legitimar los
ataques al Estado islámico (aun cuando no lo necesita); entre otros jefes de
Estado que llevaron agua a sus molinos, hablaron y actuaron con base en sus
propias agendas y asesores de imagen, para arreglar y resolver nada de todas
maneras, mucho menos la Tierra.
Publicada en El Informador el sábado 27 de septiembre de 2014.