miércoles, 20 de noviembre de 2013

Caso ejemplar

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Caso ejemplar

El caso de la ahora regidora con licencia, Elisa Ayón Hernández, es ejemplar en varios sentidos. Para empezar, es un ejemplo de que cómo el aparato público es “patrimonio” de familias inmersas en la grilla (no les alcanza la palabra “política”) desde hace décadas y que, a pesar de la alternancia en el poder, permanecen con sus cotos muy bien consolidados, con sus equipos, seguidores y operadores de oficio. 
Elisa Ayón, mucho antes de los escándalos recientes que continúan (es como una cloaca que al parecer tardará en vaciarse), ya era cuestionada por su desempeño como diputada y luego regidora, además de que era (es, ese coto no lo ha perdido) titular de dos plazas en el sistema de educación pública; puestos a los que puede regresar en cuanto ella así lo solicite, según explicó su primo, secretario de Educación Jalisco, Francisco Ayón. 
La “maestra” es pues, también, ejemplo de lo rendidor que puede ser el sistema para una persona, porque además se desempeñaba como secretaria general del Partido Revolucionario Institucional Jalisco, cargo del que fue destituida casi inmediatamente después de que se hizo público el audio en donde la mujer deja en evidencia las formas y los modos, sin olvidar que para los priistas, la forma es fondo. 
¿De qué más es ejemplo Elisa Ayón? De prepotencia. Las dos acepciones en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, aplican: 1.- Más poderoso que otros, o muy poderoso. 2.- Que abusa de su poder o hace alarde de él. 
La calidad de prepotente de Elisa Ayón quedó en franca evidencia con el audio ya citado, pero las demandas anteriores eran noticia no sólo de su prepotencia sino de los altos niveles de cinismo, de lo cual también es ejemplo la regidora con licencia. En el multicitado audio, Ayón Hernández afirmaba tajante que sería gobernadora “con o sin ustedes” y como seguramente el lector ya sabe, exigió la renuncia a dos de los trabajadores de Panteones “víctimas” de la ira de la todavía regidora, a quienes acusó de traidores. 
Claro que esta dizque servidora pública podría ser protagonista de la película “La Ley de Herodes” sin problema alguno, claro, con las adaptaciones pertinentes en cuanto a los cargos, pero en esencia, la actitud, el perfil, los niveles de corrupción y de prepotencia, insisto, son los mismos. 
Sí, también es ejemplo indiscutible de corrupción. De la corrupción que como la humedad se extiende por las administraciones públicas y es tolerada para no tener problemas, por flojera, porque son cotos de poder intocables. Así se ha construido el PRI a lo largo de décadas y esta “construcción” no cesó durante los años de la alternancia ni a nivel federal ni a nivel estatal; y el PAN aprendió muy bien cómo hacerlo. Los cotos se mantuvieron, “se respetaron”, por dos cosas: primero, “dejar hacer, dejar pasar” y, segundo, llegaría un momento en que los papeles se intercambiarían y era una forma de autoprotección de los panistas en este pacto de impunidad no escrito pero que vivimos y sufrimos cotidianamente. Ahora operan los cotos priistas y los cotos del PAN; en otras latitudes también del PRD y sin duda alguna de otros partidos que nada más llegan al poder y empiezan a operar de la misma forma en que les ha enseñado papá PRI. 
Finalmente, y no por eso aquí termina la lista de ejemplos (puede hacer un ejercicio personal para encontrar más), Elisa Ayón es ejemplo de la forma en la que opera el partido al que pertenece. Cayó de la gracia de alguien y el mismo partido le tendió una trampa que, pese a su experiencia dentro del sistema, no supo ver. Adiós a sus aspiraciones de ser gobernadora, se le acabó el poder en Panteones y con los ambulantes; seguramente ya no será candidata a nada, pero todavía le quedan y a eso se atienen los mal llamados servidores públicos, sus “placitas” en Educación, qué padre. 
Lamentablemente esta mujer es un ejemplo clásico e indiscutible de la porquería de clase política que tenemos y de que no hay visos en el horizonte, de que esto vaya a cambiar para bien ni a corto, mediano o largo plazo.

Publicado en El Informador el sábado 16 de noviembre de 2013.