sábado, 30 de noviembre de 2013

Pactos y autoritarismo

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Me parece patético el papel de los partidos de oposición en México. Sus acuerdos y pactos, firmados de espaldas a los mexicanos, son el ejemplo indiscutible del regreso al autoritarismo.
Como testigos de piedra millones de mexicanos vemos (unos más que otros) cómo la clase política, por un lado, se sirve con la cuchara grande (cada legislador se embolsará esta Navidad más de 400 mil pesos, por ejemplo) y, por otro, no tiene ningún empacho ni pudor en operar ya instalada en pleno cinismo, para llevar adelante una serie de reformas que no están diseñadas, ni pensadas, ni estructuradas para favorecer a los mexicanos.
La reforma hacendaria, ya sabemos, se ensañará aún más con el contribuyente cautivo de ingresos modestos, en lugar de incluir estrategias y mecanismos para ampliar la base gravable y que los grandes capitales paguen lo que les corresponde. Lo menos que pueden hacer es generar empleo.
La reforma laboral, la primera en salir (si mal no recuerdo), nada más con haber dado carta abierta para la formalización del outsourcing deterioró la calidad del empleo en nuestro país y no se diga la reforma educativa que sigue generando inconformidades porque es más una reforma laboral para docentes que educativa y hay muchos puntos oscuros que dan margen a que tanto el SNTE como la SEP manejen a discreción el sector, aun contra los propios profesores.
Claro que la información que se difunde sobre estas reformas en los medios electrónicos masivos, manipuladora por lo general, ubica perfecto a los buenos y a los malos y en resumidas cuentas, pareciera que los afectados por los cambios legislativos –es decir, millones y millones de mexicanos de a pie— somos los que mantenemos al país en el atraso, con altísimos niveles de corrupción, de inseguridad (el crecimiento del secuestro es impresionante), con educación y salud de mala calidad, con empleos precarios, con infraestructura deficiente e insuficiente, en fin, pareciera que somos pues los villanos de esta historia, porque, del otro lado, encima de todo, nos dicen que tenemos el gobierno que merecemos.
Las reformas que ahora están en proceso de negociación con la participación activa del Ejecutivo que ha intervenido a través de sus operadores en una conducta que en otro tiempo –y no muy lejano— hubiera sido calificada de intervencionista e irrespetuosa de la autonomía y soberanía del Legislativo, son la política y la energética.
Hace varias semanas, un senador dijo sin tapujos, cínico pues, José María Martínez, panista, que su partido no aprobaría la reforma energética si el PRI no aceptaba sus condiciones para la política, especialmente la creación del Instituto Nacional de Elecciones, INE, para quitar poder a los gobernadores con relación a los institutos electorales locales. De hecho, también afirmó sin rubor alguno que esa propuesta no tenía como propósito reducir los altísimos costos de los procesos electorales.
Hace varios días de esto, más de un mes por lo menos, ya se sabe pues y no es un secreto a voces, es evidente y claro. Y ahora resulta que el PRD se dice sorprendido de esta forma de operar de PAN y PRI y una vez más se sale del dizque pacto por México que, reitero, no es más que la fachada, parapeto, máscara o como guste llamarle, de una forma de actuar autoritaria de parte de la clase política de nuestro país.
Al rato, el PRD de los “Chuchos” volverá a la mesa, en cuanto se le ofrezca algo que convenga a sus intereses… Y así son todos, no nos debería extrañar ¿o sí?

Publicado en El Informador el sábado 30 de noviembre de 2013.