Ciudad Adentro
Las estimaciones o expectativas de crecimiento son muy importantes porque
sirven para tomar decisiones. Año con año, el Ejecutivo presenta un proyecto de
presupuesto de egresos y de ley de ingresos e incluye el dato del crecimiento
que se espera para el año que sigue. Así, en 2012, cuando se aprobó el paquete
fiscal de la Federación para 2013, los legisladores estuvieron de acuerdo en
que la expectativa de crecimiento de la economía nacional fuera de 3.5 por
ciento.
Reitero que el dato es muy importante porque a partir de ese cálculo se
planifica, se invierte o no; más o menos; se definen estrategias sectoriales;
se solicitan créditos… En fin, es información que se debe incluir. Pues bien.
De 3.5% fue el estimado para 2013 como ya dije y justo el día de ayer se da a
conocer de cuánto fue el crecimiento de la economía mexicana el año pasado:
1.3%, después de que a lo largo del año se estuvieron haciendo “ajustes”.
Como era de esperarse, 2013 fue un año en el que prevaleció la
incertidumbre y, por ende, la inversión nacional fue escasa; de hecho, ahora
que estuvo el Presidente Peña Nieto en Europa el dato que destacó fue el de la
inversión extranjera directa, que hasta en las telenovelas se está promoviendo (buscar
en YouTube “telenovelas e inversión extranjera directa”). En general, no
estaban las condiciones dadas para las grandes inversiones y de enero a
septiembre el subejercicio del gasto público llegaba a 28 mil millones de
pesos, según un informe de la propia Secretaría de Hacienda.
La justificación en su momento fue que el subejercicio del gasto público,
en un primer año de gobierno, es normal y que así estaba contemplado desde el
inicio, de acuerdo a declaraciones del mismo Presidente de México, sin embargo,
esta inejecución afectó directamente el mercado interno, sobre la base de que
el gasto público, especialmente el enfocado en inversión física, es su principal
motor y esto no sucedió a lo largo de tres trimestres en los que se llegó a
índices de recesión al registrar tasas cero de crecimiento por dos periodos
consecutivos.
La situación es complicada y más aún con las modificaciones y nuevas
disposiciones en materia fiscal que llevaron ya a que varios empresarios, y de
los grandes, se ampararan contra el IVA y el IEPS, incluso a sabiendas de que
difícilmente prosperarán sus denuncias. Es, no obstante, un reflejo de
inconformidad.
En contraste, se dan a conocer las cifras de la banca mexicana, uno de los
sectores con mayor nivel de ganancias a lo largo de 2013, a pesar de que
también se incrementó la morosidad de los usuarios ¿la explicación? La banca
registró tales niveles de utilidad por el cobro de intereses de los préstamos
contratados por el Gobierno federal y los estatales.
Mientras tanto, hacia afuera, se sigue vendiendo la imagen de que México es
casi el paraíso y se promueve la simulación (qué desvergüenza) no sólo ante
cámaras internacionales, sino también locales y nacionales con la activa
participación de comunicadores que, por ejemplo, hablan de las reformas –que
obviamente se insiste en llamar estructurales— como hechos consumados y como si
fueran la respuesta a todos nuestros males. No es así. Y lo peligroso de esta
ficción que se reviste de realidad, es que impide que se discutan y revisen
marcos legales que podrían mejorar o ajustarse tomando en cuenta las primeras
reacciones luego de que entraron en vigor.
En la medida en que no se reconozcan problemas, deficiencias, fallas y
lagunas en las tan llevadas y traídas reformas dizque estructurales, cualquier
cambio será solamente por encimita, nada de fondo ni con miras a llevar a
México a niveles superiores de desarrollo; igual si no se acepta el impacto
negativo del subejercicio por ejemplo; o se siguen planteando altísimas
expectativas de crecimiento económico como cimientos sobre fango.
Columna publicada en El Informador el sábado 1 de febrero de 2014.