Ciudad adentro
En un país como México, el tema de la libertad de
expresión es sumamente delicado. En nuestra historia, desde la Independencia
hasta nuestros días, se ha transitado de la exposición más virulenta de la
realidad nacional a la censura descarada y a la autocensura, por miedo, por
convicción o porque alguien pagó por el silencio.
Es tan sensible el tópico porque hubo una época de
represión, de cierre de medios, de “golpes” (como el de Excélsior que cité la
semana pasada a mediados de los años setenta), de desapariciones y asesinatos
de periodistas, que los periodistas precisamente y muchos académicos y
activistas, consideramos a la libertad de expresión como “sagrada”. Y lo es. Es
un derecho humano fundamental. Sin embargo —y aquí viene la parte polémica— hay
límites. Sí. Suscribo lo que respondió el Papa Francisco a pregunta expresa en
días pasados cuando fue cuestionado sobre el caso del semanario Charlie Hebdo y el atentado del 7 de
enero que dejó como saldo lamentabilísimo 12 personas muertas y que ha
movilizado a la clase política europea a favor de la libertad de expresión y
contra los atentados, contra el terrorismo fundamentalista.
La pregunta y la respuesta íntegras las puede consultar
el lector en esta liga https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-sobre-charlie-hebdo-existe-limite-a-libertad-de-expresion-pero-matar-en-nombre-de-dios-es-aberracion-59733/. Y me permito compartirla porque por lo general, en
estos asuntos las declaraciones se sacan de contexto y luego es cuando se
complican las cosas y se generan los malentendidos.
El Papa dijo que la libertad de religión y la libertad de
expresión son dos derechos fundamentales, pero, en el primer caso “no se puede
ofender o hacer la guerra, matar en nombre de la propia religión, es decir, en
nombre de Dios […] Matar en nombre de Dios es una aberración”.
Y con respecto a la libertad de expresión, afirmó lo
siguiente: “cada
uno no sólo tiene la libertad, sino que tiene el derecho y la obligación de
decir lo que piensa para ayudar al bien común […] sin ofender […] no se puede
insultar la fe de los demás”.
El pontífice
utilizó un ejemplo burdo en el que ahora se han concentrado algunos colegas y
analistas porque implica una reacción violenta, pero el mismo Papa, antes del
parangón advirtió: “es verdad que no se puede reaccionar violentamente”.
En resumen, la
disertación del Papa Francisco tiene que ver con el respeto a los derechos
humanos, los propios y de los demás, con responsabilidad y equilibrio.
El periodista
Miguel Ángel Bastenier reprobó los asesinatos en París en el semanario pero
además dijo: “[…] mi reflexión es doble: debe caer sobre los criminales todo el
peso de la ley, sin excluir a sus instigadores, sean quienes sean y estén donde
estén, pero el periodista no es Dios y aunque en su encarnación de
caricaturista comprendemos que goza de una libertad que no se le toleraría al
que sólo escribe, y no esté vulnerando ninguna ley positiva, el respeto al
prójimo y sus creencias es la mejor guía para su trabajo” o debería ser.
El límite es la
responsabilidad social que enseña, pregona y trata de marcar con fuego en
nuevas generaciones de periodistas Javier Darío Restrepo. Esa responsabilidad
social implica considerar a los otros, esencia de la ética en general, mucho
más si se trata de ética periodística. La responsabilidad social junto con la
verdad, la independencia y el servicio a los demás, son los cuatro principios esenciales
del periodista que no cambian a pesar de los avances tecnológicos y las nuevas
tendencias, porque son la base de la ética periodística y, por lo tanto, de la
naturaleza del periodista. Así es.
Sobre la
responsabilidad social, Javier Darío Restrepo ha dicho: “Nunca se justifica una noticia si puede poner en
peligro una vida humana. El sentido de responsabilidad lo saca a uno del
presente y lo obliga a responder por el futuro. Una vertiente de la
responsabilidad: usted tiene que responder por todas y cada una de las palabras
que escribe; y la otra es responder pensando en el futuro, responder por los
efectos de lo que se publica, ahí es donde el problema se vuelve griego”.
La libertad de expresión es sagrada y los límites no
son otra cosa que herramientas para protegerla.Publicada en El Informador el sábado 17 de enero de 2015.